Pedro Santana

primer presidente constitucional de la República Dominicana
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Pedro Santana Familias, I marqués de las Carreras (29 de junio de 1801, Concepción de Hincha, Departamento Norte-14 de junio de 1864, Ciudad de Santo Domingo, Distrito de Santo Domingo) fue un hacendado, febrerista, militar, político, exmasón, noble y caudillo hispano-dominicano que se destaco en la guerra de independencia dominicana infligiendo derrotas decisivas a las fuerzas haitianas, se desempeñó en tres ocasiones como presidente constitucional de la República Dominicana, siendo el primero en ejercer el cargo y fue el artífice de la reincorporación de Santo Domingo a la monarquía hispánica. Fue condecorado como caballero de la Orden de Isabel la Católica y de Carlos III.

Pedro Santana
I marqués de las Carreras

Ilustración del Excmo. Sr. teniente general don Pedro Santana, marqués de las Carreras en El Museo Universal.


1.º, 4.º y 8.º Presidente Constitucional de la República Dominicana[a]
14 de noviembre de 1844-4 de agosto de 1848
(3 años y 264 días)
Vicepresidente Vacante
Predecesor Él mismo
Presidente de la Junta Central Gubernativa
Sucesor Domingo de la Rocha y Angulo, José Caminero y Ferrer, Félix Mercenario y Manuel Jimenes
Consejo de Secretarios de Estado

15 de febrero de 1853-26 de mayo de 1856
(3 años y 101 días)
Vicepresidente
Ver lista
Vacante (1853-1854)
Felipe Alfau y Bustamante (1854)
Manuel de Regla Mota (1854-1856)
Predecesor Buenaventura Báez
Sucesor Manuel de Regla Mota

28 de julio de 1858-18 de marzo de 1861
(2 años y 233 días)
Vicepresidente
Ver lista
Vacante (1858-1859)
Antonio Abad Alfau (1859-1861)
Predecesor José Desiderio Valverde
Sucesor Él mismo
Gobernador Superior Civil y Capitán General de Santo Domingo


1.º Gobernador Superior Civil y Capitán General de la Provincia de Santo Domingo[b]
18 de marzo de 1861-20 de julio de 1862
(1 año y 124 días)
Monarca Isabel II
Presidente Leopoldo O'Donnell
Predecesor Él mismo
Presidente Constitucional de la República Dominicana
Sucesor Felipe Rivero y Lemoine


4.º Presidentes de la Junta Central Gubernativa de la República Dominicana[c]
16 de julio-14 de noviembre de 1844
(151 días)
Predecesor Francisco del Rosario Sánchez
Sucesor Él mismo
Presidente Constitucional


1.º Jefe Supremo de la República Dominicana
30 de mayo-23 de septiembre de 1849
(116 días)
Predecesor Manuel Jimenes
Presidente Constitucional
Sucesor Buenaventura Báez
Presidente Constitucional


Senador del Reino
por Santo Domingo
18 de octubre de 1861-14 de junio de 1864
(2 años y 240 días)


General en Jefe de los Ejércitos de Tierra y Mar de la República Dominicana
18 de julio de 1849-18 de marzo de 1861
(11 años y 273 días)

Información personal
Nacimiento 29 de junio de 1801
Bandera de Francia Concepción de Hincha, Departamento Norte, Colonia de Saint-Domingue, República Francesa
Fallecimiento 14 de junio de 1864
(62 años)
Bandera de España Ciudad de Santo Domingo, Distrito de Santo Domingo, Provincia de Santo Domingo, Imperio Español
Causa de muerte Inflamación cerebral
Sepultura Panteón de la Patria Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Santa Cruz del Seybo y la Ciudad de Santo Domingo
Nacionalidad
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Francesa (1801-1809)
Española (1809-1821)
Dominicana (1821-1822)
Haitiana (1822-1844)
Dominicana (1844-1861)
Española (1861-1864)
Religión Católica
Familia
Padres Pedro Santana
Petronila Familias Carrasco
Cónyuge
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Información profesional
Ocupación Político Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activo (18441864)
Rama militar Ejército Libertador
(1844-1861)
Ejército Real
(1861-1864)
Rango militar Teniente General
Conflictos

Guerra de Independencia Dominicana

Revolución del 7 de julio de 1857

Guerra de Santo Domingo

Título Don
Excelentísimo Señor
Miembro de Francmasonería (1857-1861)
Distinciones Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Americana de Isabel la Católica
Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III
Firma

Firmaría el manifiesto del 16 de enero y proclamaría la independencia dominicana el 25 de febrero de 1844, asumiría la jefatura de la armada expedicionaria de la frontera sur y comandaría la batalla del 19 de marzo donde saldría derrotado el ejército haitiano. Dirigió un golpe de Estado contra la Junta Central Gubernativa y se convirtió en presidente de ella bajo carácter de provisional. Durante su Gobierno se promulgaría la primera constitución del Estado, se le designaría como el primer presidente constitucional de la República Dominicana y renunciaría al cargo en 1848 por intrigas palaciegas.

En 1849 el Congreso le encomendó repeler la hasta entonces exitosa invasión del presidente haitiano Faustino Élie Soulouque y le vencería en la batalla de Las Carreras, seguidamente depondría al presidente Manuel José Jimenes González y ejercería la jefatura del Estado bajo el título de jefe supremo en calidad de provisional hasta que se eligiera un nuevo presidente. El Congreso le otorgaría el cargo de general en jefe de los ejércitos de la República Dominicana y el título de Libertador de la Patria por su victoria en Las Carreras.

En 1853 retomaría la presidencia, promulgaría una nueva constitución en 1854, conseguiría el reconocimiento de la independencia del Estado dominicano por muchos países y en 1856 nuevamente renunciaría. Medio año después de renunciar al cargo fue desterrado del país por el presidente Ramón Buenaventura Báez Méndez pero volvería meses después tras iniciarse la guerra civil, uniéndose en el bando alzado y días después acabada la guerra volvería a hacerse con la magistratura del Estado cuando consiguió deponer al presidente José Desiderio Valverde Pérez en 1858.

En 1861 durante su última presidencia constitucional proclamó la anexión de Santo Domingo a la monarquía española, convirtiéndose en el último presidente de la primera república, pasando a ser el trasantepenúltimo gobernador superior civil y capitán general de Santo Domingo. También se le nombraría como senador del Reino.

En 1862 la reina Isabel II de las Españas le otorgó el título del marquesado de las Carreras por la reincorporación de Santo Domingo a la nación española.[1]

Primeros años

Nacimiento y familia

 
Escudo de Armas de la familia Santana.

Nació el 29 de junio de 1801 en la ciudad de Concepción de Hincha (la tercera mayor ciudad de la antigua parte española de Santo Domingo), meses después de la ocupación francesa de la Capitanía General de Santo Domingo.

Sus padres fueron Petronila Familias Carrasco, de origen canario, y de Pedro Santana, un indígena oriundo de México (Nueva España), reconocido en la reconquista de Santo Domingo por haber perseguido al gobernador general de la Colonia de Saint-Domingue, Jean-Louis Ferrand, tras su huida de la batalla de Palo Hincado durante cuatro horas hasta su suicidó, tras lo cual Santana decapitó su cadáver que se llevó a la villa de Santa Cruz del Seybo, entregando la cabeza a Juan Sánchez Ramírez como trofeo, y en 1818 fue nombrado Comandante de Armas de Concepción de Hincha por el gobernador, intendente y capitán general Carlos de Urrutia y Montoya. Ambos cónyuges eran propietarios de tierras en el valle del Artibonito.[2]​ Tuvo un hermano gemelo llamado Ramón y otro hermano llamado Florencio, que era discapacitado (mudo, demente y paralítico).[3][2]

Los terribles sucesos de los que la región cercana a Concepción de Hincha fue teatro finales del siglo XVIII determinaron que su familia que era una de las más mejor acomodadas se trasladara al Cibao y luego radicándose en Santa Cruz del Seybo, donde finalmente se dedicarían a la ganadería.[4]

Juventud y matrimonio

Pedro Santana Familias se dedicaría en haciendas y cortes de madera tras haber ido a la escuela seybana donde aprendió a leer de corrido, la caligrafía y las cuatro reglas (suma, resta, multiplicación y división). Sus lecturas fueron solo del catecismo durante la adolescencia.

Siendo muy joven tuvo por primer novia a María del Carmen Ruiz, apodada como Maruca, mujer muy hermosa, simpática y que amaba mucho a Pedro Santana. Ya para cuando estaba preparado todo para su matrimonio, María Ruiz iría rumbo a la villa de San Dionisio de Higüey para pagar una promesa a Nuestra Señora de la Altagracia y cuando regresaba a Santa Cruz del Seybo se asustó su caballo en lugar llamado Cuesta Prieta donde Ruiz se estrelló contra una roca y murió. La muerte de su prometida causó que Santana casi perdiera la razón y cada vez que él visitaba Santa Cruz del Seybo iba al cementerio a prender velas en la tumba de la que había sido su novia.

Su hermano Ramón para alejarlo de aquella pena decidió llevarse consigo a Pedro todas las noches a la casa de Micaela Antonia Rivera de Soto, viuda del capitán de milicias Miguel Febles Valenilla (uno de los hombres más ricos de la parte española) y madre de Froilana Febles Rivera, la esposa de Ramón. Pedro se terminaría enamorando de la suegra de su hermano y se casó con ella en 1828. Este matrimonio fue muy infeliz pero le otorgó a Pedro poder e influencia en el sureste de la parte española.[5]

Conspiración independentista

El 3 de mayo de 1843 fue reclutado Ramón por Juan Pablo Duarte y Díez para la conspiración que buscaba la separación de Santo Domingo de la República Haitiana, nación que había ocupado la parte española desde 1822. Ramón aceptaría unirse al contingente independentista y Juan Pablo Duarte le nombraría coronel de las tropas de Santa Cruz del Seybo pero Ramón le diría: «El jefe debe ser mi hermano Pedrito, que le gusta mandar y sabe entender bien a la gente; yo me conformo con servir bajo sus órdenes». Por medio de Juan Esteban Aybar y Bello se le comunicaría a Pedro el plan independentista y se le pediría cooperación. Pedro contestó: «Sí, yo estoy dispuesto a contribuir a la Revolución, pero yo mando».

Debido a un conflicto con la familia haitiana Richiez el nuevo presidente de Haití, Charles Rivière-Hérard, obligaría a los hermanos Santana ir a la Ciudad de Santo Domingo frente a la Plaza de Armas, desde entonces los hermanos Santana tenían que asistir diariamente al Palacio. El presidente Charles Hérard al conocer a Pedro dijo ante sus oficiales que podría ser el único capaz de intentar un movimiento de separatista. El presidente Hérard dictó que los hermanos Santana fueran apresados pero estos luego evadieron a sus vigilantes y lograron escaparse a la villa de Sabana Buey, a las cercanía de la villa de Baní, logrando esconderse en Los Médanos, en una propiedad de la pareja Luis Tejeda y Rosa Pimentel, de allí pasaron a Loma del Pinto. El presidente Hérard ofreció una recompensa de 200 gourdes por la delación de ambos.

Juan Contreras fue enviado a Santa Cruz del Seybo para que los hermanos Santana firmaran el manifiesto del 16 de enero de 1844.[6]

Campaña de 1844

Inicio de la Campaña: Este a Sur

Toma del Este

El día 25 de febrero durante la noche la gente de la Candelaria, Magarín, Isabelita, San Francisco y de la Higuera, bajo el mando de Pedro penetraron en la población por el lado del Cementerio y por Asomante, asaltaron la Comandancia de Armas de Santa Cruz del Seybo al grito de «¡Viva la libertad!» y apresaron al comandante haitiano Félix Richiez, amarrándolo en la hamaca en la que dormía. Los haitianos se llenaron de pavor y los muertos rodaron sobre las calles erizas de guijarros. Ramón, movido de compasión grito: «no maten más». Proclamaron por primera vez la independencia frente a la vieja Iglesia del pueblo y son aclamados coroneles.[7]​ Pronunciaron también San Dionisio de Higüey junto a las villas de San José de Los Llanos y Hato Mayor del Rey. Pedro se referiría a dicho sucesos así:[8][9]

todo el mundo sabe, que no tuvimos otros, que las persecuciones, calumnias y atropellamientos. Yo mismo (como otros muchos) os lo compruebo, recordandoos que despues que adherido à su causa, hice pronunciar las comunes de Higuey, Seybo y Llanos que les hubieran sido imposibles contar con ellas, cuanto obtuve, fue persecucion y desprecio; y estas mismas comunes que tan de buena fé como yo, procedieron, se pusieron bajo el duro mando de los suyos para que las oprimieran y subyugaran mas y mas.

Marcharon los hermanos Santana al frente de 600 lanceros con dirección a la Ciudad de Santo Domingo, ciudad que también se declaró en insurrección luego de que los rebeldes tuvieran la seguridad de que las tropas de los hermanos Santana marchaban hacia allá. La noticia fue comunicada en la ciudad por José Cedano y tres seybanos.

Interludio en la Capital

Entrarían los hermanos Santana el día 28 en la madrugada a la Ciudad de Santo Domingo. Las tropas acamparían al grito de «Viva Siño Pedrito!» a la puerta de la Capilla de los Remedios junto al Palacio Viejo y ante la multitud enardecida se abrazaron los hermanos Santana con el presidente de la Junta Gubernativa de la República Dominicana, Tomás Bobadilla y Briones, el jefe del Estado revolucionario con sede en la Ciudad de Santo Domingo que pasaba a ser nuevamente la capital de la parte española. La llegada de aquellas tropas dieron lugar al regocijo en todas partes y la Junta se dio prisa en proveerles de armas para marchar lo más pronto para oponerse a las fuerzas haitianas.

Pedro esperaría las disposiciones de la Junta en la Plaza de Armas de Sabanita hasta que el 7 de marzo la Junta le ascendió al rango de general de brigada y se le nombró como jefe de la armada expedicionaria de la frontera sur, dándole el derecho de reclutar hombres en edad de integrarse a la milicia. Su nombramiento como jefe de la armada expedicionaria del sur viene a raíz de que el general Santana podía congregar en torno a su persona la mayor cantidad de hombres.[10][11]

El movimiento rebelde fue prontamente conocido en la ciudad de Puerto Príncipe y gracias a las cartas tanto del coronel Deo Hérard, hijo del presidente haitiano, y del Consejo municipal de la ciudad de Compostela de Azua, presidido por el corregidor Ramón Buenaventura Báez, la Asamblea le autorizo al presidente Hérard aplastar la insurrección de la parte española.[12]​ El día 9 la Junta fue convocada de urgencia para conocer sobre la reconquista del presidente Hérard y tomar los preparativos correspondientes, para la defensa del territorio bajo posesión del Gobierno revolucionario. En aquel ambiente tenso el presidente Tomás Bobadilla pregunto: «cuál de los presentes se brinda a comandar las tropas dominicanas para tratar de repeler la invasión?». Todos los asistentes quedaron callados y nuevamente el presidente Bobadilla repetiría la misma pregunta obteniendo el mismo resultado; entonces del fondo de la sala el general Santana respondió: «Si no hay quién vaya yo voy, mi ejército me acompaña».[8]

Expedición a Compostela de Azua

El día 13, dejaría a su hermano en la capital e iría hacia Compostela de Azua con un ejército de 2 000 hombres, entre los que contaba hateros y monteros de Santa Cruz del Seybo, Hato Mayor del Rey y San Dionisio de Higüey.

El día 16, los dominicanos recibieron la noticia de que el general haitiano Alexandre Souffront llegó a la villa de Santa Cruz de Neyba con 10 000 soldados. Un mensaje enviado al general Santana, desde El Maniel, informó que el ejército haitiano «invade ya el territorio» y así se entera de que las tropas del general Souffront han sido retrasadas por las emboscadas, pero las tropas del presidente Hérard ya se encontraron cerca de Compostela de Azua.

A las cuatro de la madrugada del día 17 recibiría una carta desde Compostela de Azua donde se le informaba la proximidad de las numerosas fuerzas haitianas; a la misma hora envió una carta al comerciante anglo-judío, Abraham Cohen (prestamista de la Junta y representante de la casa Rothschild en la isla), en la que comunicaba que Concepción de Hincha y, las villas de Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana no declararon la independencia (estaban dispuestas a adherirse a la Junta pero la llegada del ejército haitiano lo impidió) y le solicitaba a Cohen interceder ante el cónsul del Reino de Francia, Eustache Juchereau de Saint-Denys, para que: «vea si hay posibilidad de poner a mi disposición las tropas francesas que necesitamos para contrarrestar los enemigos para cuando yo les avise». 

Hizo presencia el día 18 en Compostela de Azua, ocupando la ciudad con las divisiones de los coroneles Manuel Mora y Lorenzo Santamaría. Coincidió su llegada con la emboscada perpetrada por el teniente Lucas Díaz al presidente Hérard en el río Jura y con la batalla de Cabeza de Las Marías y Las Hicoteas comandada por los coroneles José María Cabral y Luna, Manuel de Regla Mota y Álvarez y el capitán Francisco Soñe contra la columna del general Souffront; las tropas insurrectas terminarían aglutinándose en Compostela de Azua. Las tropas contarían con 500 azuanos, entrenados por el capitán Soñe y el coronel Antonio Duvergé Duval; dos compañías (una de gendarmería y otra de caballería), con alrededor de 200 neyberos, mandadas por los tenientes Vicente Noble y Nicolás Mañón; dos regimientos llegados desde la capital al mando del capitán Manuel Mora; los más de 300 soldados banilejos al mando del coronel Manuel de Regla Mota; un cuerpo de caballería al mando del coronel Buenaventura Báez; alrededor de 300 soldados de la villa de San Cristóbal mandadas por los coroneles José María Cabral y Lorenzo Araujo

19 de marzo

A las tropas haitianas que ya estaban al principio en el campo de combate, se unieron más refuerzos recibidos desde la ciudad de Jacmel, que era la zona que más soldados había aportado al ejército haitiano. La llegada de estos refuerzos indicaba que los haitianos sabían la disposición de ser enfrentados por parte de los revolucionarios. Al amanecer del día 19 con intrepidez y vigor notables la vanguardia mandada por el general Tomás Héctor intentaría un asalto. El «¡Quién vive!» de los haitianos fue respondido con el grito de «¡dominicanos libres!» y fueron sorprendidos los haitianos por las mortíferas descargas de metralla de una pieza de a 24 de los insurgentes dominicanos y por la de los fusileros emboscados, viéndose detenido en su intentona con muchas bajas de haitianos. Diezmada la derecha del general Héctor por el efectivo fuego de fusil dominicano que se le hacia desde un bosque junto al lugar de su intentona, se dispuso a desalojar de allí a los certeros tiradores que le atacaban y logro su desalojo pero luego fue sorprendido por otra descarga de metralla de un canon de menor calibre en las inmediaciones del antiguo convento de Las Mercedes, replegándose en desorden.[12]

Aunque, con bastantes bajas, entre heridos y muertos, animados los haitianos por el coraje del general Héctor y otros oficiales, volvieron al ataque, extendiéndose así la lucha hasta comprender toda la línea oeste abarcando ahora el combate el recinto de la plaza por el lado del camino del Barro donde las tropas haitianas se tropezaron con las tropas fusileras del coronel Antonio Duvergé y el teniente Noble. Los macheteros de Nicolás Mañón, que se encontraban en la retaguardia de dicha posición rechazaron a los haitianos en el Fuerte Resolí.

Después de tres horas de combate las fuerzas haitianas se retiraron por ordenes del presidente Hérard, siendo perseguidas por los pocos fusileros del general Santana hasta el río Jura, donde se atrincheraron, llevándose sus heridos y dejando sobre el terreno unos 50 cadáveres de oficiales y tropas; de los hombres del general Santana solo 800 entraron en acción, habiendo sido sus perdidas insignificantes, siendo en total tres muertos, entre los que estuvo Mañón. Era la primera vez que el general Santana se veía dirigiendo operaciones militares, y sus disposiciones no podían corresponder con exactitud a las indicadas por el arte de la guerra; pero contaba con el esfuerzo común, con el anhelo de vencer y aquello hizo que la victoria fuese esplendida.[13][14]

Interludio en Sabana Buey

 
Los generales de brigada Duarte y Santana en Sabana Buey.

La noche de los días 19 al 20 el general Santana abandono el campo de batalla de Compostela de Azua y se replegó a Sabana Buey en Baní, después de dejar bien guarnecidos los puestos avanzados de El Número, El Memiso y El Maniel, posibles vías que utilizarían los haitianos en su marcha hacia la capital. La salida de Compostela de Azua se vio motivada entre otros factores a la inferioridad militar y numérica de las tropas sublevadas y a su desesperante carencia de armamento (la actuación tomada por el general Santana en torno al abandono de Compostela de Azua le valdría de reproches por parte de sus futuros enemigos).[d]

Al enterarse el presidente Hérard de la retirada, entraría en Compostela de Azua el día 21 junto al general Souffront, reforzado por dominicanos fieles a Haití de Las Matas de Farfán, San Juan de la Maguana, Santa Cruz de Neyba y de la villa de San Gabriel de las Caobas e inhumaría a sus caídos para luego incinerarlos. Se apodero de los cañones abandonados, algunas municiones y animales, provisiones secas y gran cantidad de azúcar en pilones. Al pasar revista el presidente Hérard, se dirigió a sus tropas diciendo: «Juren pues todos no regresar a vuestros hogares, sino después de haber reducido a los perversos, que conspiran la ruina de los hijos de Haití».[13]

El día 23 se entrevistaría el general Santana con el general de brigada Juan Duarte (constituido en líder de la facción de los filorios o duartistas), quien había llegado el día anterior junto al teniente coronel Pedro Alejandro Pina García, con el mandato expreso de la Junta de cooperar o reemplazarle en la jefatura del ejército del sur. Le propondría el general Duarte que atacara por la retaguardia del presidente Hérard pero el general Santana le contestaría diciendo que le diría su decisión luego que consultara con los jefes y oficiales que estaban bajo su mando; se impacientaría el general Duarte y se quejaría ante la Junta, sin embargo la Junta lo cesaría de su labor. 

El general Santana sería ascendido al empleo de general de división y el 14 de abril le enviaría una carta al presidente Bobadilla donde le manifestaba con relación al ataque haitiano ocurrido en El Maniel:

Estoy seguro de que en la fuerza que los siguen hay una multitud de españoles; y posesionados ellos de seis pueblos españoles, nos harán la guerra con los nuestros ya nuestros gastos, en tanto que nosotros nos arruinamos, con nuestros trabajos todos paralizados y con la fatiga de un arte tan penoso como el de la guerra ya que los nuestros no están acostumbrados; y asi es que a mi modo de pensar mientras mas dure la lucha, mas incierta tenemos la victoria. Si como hemos convenido y hablado tantas veces, no nos proporcionamos un socorro de ultramar...

La noticia de una rebelión dentro de Haití iniciada en Los Cayos le llegaría al presidente Hérard y él enviaría a sofocarla a los generales Jean-Baptiste Riché y Guillaume Fabre Nicolas Geffrard; los últimos pronunciamientos fueron por parte de los generales Jean-Louis Pierrot y Philippe Guerrier, logrando hacerse este último con la presidencia de Haití. Tras el general de división Hérard obtener la noticia de su destitución de la presidencia se marcharía a Puerto Príncipe, dejando al mando de las tropas a los generales Souffront y Héctor pero el 9 de mayo el ejército haitiano se retiraría de la ciudad y la incendiaría; el mismo destino correría una parte de San Juan de la Maguana.[12]​ Luego de la salida de los haitianos el general Santana cambiaría su posición de incertidumbre, llegando a escribir en una proclama: «Ellos están impotentes y no pueden resistir. El triunfo es nuestro».[9]

Primer ascenso al poder

Marcha a la Capital

En la capital se trastornarían las cosas cuando los filorios acaudillados por el general Duarte y con el apoyo de los generales de brigada Francisco del Rosario Sánchez, Toribio López Villanueva y José Joaquín Puello Castro, perpetraron el 9 de junio un golpe de Estado que destituiría al breve presidente José María Caminero y Ferrer, colocando al general Francisco Sánchez como presidente, el coronel Pedro Alejandro Pina de vocal y Juan Isidro Pérez de la Paz de secretario. El 26 de mayo, el general Duarte y el vicepresidente de la Junta, el general de división Manuel José Jimenes, se habían opuesto al proyecto que solicitaba el protectorado francés que contemplaba la cesión de la península de Samaná y que fue apoyado por el presidente anterior, Bobadilla, y el vicario general de la arquidiócesis de Santo Domingo, Tomás de Portes e Infante; al eliminarse en un nuevo proyecto la cesión de Samaná, los generales Manuel Jimenes y Duarte si apoyarían el protectorado el 1 de junio, sin embargo el golpe de Estado parecía de carácter anti-francés pero según Eustache de Saint-Denys: «Aunque en apariencia dirigido contra la Francia, el golpe de Estado del 9 en nada ha cambiado mi posición aquí».[15][16]​ No obstante los filorios harían propaganda en el Cibao diciendo que la parte española fue vendida a Francia y que se restablecería la esclavitud; en la ciudad de Santiago de los Caballeros se crearía una imagen negativa de los franceses, lo cual resultaría afectando al general de brigada José María Imbert (jefe de la batalla del 30 de marzo) y sus compatriotas.

La nueva Junta nadie la quería obedecer, causando aquello que reinase la anarquía en el país e incluso nacería una corriente que buscaría independizar el Cibao de la república.[17]​ Seis días luego del golpe de Estado, falleció su hermano Ramón y a raíz de ello solicitaría a la Junta que le dieran de baja en su cargo de general en jefe del ejército del sur, para retirarse a la capital por algunos días a reponer su salud y encargarse de los negocios de su difunto hermano.[18]

El 3 de julio se presentaría en la Plaza de Armas de Compostela de Azua dispuesto a entregar su mando de jefe del ejército del sur al coronel José Esteban Roca y Comas, quien fue destinado provisionalmente a ejercer la jefatura hasta la llegada del presidente Sánchez, designado por la Junta para ocupar el cargo el 23 de junio; el traspaso no se pudo efectuar a causa de que las tropas del ejército del sur se negaban a consentir separase del general Santana, como lo expresaría el coronel Mora con el grito de: «¡No queremos al coronel Roca ni permitiremos que nos quiten a Santana!».[11]​ Al no poder efectuarse el cambio de mando convinieron el general Santana y el coronel José Esteban Roca en suspenderlo para dar cuentas a la Junta.

Al día siguiente en Santiago de los Caballeros fue proclamado el general Duarte como presidente de la república por el comandante en jefe del departamento de Santiago de los Caballeros, el general de brigada Matías Ramón Mella Castillo, desconociendo la autoridad de la Junta de su propio compañero; desaprobó el presidente Sánchez las acciones de los generales Ramón Matías Mella y Duarte, expresando que: «los febreristas no deberemos dar el triste ejemplo de semejantes exaltaciones tumultuarias, como quiera que con ello se entronizaría la anarquía». El presidente Sánchez tras dialogar con Saint-Denys sobre la entrada del general Santana se trasladó a San Cristóbal para acordar con él los preparativos de su entrada a la capital; hizo su entrada el general Santana el día 12 y se adhirió junto al Estado Mayor del ejército del sur, integrado por los coroneles Pedro Linares, Duvergé, Díaz, Antonio Abad Alfau y Bustamante, Fernando Tavera, Juan Francisco Guerrero y Merced Marcano, a la ratificación de la Junta en relación al reconocimiento de la independencia y protección por parte de Francia.[16]

Golpe de Estado de julio

El día 13, a las siete de la mañana se presentó el general Santana en la Plaza de Armas de la ciudad con todas sus tropas reunidas, a las que pasaría revista y les dirigiría una alocución de abnegado patriotismo, llegando a decir: «Yo no tengo ambición alguna». Habló sobre su deseo de volver a la vida privada, ofrecería sus servicios para la defensa externa del país si se exigiera por segunda vez y al concluir expresó:

yo no deseo otra cosa que vuestra felicidad y la gloria de mi pais. Si mis charreteras pueden ser perjudiciales á los intereses de la patria, yo las entregaré á vosotros, mis compañeros de armas, que me las habéis confiado.

Un grito de entusiasmo salió de todo el ejército del sur, enteramente devoto del general Santana; este hizo el movimiento de arrancar de sus hombros las charreteras pero los oficiales de su Estado Mayor se opusieron; vociferaría el coronel Manuel Machado «Abajo los filorios!» mientras el coronel Antonio Abad Alfau gritaría: «Abajo la Junta! Viva el General Santana, Jefe Supremo!»; en la Plaza de Armas y por todos lados se oían los gritos de aclamaciones diciendo: «viva el general Santana! viva el salvador de la patria! viva el presidente Santana!». Miles de voces gritaron en seguida «Abajo la Junta», y con el apoyo del ejército del sur y del pueblo se investiría al general Santana con poderes dictatoriales ilimitados bajo el título de jefe supremo de la república, quedando desconocida la Junta. Tras consultar con su Estado Mayor declararía al pueblo que no quería gobernar solo el país y que iba a proceder inmediatamente a hacer un Gobierno provisional hasta la elección y constitución de un Gobierno definitivo del país; la noticia de la declaración fue bien recibida. Posteriormente se encaminó al arsenal de la Torre del Homenaje, seguido del pueblo y del ejercito del sur, pasando nuevamente revista a sus soldados que luego se retirarían a sus cuarteles. Por la noche, le comentaría a Saint-Denys que pensaba que carecería de adhesión si rechazaba el poder ilimitado que se le acababa de conferir y le preguntó a Saint-Denys su opinión, admitiendo que sus amigos le estaban aconsejando que tomara medidas violentas y un sistema de reacción, cosa que le desagradaba. Saint-Denys le aconsejo volver a los principios del manifiesto del 16 de enero, rechazar la dictadura, conservar la Junta, restaurar a los miembros que habían sido expulsados, eliminar a los introducidos por el golpe de Estado del 9 de junio y que asumiera la presidencia de la Junta pero conservando sus poderes; el general Santana se puso de acuerdo con lo expuesto y al poco tiempo hizo redactar apresuradamente una proclama donde rehusaba la dictadura, pese a la oposición de sus consejeros íntimos que estaban a favor de una dictadura completa sin Junta.

El día 14, a las ocho de la mañana, el general Santana leyó entre vítores su proclama en la que declina la dictadura, llamándole: «el peligroso cargo de dictador, tan funesto a aquellos pueblos que se han visto en la necesidad de ensayarlo». Decidió también que se procedería sin demora a la convocatoria de los colegios electorales para nombrar una asamblea constituyente y proceder a la formación del Gobierno definitivo. Finalizaría llamando a la unidad con el lema triádico: «¡Indulgencia, paz, unión!».

El día 15, a las once de la mañana fue a la Junta para informarle de su reorganización. Estando allá sucedió un incidente entre un partidario suyo (Juan Ruiz) y Juan Isidro Pérez; tras una discusión ambos se amenazarían y luego sacaron sus armas; intervendría el general Santana para evitar una tragedia pero Juan Pérez le gritaría de forma amenazante: «Si Roma tuvo un Bruto, Santo Domingo también lo tiene». Unos oficiales del general de Santana, creyendo que era un complot para asesinarle, salieron apresurados a la Plaza de Armas gritando: «a las armas, a las armas; asesinan a Santana». Toda la población acudió a la Plaza de Armas, entre los que estaban Francisco Javier Abreu, Manuel Joaquín Delmonte y Torralba y el coronel Báez (refugiados en la casa de Saint-Denys desde el 9 de junio); unas personas decían «el general ha muerto» y otros gritaban: «no, nada le ha sucedido, vive el general Santana». Se salvaría Pérez de un linchamiento por intervención del coronel Felipe Benicio Alfau y media hora después todo volvió a la normalidad.[15]

El día 16, reorganizo la Junta y ocupó la presidencia conservando el título de Jefe Supremo; ocuparon el puesto de vocal Bobadilla, Carlos Moreno, Toribio Mañón, José Ramón Delorve, Manuel Cabral Bernal, Félix Mercenario, los generales Jimenes y Sánchez, y el coronel Santamaría como secretario; la Junta se declararía permanente hasta que se restableciese el orden. El general Sánchez no permanecería mucho tiempo en la Junta debido a que no aceptaría enfrentarse al general Duarte.[19]

Presidente de la Junta Central Gubernativa

Restablecimiento del orden

La nueva Junta estaría implacablemente ocupada en restaurar el orden y la confianza. El día 17, ratificaría el decreto de la Junta del 1 de marzo referente a la esclavitud, declarando que «la esclavitud es contraria a la libertad natural, a los principios eternos de la Religión, de la razón y de la sana política» y que todo ciudadano que quisiera traer esclavos de África, y sea participe en su compra o venta: «será considerado como pirata, juzgado y castigado con la pena de muerte». La ratificación se vio movida por la llegada de un español al país con la intención de reclamar sus esclavos fugados de la Capitanía General de Puerto Rico; sus antiguos esclavos (ahora alistados en el regimiento de africanos) cuando reconocieron a su antiguo dueño estuvieron a punto de asesinarle pero gracias a la intervención del presidente Santana fue encarcelado y repatriado.

El día 24, Tomás de Portes, publicó una pastoral validando el Gobierno del presidente Santana, diciendo que no obedecerle a él y a la Junta era una ofensa a Dios, amenazado con excomunión mayor a «cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio gobierno», mientras la Junta convocaría elecciones para la asamblea constituyente y declararía que no se cedió ni se cederá ningún territorio nacional a otros país, que no se reconocería al general Duarte como presidente y reiterando que no se restablecería la esclavitud. Para aquellos instantes el general Duarte contaba con la adhesión de Santiago de los Caballeros y las ciudades de Moca, San Felipe de Puerto Plata y Concepción de la Vega, no obstante se veía desprovisto de soporte militar significativo y su facción era muy minoritaria; el general Ramón Matías Mella, convencido de la imposibilidad de oponerse al presidente Santana por el riesgo de una guerra civil notoriamente desventajosa, propuso la realización de elecciones con el general Duarte como candidato a la presidencia y el presidente Santana como candidato a la vicepresidencia; la propuesta fue rechazada por el presidente Santana. El día 28, el presidente Santana hizo una proclama donde acusaba al general Duarte de «tendente á sustituir en nuestro pais al pabellon Dominicano» por la bandera de Colombia y le reprocharía su nula participación en la conformación de la república debido a que se hacia llamar como «libertador de los dominicanos»:[9]

ese libertador de nueva especie se encontraba en Curazao tranquilo y seguro, cuando el pronunciamiento de los dominicanos; ese libertador de nueva especie no ha contribuido ni con un solo maravedí para las exijencias de la República; ese libertador de nueva especie, se paseaba sosegadamente por las calles de la Capital, mientras que los buenos patriotas, los verdaderos héroes, hacian todo genero de sacrificios y arrastraban á la muerte en los combates para darnos patria y libertad.

El respaldo que el general Duarte recibió en el Cibao le fue retirado después que el general Mella abandonó Santiago de los Caballeros; el general de brigada Francisco Antonio Salcedo, quien se había mostrado remiso a la proclamación del general Duarte y estaba comprometido con el coronel Pedro de Mena en el soporte militar del presidente Santana, incitaría en Santiago de los Caballeros y Moca un pronunciamiento que pondría las ciudades nuevamente bajo autoridad de la Junta, siendo secundado por el comandante Bartolo Mejía en Concepción de la Vega. El 22 de agosto la Junta declararía a los generales Duarte, Mella, Sánchez, a los coroneles Pedro Pina, Gregorio del Valle y Juan Evangelista Jiménez, al capitán venezolano Juan José Illas y Pérez como «traidores e infieles a la Patria», siendo destituidos de los cargos que ejercían y condenados al destierro perpetuo. El día 27, mientras Duarte estaba San Felipe de Puerto Plata a la espera de la respuesta del presidente Santana en relación a la propuesta de vicepresidencia, fue reducido a prisión por el coronel Mena y llevado a la capital de donde partiría al destierro en Europa al igual que el resto de los filorios.[9][17]

Constitución de San Cristóbal

 
Constitución de San Cristóbal.

Ya arregladas las rencillas internas se procedió a instalar el 24 de septiembre en San Cristóbal la asamblea constituyente que elaboraría el nuevo texto constitucional que remplazaría al manifiesto del 16 de enero que fungía como una constitución provisional. La parte española ya había tenido anteriormente sus primeras experiencias constitucionales en la constitución autonomista promulgada por Toussaint Louverture en 1801, las tres constituciones de la Francia napoleónica, la del Imperio Español de 1812 (aplicada en 1812-1814 y 1820-1821), la efímera acta constitutiva del Haití Español, y las constituciones haitianas de 1816 (aplicada en 1822) y la fugaz de 1843; se vio influida la nueva ley fundamental de la constitución liberal del española de 1812, de la haitiana de 1843 y de los Estados Unidos de América. Se estableció definitivamente al Gobierno como esencialmente civil, republicano, popular, representativo, electivo y responsable.

Según el primer artículo de la constitución, el Gobierno del Estado debe ser esencialmente civil, no obstante el presidente Santana insistió en un Gobierno militar mientras dure la guerra, y la asamblea condescendió a sus peticiones al autorizarlo por el artículo 144 a confiar las funciones de jefes políticos superiores (gobernadores) a sus generales que concentraran las atribuciones militares y civiles.

Ya concluida la constitución se llegaría a incluir el artículo 210 el cual establecía:

Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna.

Pese a la multitud de versiones sobre su origen el único que se atribuiría la autoría del articulo 210 fue Saint-Denys en su carta del 30 de noviembre dirigida al ministro de Asuntos Exteriores de Francia, François Guizot:

El proyecto de Constitución negaba al presidente, reservándolo exclusivamente al Congreso, el nombramiento de los oficiales de un grado superior al de teniente–coronel. Mis consejos han prevalecido y la Constitución definitiva le ha acordado no solamente atribuciones muy extensas, sino también un poder casi dictatorial y sin responsabilidad para el caso en que la salud de la República pudiera ser comprometida, hasta la conclusión de la paz con los haitianos. La contradicción que existe con motivo de la responsabilidad del presidente, entre el párrafo 13 del artículo 102 y el artículo 210 atestigua la precipitación con la cual han sido discutidos y votados los últimos artículos de esta carta constitucional de los dominicanos.

El artículo 210 hizo que el régimen liberal planteado originalmente se tornara en un régimen híbrido. El 6 de noviembre se promulgó la constitución, y dos días después el presidente Santana fue electo presidente constitucional por la asamblea y de modo excepcional fue nombrado por dos períodos consecutivos de cuatro años, por lo que debía gobernar hasta el 15 de febrero de 1852. El día 13, ante la asamblea juraría la constitución y prestó el juramento constitucional para la presidencia donde juró guardar y hacer guardar la constitución y las leyes del pueblo dominicano, respetar sus derechos, y mantener la independencia nacional.

El día 14, conformó su primer gabinete de Gobierno, el cual suplantaría la estructura de la Junta; destinaría a Bobadilla (considerado por Saint-Denys como la personificación del gabinete), el hombre de mayor trayectoria política, en las carteras de Relaciones Exteriores, Justicia e Instrucción Pública; Miura en Hacienda y Comercio; Cabral como ministro de Interior y Policía; y al general Jimenes como encargado de Guerra y Marina.[19][e]

Primera Presidencia

Presidencia (1844-1848)

 
Retrato del General Pedro Santana. Obra de Tuto Báez.

Desde el día 23 empezarían la fiestas por la publicaron de la constitución donde se hicieron desfiles cívico-religiosos; el presidente Santana restablecería las corridas de toros, prohibidas por Haití, las cuales eran del agrado de los dominicanos, no obstante no lo eran del presidente Santana.[19]

El 9 de julio de 1846 el presidente Santana abandonaría la capital para hacer su primera visita al Cibao; el día 11, visitaría Concepción de la Vega donde fue recibido con aclamaciones de júbilo por todos sus habitantes que habían preparado magnificas fiestas para festejarle.[20]​ El 11 de agosto fue recibido en Moca por el general Imbert.

En 1847 fusiló a los hermanos Puello.

Política Interior (1844-1848)

Comisiones militares

Instalaría comisiones militares el presidente Santana el 18 de enero de 1845 en la capital, Compostela de Azua, Santiago de los Caballeros y San Felipe de Puerto Plata teniendo por objetivo desmantelar conspiraciones; la comisión militar de la capital la conformaban el coronel Juan Esteban Aybar, el teniente coronel Toribio Mañón, el capitán Marcos Rojas, el teniente Juan Salazar, el alférez Félix Manchego, el sargento Juan Rodríguez, el cabo Prudencio Camellón y el secretario José María Pérez Contreras.

El venezolano José del Carmen Figueroa, el alférez Nicolás de Baria, la tía y el medio hermano de Sánchez (María Trinidad y Andrés) se les acuso de fraguar una conspiración que tuvo por objetivo cambiar el gabinete, expulsando a los ministros Miura, Cabral y Bobadilla, para seguidamente proclamar al presidente Santana como dictador vitalicio absoluto, sin embargo su verdadera finalidad era demoler el Gobierno constitucional y hacer volver a la isla a Jiménez, Mella y Sánchez. Los conspiradores al no querer delatar a las otras personas envueltas tras la trama se les sentencio a fusilamiento y se les ajusticio el 28 de febrero.[f]

Los enemigos del presidente Santana lo tildarían de ser el autor e instigador de los fusilamientos, achacándole principalmente el ajusticiamiento de Trinidad Sánchez, como lo haría durante la guerra civil (1857-1858) el entonces presidente Báez en una proclama del 27 de febrero de 1858 y que en un manifiesto del 4 de marzo el general Santana le contestaría: «No, mentiroso y calumniador; yo no hice matar á Trinidad y Andrés Sánchez, Nicolás de Baria y Fígueroa, segun me lo imputas tú, etc».[21][g]Sánchez no inculparía al presidente Santana ser el responsables de las muertes y nunca le guardó rencor por aquellos sucesos e incluso lo elogiaría públicamente en 1853 llamándole: «el Padre del pueblo, el elegido de la Providencia por tantas veces para salvar la Patria».[22]

Política Exterior (1844-1848)

Intento de reconocimiento

 
Caricatura de un republicano con gorro frigio pateando al depuesto rey de los franceses don Luis Felipe de Orleans a través del Canal de la Mancha hacia Inglaterra y le grita: «¡Hazte ahorcar en otro lugar!».

El 26 de mayo de 1846 envió una misión a Europa, integrada por José María Medrano junto a los coroneles Esteban Aybar y Báez, con instrucciones de gestionar el reconocimiento de la independencia por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Francia y España. Pasado un año de negociaciones que no llevaron a buen puerto se dieron nuevas instrucciones el 17 de Agosto de 1847, las cuales eran: «Lo más interesante para nosotros es la intervención para hacer cesar la guerra».

El Gobierno de Luis Felipe I, se negó a impartir su reconocimiento hasta que Haití lo hiciera. Por el tratado de 1838, Francia había reconocido la independencia de toda la isla como entidad haitiana, y por consecuencia encontró al Gobierno de la parte española simplemente como insurrecto. La revolución francesa de 1848, causante de la abdicación de Luis Felipe I y de la proclamación de la República Francesa, dieron lugar a que el presidente Santana aprovechara la coyuntura para acercarse directamente con los miembros del Gobierno provisional de Francia el 2 de abril, solicitando ayuda para evitar la inminente agresión haitiana.

Los emisarios del Gobierno dominicano iniciaron sus gestiones para obtener el ansiando reconocimiento de la independencia, conquistando un éxito primario; el canciller Henry John Temple, vizconde de Palmerston, expidió el 22 de mayo en nombre de la reina Victoria I del Reino Unido las credenciales a Robert Hermann Schomburgk como cónsul del Reino Unido en la capital, con poderes para negociar el reconocimiento de la república, cuáles preliminares fueron planteados en la ciudad de Londres por los emisarios dominicanos.[23]

Protectorado (1844-1848)

El Gobierno del presidente Santana había tratado de obtener desde los primeros días de su andadura el reconocimiento o la protección de las principales potencias, aunque se dirigió a Francia en primer término debido a la existencia de un grupo pro-francés especialmente activo, que contaba además con el apoyo entusiasta de los representantes consulares de ese país tanto en la capital como en Puerto Príncipe. Los componentes de dicho grupo fueron quienes ocuparon el poder desde el momento en que el presidente Santana logró controlar la situación gracias a la fuerza que le proporcionaban su prestigio militar tras las sucesivas victorias dominicanas sobre los haitianos, y un ejército compuesto en gran parte por hombres que le eran completamente fieles.[24]

Renuncia de 1848

En la fase final de su primer período la situación de crisis política y económica que vivía el país hizo que su Gobierno perdiese popularidad en la opinión pública. Al verse la agitación en el Congreso de la república, el presidente Santana se vería impulsado a trasladarse hacia Santa Cruz del Seybo para esperar el devenir de los sucesos políticos pero al retornar a la capital no hubo mejora. La situación se agudizo con la renuncia del ministro de Interior, Policía, Justicia e Instrucción Pública, Miura. Dicha dimisión fue causante del último cambio de gabinete el 31 de julio de 1848, en el que se ingreso el doctor José Caminero en el ministerio de Relaciones Exteriores; Mercenario en la secretaría de Interior y Policía; y el general Domingo de la Rocha y Angulo como ministro de Justicia e Instrucción Pública. Asediado por las intrigas palaciegas; minada su salud por tantas empresas agitadas; ansioso también de esquivar la tormenta que se formaba bajo sus pies, resigno el mando el 4 de agosto. Se despediría el presidente Santana diciendo las siguientes palabras al inicio y al final:[25]

Dominicanos: El estado de enfermedad en que me encuentro hace ya más de dos años, y la tranquilidad que goza la República, me han hecho determinar a dimitir y renunciar solemnemente el cargo de Presidente de la República (...) Funcionarios públicos, ciudadanos todos, y vosotros mis compañeros de armas, formemos una cadena tan sólida que sea capaz de alentar a todos los dominicanos, y de aterrar a nuestros enemigos, que sólo por medio de nuestra desunión podrían mejorarse y aun vencernos; cerremos los oídos a cualquiera sugestión de los que se propongan, por miras particulares, turbar nuestra paz, para hacernos fuertes y poder decir con orgullo, soy dominicano, y sin más auxilio que nuestro patriotismo, hemos reivindicado nuestros derechos y formado una Patria que nos habían usurpado.

Según lo dispuesto en el artículo 99 de la constitución le sucedería provisionalmente el Consejo de Ministros en la jefatura del Estado, siendo integrado por los ministros Domingo de la Rocha, Mercenario, Caminero y Jimenes (el único ministro original del gabinete de 1844). Pese al esfuerzo de sus amigos, Francisco Abreu, Manuel Joaquín Delmonte y el español Francisco Sardá Carbonell, de que retirase la dimisión, el general Santana les respondió: «¿Y qué quieren ustedes, que haga yo para sostenerme en la Presidencia; que acabe con la juventud de Santo Domingo? Quieren gobernar; pues dejemos que se ensayen».[11]​ Pasaría a retirarse a su hacienda, llamada El Prado en Santa Cruz del Seybo. El Consejo de Ministros convoco a los Colegios Electorales y saldría votado como presidente electo, el ministro Jimenes, quien tomaría la posesión de la jefatura del Estado el 8 de septiembre; el nuevo mandatario desintegraría las fuerzas armadas, principalmente la infantería de línea y amnistió a Jiménez, Sánchez, Mella, Pérez, Pina y Duarte junto a su hermano Vicente; el único amnistiado que no retorno al país fue Duarte.

El general Santana, a pesar de estar fuera del Gobierno, sus gestiones diplomáticas dieron buenos resultados y el Estado dominicano obtendría por primera vez el reconocimiento de su independencia por parte de una nación, siendo la primera Francia el 22 de octubre del mismo año.[23]

Campaña de 1849

Llamado del Congreso

Tras la muerte del presidente haitiano Riché en febrero de 1847 se designó por el Senado para desempeñar el cargo al general Faustino Soulouque y el 6 de marzo de 1849 emprendió con sus tropas que ascendían a 18 000 hombres una expedición hacia la parte española con el propósito de adelantarse por una acción fulminante a las gestiones diplomáticas exitosas con que la República Dominicana daba sus primeros pasos para obtener el reconocimiento de su independencia e iniciaría su ofensiva en Las Matas de Farfán, la cual fue abandonada por los generales Mella, Remigio del Castillo y Valentín Alcántara; seguirían los haitianos su marcha ocupando a la también abandonada San Juan de la Maguana.

El 2 de abril el coronel Báez, quien presidía el Congreso dominicano, aprovecharía que el presidente Jimenes se encontraba ausente en la capital y ordenaría que el general Santana se pusiera como cabeza del ejército libertador con todas las fuerzas que pudiera movilizar de la Provincia Santa Cruz del Seybo pero el presidente Jimenes al retornar anularía el día 3 el decreto que le llamaba. El general Santana llegaría a la capital cuando llegó la noticia de la victoria haitiana en el asedio de Compostela de Azua que ocurrió tras ser abandonada, tras lo cual el presidente Soulouque entraría día 7 y dicha noticia causaría consternación en la capital.

En un inicio el presidente Jimenes no quería que el general Santana fuera al combate pero la amenaza haitiana hizo que se le encomendara ir a la frontera aunque no se encontrara allá ninguna tropa. Reunió 300 seybanos de los derrotados en Compostela de Azua y saldría de la capital rumbo al teatro de los acontecimientos el día 10 y se acuartelo en Sabana Buey.[12][25]

Las Carreras

 
Litografía de la batalla de Las Carreras.

Saldría victorioso el día 17 el general de división Duvergé en la batalla de El Número pero se replegaría a Las Carreras, rebasando el río Ocoa, donde amaneció el día 18 y entregó el mando al general de brigada Abad Alfau.

El día 19, informaría el general Santana que los haitianos se encontraban frente a Las Carreras en asechanza, y hasta la madrugada del día siguiente permaneció en el cuartel general de Sabana Buey. Se le informaría que el día anterior fueron derrotadas las fuerzas haitianas en su tentativa de forzar el paso y su campamento en Las Carreras donde amanece esperando acometidas haitianas.

El día 21, los haitianos iniciaron un cañoneo con una pieza de a 12, bajando después tres piezas más, que colocadas en batería, abrieron cerrado fuego sobre las cuatro divisiones apostadas en orden de batalla por el general Santana, en la margen oriental del río Ocoa y los haitianos protegidos por el fuego de su artillería que no pudo ser devuelto por los dominicanos porque carecían de ella, se lanzaron a la carga concentrando el vigor de su ataque por los flancos del ejército libertador; bajo el cañoneo haitiano, los generales dominicanos iniciaron el contraataque a las cinco y media de la tarde. En el momento culminante, el general Santana lanzó a la batalla a su escolta personal, y la caballería que mandaba el coronel Pascual Ferrer, en imponente carga de lanceros.

El presidente Soulouque iniciaría su retirada, protegido por destacamentos de retaguardia reforzada, mientras que el general Santana enviaría para hostilizarle guerrillas por los flancos y al caer la tarde del día 22, y durante la noche las fuerzas haitianas aterrorizadas abandonaron sus últimas posiciones en terrible desbandada. Avanzó en la madrugada en persecución de los haitianos el general Santana, y a las seis de la mañana del día 23, planto su campamento en El Número y dejaría una guarnición bajo el mando del teniente coronel Marcos Evangelista, y luego regresaría a Sabana Buey, restableciendo el cuartel general.[23]

Segundo ascenso al poder

Alzamiento contra Jimenes

El 6 de mayo el Gobierno le ordenaría al general Santana entregar las fuerzas que mandaba y que se reintegrara al Estado Mayor de la capital.

Los militares del cuartel general de Compostela de Azua comenzarían el día 9 una insurrección abierta contra el presidente Jimenes a la que se uniría el general de división Manuel Mota y el jefe de la flotilla dominicana, el almirante sardo Juan Bautista Cambiaso, propagándose la rebelión en todo el país. El general Santana avanzaría rumbo a la capital el día 13 expidió en su cuartel general de Baní un manifiesto desconociendo el Gobierno del presidente Jimenes y proseguiría su avance, empezando a asediar la ciudad el día 19 con tres columnas de soldados aguerridos bajo el mando de oficiales veteranos y estableció su cuartel general en Guibia donde le exigió al Gobierno como único medio de evitar derramar sangre que el presidente Jimenes deponga el mando. El presidente Jimenes lo acusaría de querer causar la guerra civil, y ordenaría que se le juzgare de «conspirador y traidor a la patria».

Después de un intercambio epistolar incendiario que duro varios días, se inicia desde los fuertes de la ciudad el bombardeo sobre las villas sitiadores y que ocasiono la destrucción por el fuego de una parte de la villa de San Carlos de Tenerife el día 22. Sin esperanzas el presidente Jimenes de vencer en se avino a una convención, por intermedio del agente comercial estadounidense, y los cónsules francés y británico que fue firmada en el cuartel general de Guibia el día 29, por el cual el presidente Jimenes renunciaba al cargo y saldría del país en el bergantín británico Hound junto al coronel Pina, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Justiniano Bobea, Tomás Troncoso, Santiago Barriento, Tomás Sánchez y el general Alcántara, quien desertaría del ejército libertador poniéndose bajo servicios de Haití.

Jefe Supremo

 
Billete de un peso de 1849.

El general Santana realizó el día 30 su entrada triunfal a la capital, aclamado por el pueblo y reverenciado en la exaltación de su prestigio. Con su llegada a la Plaza de Armas de la capital, el general Marcano, le aclama diciéndole: «¡Viva el Libertador! ¡Viva el Libertador!». Asumió la jefatura del Estado como Jefe Supremo. Su primer decreto sería anular los rangos concedidos por el general Jimenes desde el 13 de abril al 29 de mayo y convocaría el 4 de junio que se eligiese un nuevo presidente, siendo electo el 5 de julio Santiago Espaillat pero el día 12 presentó su renuncia al Congreso, diciendo que tomaba la decisión por razones de edad y de salud que no le permitían ser investido jefe del Estado.[26]

Asistió el general Santana a la sesión extraordinaria del Congreso del día 6, y rindió cuenta de su campaña contra los haitianos, y de sus gestiones como Jefe Supremo. Plantearía la necesidad, y conveniencia de iniciar la guerra ofensiva contra Haití como única medida de la cual podrían esperarse resultados más duraderos y positivos. Dicho plan a finales año fue empleado por la armada dominicana.

Nuevamente convocaría a que se eligiese un presidente y durante aquel transcurso el día 18 el Congreso le confirió el título de Libertador de la Patria, el cargo de general en jefe de los ejércitos de la república y una casa en la calle El Conde. También se colocaría su retrato en el Palacio Nacional junto a los de Cristóbal Colón y Sánchez Ramírez.

En el extranjero, el senado haitiano hizo la proclamación del Imperio de Haití, convirtiendo a su presidente en emperador bajo el nombre de Faustino I de Haití y en medio de la guerra civil venezolana (1848-1849) el general José Antonio Páez le escribiría al general Santana pidiendo ayuda militar, ofreciéndole su alianza política pero no fue respondido. Fue el general Santana al Cibao a final de mes, pasando por Santiago de los Caballeros, y las villas de San Lorenzo de Guayubín y San Ignacio de Sabaneta, de donde regresaría enfermo.[7]​ Finalmente fue elegido para la presidencia el coronel Báez, quien fue sugerido por el general Santana pero no asistiría a la sesión del Congreso del 24 de septiembre, en la cual prestaría el juramento constitucional el coronel Báez, alegando encontrarse indispuesto.[23]

Segunda Presidencia

Presidencia (1853-1856)

 
Ilustración del presidente Santana en Gleason's Pictorial de 1854.

El 15 de febrero de 1853 se llevaron a cabo elecciones en las que Santana ganó la presidencia para el período 1853-1857. Su nuevo gobierno no fue muy diferente al anterior, caracterizándose por ser despótico y arbitrario. En un gesto conciliador, Pedro Santana decretó una absolución para gran número de exiliados políticos, aunque entre estos no se incluyó a Juan Pablo Duarte, que vivía en Venezuela.

Pedro Santana, al igual que Buenaventura Báez, se dedicó a hacer gestiones para lograr un protectorado de Estados Unidos. España, que hasta entonces no había mostrado gran interés en República Dominicana, se preocupó por el espacio que Estados Unidos podía ganar en el país. Esto motivó que España se apresurara a firmar varios reconocimientos.

Antonio María Segovia, cónsul español, se dedicó a entorpecer las negociaciones de Santana con Estados Unidos, apoyó a los sectores enemigos del gobierno. Además, en 1856 ofreció la nacionalidad española a todos los dominicanos que la solicitaran. Una avalancha de opositores se beneficiaron de la llamada Matrícula de Segovia, pasando a actuar libremente bajo el amparo español.

Los problemas diplomáticos con España, la crisis financiera y el descenso de la popularidad de Santana hicieron que este renunciara el 26 de marzo de 1856. El vicepresidente Manuel de Regla Mota, ocupó la presidencia de la República y por un acuerdo político, Báez fue nombrado nuevo vicepresidente, para luego proceder a la renuncia del presidente, y Báez asumir el poder. Báez estaba fuera del país desde 1853 por órdenes de Santana. Buenaventura Báez retornó al país para asumir el cargo gracias a las gestiones realizadas por el cónsul Antonio María Segovia.

Política Exterior (1853-1856)

Reconocimiento internacional

Jefes de Estado que reconocieron al Estado Dominicano durante el mandato de Santana

En el Gobierno de su predecesor se había logrado el reconocimiento del Estado dominicano en 1850 por parte de Victoria I durante el Gobierno del primer ministro John Russell, conde de Russell y en 1851 el rey Federico VII de Dinamarca se sumaria al reconocimiento de la república bajo el Gobierno del primer ministro Adam Wilhelm Moltke.

El presidente Santana siguiendo la política de conseguir el reconocimiento formal de la independencia por naciones enviaría nuevamente diplomáticos: a Europa se enviaría para que se reconociera la independencia a José Fontana para conseguirlo de parte del Reino de Cerdeña y al venezolano Rafael María Baralt para que España hiciera lo correspondiente; en América el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Joaquín Delmonte, se le encomendó ir a la Colonia de Curazao y dependencias para el tratado con los Reino de los Países Bajos, mientras que para los Estados Unidos de América estarían Bobadilla y Jacinto del Rosario de Castro.

El primer jefe de Estado con el que conseguiría estrechar relaciones diplomáticas el presidente Santana sería con el rey Guillermo III de los Países Bajos el 30 de noviembre de 1853 por medio del gobernador de Curazao, Isaac Joahnnes Rammelman. En el año 1854 reconocería la independencia dominicana el rey Víctor Manuel II de Cerdeña el 22 de marzo bajo el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros Camillo Benso, conde de Cavour y luego el presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce lo hizo el 5 de octubre. En el año 1855 Isabel II de España reconoció el Estado el 18 de febrero durante el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros Baldomero Espartero, duque de la Victoria, duque de Morella, conde de Luchana y vizconde de Banderas; los últimos jefes de Estado que reconocerían la soberanía dominicana en el año 1855 fueron los alcaldes de las Ciudades Libres y Hanseáticas de Bremen y Hamburgo (miembros de la Confederación Germánica), Johann Smidt y Nicolaus Binder, siendo este tratado hecho en la república debido a que los cónsules de dichas ciudades se hallaban en el país y se ordenaría que Domingo Daniel Pichardo firmara el tratado, siendo firmado el 12 de mayo.[27][28]

Campaña de 1855-56

 
Caricatura donde don Faustino I deseoso de hacer la guerra contra sus vecinos y sin dinero para comprar armas, trae de Francia un maestro especial que les enseñó cómo pasar la pierna a un ejército enemigo.

Faustino I tenía preparada otra expedición contra la parte española y a pesar de la oposición del Reino Unido, el Imperio Francés y España, en noviembre de 1855 organizó otra vez su ejército y lo dividió en 2 cuerpos: uno comandado por el general Garat, conde de La Petite Riviere Rousseaux, que saldría de Verrettes con dirección a Santa Cruz de Neyba y otro comandado por el mismísimo Faustino I que saldría de San Gabriel de las Caobas hacia Cachimán.

El presidente Santana conocedor de aquella expedición dejaría al vicepresidente Mota encargado del Poder Ejecutivo el 28 de noviembre y se trasladaría al cuartel general de Compostela de Azua para organizar la defensa. Encomendaría la defensa de la línea de San Juan de la Maguana al general de brigada Contreras y ordenaría auxiliar al general de brigada Francisco Sosa en Santa Cruz de Neyba.

El ejército libertador vencería a los haitianos el 22 de diciembre en las batallas de Santomé y Cambronal. El presidente Santana al conocer lo acontecido le comunicaría al ministro de Guerra y Marina el día 26 lo siguiente:

Señor ministro: Me cabe la gloria de anunciar al Gobierno, por el órgano de usted, que ya la nube oscura que venía cubriendo nuestro territorio, ha desaparecido enteramente; y nuestras tropas se hallan posesionadas de nuestros puntos fronterizos. De ese ejército de vándalos, el que ha escapado va bien escarmentado, pues no lleva consigo sino el pellejo; así es que hoy podemos contar con la existencia de la República Dominicana: no necesitamos de más paz, porque ya está garantizada y afianzada por el triunfo de nuestras armas: ¡Viva la religión! ¡Viva el Ejército vencedor! ¡Viva la República Dominicana!

El 26 de enero de 1856 los haitianos serían vencidos nuevamente en Sabana Larga, siendo esta la última acción que cesaría definitivamente las hostilidades beligerantes de Haití contra la república, más esto no significaba que no se siguiera reclamando la totalidad de la parte española por el Imperio Haitiano.[29][12]

Durante la segunda presidencia de Báez

Apresamiento

El 2 de enero de 1857 el Consejo de Ministros presidido por el presidente Báez acusa al general Santana de la rebelión ocurrida en Santa Cruz de Neyba, de ocultar en su casa una gran cantidad municiones junto a otros objetos y que «la sociedad, que aún no ve completamente derrocada la tiranía, mientras el tirano pueda a mansalva causar trastornos», decretándose seguidamente que el general división Cabral llevase a la capital al general Santana. El 4 de enero el general Cabral con los escuadrones de caballería de San Cristóbal y Baní, compuestos por 200 jinetes, se dirigió a El Prado donde fue recibido por el general Santana. Le concedió el general Cabral un pliego al general Santana, quien, tras leer y ver que se encontró la firma de su enemigo, el ministro de Guerra y Marina, Aybar, comentaría: «Pues si el Gobierno cree conveniente que pase a la Capital, yo estoy a sus órdenes». La caballería encabezada por los generales Cabral y Santana entraron el día 8 a la capital. El Comandante de Armas y gobernador de la Provincia de Santo Domingo, Sánchez, le ofrecería por prisión al general Santana su alojamiento de la Comandancia de Armas.[30]

Destierro

El día 11 el Gobierno se decide por expulsar del país al general Santana; en la madrugada del otro día fue llevado por el ministro Aybar, los generales José Antonio Hungría, Antonio Batista y Sánchez a la goleta Ozama, siendo embarcado hacia la isla francesa de Martinica junto a su sobrino Manuel, bajo la custodia del coronel Simón Corso, los comandantes Jacinto Peynado Tejón, Juan Andrés Gatón y José María Moreno. Su salida de la isla fue un día de júbilo para sus enemigos, mientras que para él fue amargo y triste. Tras su salida sus enemigos lanzaron contra él burlas e insultos en el Boletín Oficial y en El Eco del Pueblo incluso lo calumniaron diciendo que estaba desecho llorando y en lamentaciones afeminadas, que en las batallas se encontraba en la retaguardia para protegerse, que recibía de forma indiferente madres y esposas de hombres desterrados, y que su maldad era superior a la de Juan Manuel de Rosas y José Gaspar Rodríguez de Francia.

Al llegar a Martinica no se encontraba allí el gobernador Louis Henri, conde de Gueydon, a cuya disposición se pondría al general Santana; el coronel Corso al no serle posible desembarcarlo se vio en la necesidad de regresar a la capital pero al llegar no se aceptó el desembarco del general Santana, decidiéndose nuevamente que zarpe la Ozama pero que se mantuviera barloventeando sin rebasar la isla Saona. Tras varios días retorno la Ozama a la capital y el general Santana se le trasbordo a la fragata francesa Iphignemie que salió rumbo a la isla francesa de Guadalupe; saldría el 26 de abril de Guadalupe con destino a la isla danesa de Saint Thomas, donde estaría acompañado durante sus primeros días por el británico Teodoro Stanley Heneken, y teniendo como compañero de paseos y tertuliano a Robles de los Rothschild; decidiría escribirle el 1 de junio al presidente Báez para decirle que solo quiere retirarse a su hogar.

El Gobierno dominicano por temor a las actividades del general Santana enviaría para investigarlo a José María González y mandaría sus informes al ministro de Relaciones Exteriores, Félix María Del Monte. En sus comunicaciones González diría que «Santana aquí, pasa por un verdadero caído» y también declararía: «no deja percibir en su conducta nada que revele a un hombre ocupado en conspirar y que al contrario parece más bien dispuesto a suplicar por su vuelta al país». El día 18, el general Santana para poder conversar con González mentiría sobre estar enfermo; el general Santana lo había llamado para preguntarle sobre si era cierta la noticia de la muerte de su esposa, Micaela Antonia Rivera, pero González diría desconocer si era cierto y en seguida el general Santana le contaría sobre su travesía, lo fastidioso que era Saint Thomas y concluiría pidiéndole a González que interpusiera su valimiento con el Gobierno para que le permitiesen retornar porque solo quería vivir en el país sin involucrase en política, no obstante González le mentiría sobre que no tenía valimiento del Gobierno pero que hablaría sobre su situación; el general Santana no caería en la trampa debido a que Robles en la noche le diría sobre la misión de espionaje de González. Ese mismo día el general Santana ingresaría en la secta de la francmasonería, conformada en su mayoría por jóvenes. Aquello lo calificaría González como: «un movimiento reaccionario que dará por resultado el triunfo de Santana».[30]

Tercera Presidencia

Presidencia (1858-1861)

 
Retrato del presidente Santana portando la banda presidencial.

En agosto de 1858 Santana dio un golpe de Estado al gobierno del Presidente José Desiderio Valverde, en Santiago de los Caballeros. Bajo este gobierno de facto que se extendió hasta enero de 1859, el general Santana procedió a reubicar la sede del gobierno en la Ciudad de Santo Domingo y luego a legitimar su mandato, convocando a unas elecciones en las que resultaron elegidos como presidente Santana y vicepresidente Abad Alfau, iniciando su nuevo mandato constitucional el 31 de enero de 1859.

Durante este gobierno, el país enfrentó una grave crisis económica como resultado de la Revolución de 1857. Los cortes de madera, que eran el principal renglón de exportación, se redujeron considerablemente. La explotación era la principal forma de recaudación del pueblo dominicano, por lo que el gobierno estaba sin recursos.

Un problema económico, heredado por Santana de la gestión de Báez, era la gran cantidad de papel moneda devaluada circulante. Este dinero había sido emitido por Báez para estafar a los tabaqueros de El Cibao, en 1857.

El presidente Santana siguió haciendo en secreto grandes cantidades de emisiones monetarias sin respaldo, perjudicando las finanzas nacionales. La justificación para estas emisiones era la necesidad de prepararse militarmente para resistir una posible invasión haitiana.

Política Exterior (1858-1881)

Protectorado (1858-1861)

En 1859 el ministro de Relaciones Exteriores le manifestaría al cónsul sardo, el almirante Cambiaso, sobre que tenía la intención de pedir la protección de Cerdeña sobre la República Dominicana y el 24 de octubre del mismo año el cónsul sardo le escribió al ministro de Negocios Extranjeros de Cerdeña sobre la idea. Dicha idea fue apoyada por los cónsules francés y británico de la República Dominicana que hicieron llegar a sus respectivos países sobre la viabilidad de aquel protectorado como solución a la supervivencia del estado dominicano desde el punto de vista económico y de su seguridad frente a Haití pero los sucesos de la unificación italiana truncaron dicho proyecto.[31][24]

De Protectorado a Anexión

 
Legación española en la Ciudad de Santo Domingo.
 
Gobernador superior civil y capitán general de Cuba Serrano.

El 20 de mayo de 1859 el general de división Felipe Alfau viajó a España como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante la villa y corte de Madrid para gestionar un protectorado con España para sostener la independencia del Estado dominicano.

El 14 de febrero de 1860 el general Alfau dice en recepción con Isabel II:

Como colonia de España hizo Santo Domingo por ella, a principios del siglo, tales sacrificios, que la historia los recuerda como ejemplo inimitable de fidelidad, abnegación y afecto, y aunque libre, independiente y soberano, no ha cambiado de sentimiento respecto de ella ni de su gloriosa dinastía, pues si ha sido leal como colonia, lo es y quiere serlo como aliado a su antigua Metrópoli, siempre fiel y agradecido.

El 27 de abril el presidente Santana escribió una carta a Isabel II en la que le expresaba su interés, no en un simple protectorado, sino en la anexión.

Tregua y conflicto con Haití

 
Presidente don Fabre Geffrard.

El 15 de enero de 1859 Faustino I fue destronado por el general Guillaume Fabre Nicolas Geffrard, duque de Tabara, proclamándose la República de Haití y volviéndose él en presidente de la misma. El presidente Fabre Nicolas Geffrard le ofreció espontáneamente a los cónsules británico y francés en Puerto Príncipe concluir con una tregua de cinco años con la República Dominicana y estaba dispuesto a restablecer las relaciones comerciales entre ambos países, sin embargo no era una reconciliación definitiva. El Gobierno dominicano no había aceptado la oferta de inmediato, sino que había manifestado algunas dudas acerca de cómo responder a la misma, y en vez de una tregua por cinco años se exigía por diez pero finalmente el ministro de Guerra, Marina y Relaciones Exteriores, Miguel Lavastida, comunicó al cónsul francés de la capital que el presidente Santana aceptaba la proposición, respuesta que había transmitido a su homólogo en Puerto Príncipe.

En cuanto a la posibilidad de alcanzar un tratado de paz y comercio por parte del cónsul francés de la capital lo consideraba difícil, debido que la República Dominicana no se querían a ningún precio relaciones comerciales por la frontera, ante el temor de una propaganda haitiana. De parte de los cónsules británico y francés en Puerto Príncipe buscaban el reconocimiento del estado dominicano pero tenían como obstáculo el artículo cuarto de la constitución de 1846 y vigente en Haití que establecía que la isla era una e indivisible.

Si bien el Gobierno haitiano había manifestado la mejor voluntad de no retomar la parte española de momento no por eso fue menos activo y eficaz el género de hostilidades que emprendió contra el estado dominicano, proponiéndose el presidente Fabre Geffrard llevar a cabo sus fines de conquista por otros medios que no habían practicado sus predecesores, y sin haber pasado un año desde la tregua dominico-haitiano el 4 de abril de 1860 el Gobierno dominicano dirigió la primera reclamación a los cónsules británico y francés por el tráfico ilícito que tenía lugar en las fronteras de Las Matas de Farfán, con el apoyo y la protección del jefe haitiano de San Gabriel de las Caobas. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores dominicano, Francisco Pedro Ricart y Torres, informó también a los agentes europeos de que los dominicanos que explotaban sus cortes de caoba en la zona de Petit-Trou eran con frecuencia víctimas de invasiones por parte de los haitianos, que entraban en el territorio dominicano para llevarse bueyes, caballos y todo lo que encontraban. Francisco Pedro Ricart comunicó estos hechos a fin de que convenio fuese cumplido por Haití igual como lo hacia República Dominicana, y añadió que entender por armisticio simplemente como la quietud de las armas, y que mientras tanto pudieran hostilizarse las partes beligerantes por los demás medios a su alcance, sería absurdo. Haití pasaría después de sonsaca y proselitismo de las poblaciones fronterizas con objeto de hacerse amigos entre los dominicanos, y así facilitarse el medio de invadir la parte española con probabilidades de buen éxito. Tales razones habían llevado al Gobierno dominicano a movilizar sus tropas con el presidente Santana a la cabeza para poner fin a aquella situación. Los haitianos además con promesas y dinero hicieron desertar a los generales dominicanos Domingo Ramírez y Morillo, quienes obedeciendo a las pretensiones haitianas se sublevaron en sus puestos de mando pero fueron reprimidos por el Gobierno dominicano.[27]

Gabinete (1858-1861)

  
Ministerios del Tercer Gobierno de
Pedro Santana
Cartera Secretario Período
Ministerio de Interior, Policía y Agricultura Domingo de la Rocha
Jacinto de Castro
Felipe Dávila Fernández de Castro
30 de julio de 1858 - 20 de julio de 1859
20 de julio de 1859 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Relaciones Exteriores Juan Nepomuceno Tejera
Miguel Lavastida
30 de julio de 1858 - 17 de agosto de 1858
17 de agosto de 1858 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Hacienda y Comercio José Mateo Perdomo
Jacinto de Castro
Pedro Ricart y Torres
30 de julio de 1858 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 11 de enero de 1860
11 de enero de 1860 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Justicia e Instrucción Pública Juan Nepomuceno Tejera
Francisco Xavier Fauleau
Domingo de la Rocha
Felipe Dávila Fernández de Castro
30 de julio de 1858 - 17 de agosto de 1858
17 de agosto de 1858 - 20 de julio de 1859
20 de julio de 1859 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Guerra y Marina Miguel Lavastida 30 de julio de 1858 - 18 de marzo de 1861

Gobernación de Santo Domingo

Anexión a la monarquía isabelina

 
Ilustración del gobernador superior civil y capitán general de Santo Domingo Santana en El Museo Universal de 1862 y que tuvo por leyenda: «EL GENERAL SANTANA, ULTIMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DOMINICANA».
 
La rojigualda en la Torre del Homenaje desde la perspectiva oeste.
 
La rojigualda en la Torre del Homenaje desde la perspectiva sur.

El 18 de marzo de 1861, día señalado para la proclamación de la reincorporación a la monarquía española, desde el amanecer circulaba por todos lados de las calles de la capital un numeroso gentío. A las siete de la mañana en la plaza de Armas, habían personas de toda clase, y poco después empezaron a llegar las tropas para guarnecer la ciudad, sin armas, y acompañadas de sus respectivos jefes, oficiales y se presentaría el Comandante de Armas de la capital con su Estado Mayor. Luego aparecería el presidente Santana y su séquito de ministros, senadores, generales, la oficialidad y las demás personas de distinción que debían asistir al acto. Poco después se presentó el presidente Santana en el balcón principal del Palacio de Justicia, desde el cual proclamaría la reincorporación al Reino de España a sus conciudadanos con la siguiente alocución:[32]

Dominicanos: No hace muchos años que os recordó mi voz, siempre leal y siempre consecuente, y al presentaros la reforma de nuestra Constitución política, nuestras glorias nacionales, heredadas de la grande y noble estirpe á que debemos nuestro origen.

Al hacer entonces tan viva manifestación de mis sentimientos, creia interpretar fielmente los vuestros, y no me engañé: estaba marcada para siempre mi conducta; mas la vuestra ha sobrepujado á mis esperanzas.

Numerosas y espontáneas manifestaciones populares han llegado á mis manos; y si ayer me habéis investido de facultades extraordinarias, hoy vosotros mismos anheláis que sea una verdad lo que vuestra lealtad siempre deseó.

Religión, idioma, creencias y costumbres, todo aún conservamos con pureza, no sin que haya faltado quien tratara de arrancarnos dones tan preciosos; y la nación que tanto nos legara, es la misma que hoy nos abre sus brazos cual amorosa madre que recobra su hijo perdido, en el naufragio en que ve perecer á sus hermanos.

Dominicanos: solo la ambición y el resentimiento de un hombre nos separó de la madre patria: dias después el haitiano dominó nuestro territorio; de él lo arrojó nuestro valor; !los años que desde entonces han pasado, muy elocuentes han sido para todos!

¿Dejaremos perder los elementos con que hoy contamos, tan caros para nosotros, pero no tan fuertes como para asegurar nuestro porvenir y el de nuestros hijos?

Antes que tal suceda; antes que vernos, cual hoy se ven esas otras desgraciadas Repúblicas, envueltas incesantemente en la guerra civil, sacrificando en ella valientes generales, hombres de Estado, familias numerosas, fortunas considerables y multitud de infelices ciudadanos, sin hallar modo alguno de constituirse sólida y fuertemente; antes que llegue semejante dia, yo que velé siempre por vuestra seguridad; yo que, ayudado por vuestro valor, he defendido palmo á palmo la tierra que pisamos; yo que conozco lo imperioso de vuestras necesidades, ved lo que es nuestro en la nación española, ved lo que ella nos concede.

Ella nos da la libertad civil que gozan sus pueblos, nos garantiza la libertad natural y aleja para siempre la posibilidad de perderla; ella nos asegura nuestra propiedad, reconociendo válidos todos los actos de la República; ofrece atender y premiar el mérito, y tendrá presentes los servicios prestados al país; ella, en fin, trae la paz á este suelo tan combatido, y con la paz sus benéficas consecuencias.

Sí, dominicanos; de hoy más descansareis de la fatiga de la guerra y os ocupareis con incesante afán ea labrar el porvenir de vuestros hijos.

La España nos protege, su población nos cubre, sus armas impondrán á los extraños; reconoce nuestras libertades, y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una sola familia, como siempre lo fuimos; juntos nos prosternaremos ante los altares que esa misma nación erigiera; ante esos altares que hoy hallará cual los dejó, intactos, incólumes y coronados aún con el escudo de sus armas, sus castillos y leones, primer estandarte que al lado de la cruz clavó Colon en estas desconocidas tierras, en nombre de Isabel I, la Grande, la Noble, la Católica; nombre augusto que al heredarle la actual Soberana de Castilla, heredó el amor á los pobladores de la isla Española: enarbolemos el pendón de su Monarquía, y proclamémosla por nuestra Reina y Soberana.

¡Viva Doña Isabel II! ¡Viva la libertad! ¡Viva la religión! ¡Viva el pueblo dominicano! ¡Viva la nación española!
Pedro Santana

Jura y renuncia como Capitán General

 
Jura del gobernador capitán general de Santo Domingo, don Pedro Santana (1862). Obra de Wenceslao Cisneros (Museo del Prado, Madrid).

El 8 de agosto durante su juramentación como teniente general de los reales ejércitos, gobernador superior civil y capitán general de Santo Domingo estuvieron presentes Serrano, quien le estaba tomando juramento a Santana, Pedro Ricart, Jacinto de Castro, Abad Alfau, Modesto Díaz, Eusebio Puello y Lavastida, Eugenio Gómez Molinero, Antonio Peláez Campomanes y Uría del Llano, Carlos de Vargas y Cerveto, José Malo de Molina y Fernando Arturo de Meriño.[33]

El 18 de marzo de 1861, cuando se proclamó la anexión a España, el pueblo dominicano confirmó los rumores que habían corrido durante meses. Inmediatamente empezaron a salir los manifiestos de apoyo, tal y como había sido acordado por los seguidores de Santana. Santana fue nombrado gobernador de Santo Domingo, pero pronto descubrió que las cosas no serían como él había planeado, ya que las directrices españolas tomaban todas las decisiones.

El descontento alcanzó incluso a los sectores anexionistas que no lograron conseguir los beneficios que esperaban. El mismo Santana se sentía incómodo con la pérdida de su influencia y autoridad. Alegando quebrantos de salud, renunció a su cargo el 20 de julio de 1862.

Postura de Santana

Causas por la que hizo la anexión

 
Santana portando la rojigualda como banda, fotografiado por Epifanio Billini en 1861.

El 10 de octubre de 1863 Santana desde su campamento en Guanuma le envió al ministro de Ultramar, Francisco Permanyer y Tuyet, una carta donde manifiesta cuales fueron las causas que lo llevaron a tomar la decisión de la anexión de la Provincia de Santo Domingo. En la carta Santana expresaba lo siguiente:[34]

Yo comprendí desde luego cuáles eran mis compromisos, y de lleno entré a ejercer el mando, con la patriótica intención, de realizar las esperanzas de mi pueblo, de hacerlo feliz a la sombra del pabellón español.
Pedro Santana

Últimos años

Agonía y muerte

 
Ilustración del marqués de las Carreras en El Mundo Militar de 1864.

El marqués de las Carreras desde hace años cargaba con muchas enfermedades y algunas heredadas por las fatigas de la guerra de independencia. Las certificaciones médicas de los doctores Pedro Delgado, André, Federico Illas, Rotellini y Carlos Jacobs de agosto y diciembre de 1861, quienes le trataron durante largo tiempo decían que entre las enfermedades que padecía había fiebres inflamatorias, discrasia humoral, (de repetidos ataques de reumatismo poliarticular que le dejaron lesionados el brazo derecho y en completa parálisis los dedos anular y auricular de la mano derecha) disentería; y unas tantas veces diarreas, fiebre intermitente de diferentes tipos y desde hace más de veinte años, una gastritis inveterada.

El 14 de junio de 1864 fue atacado el marqués de las Carreras por una violenta fiebre. El doctor Delgado convocaría a junta médica, y el mariscal de campo Juan José del Villar hizo que fuera el primer médico y dos profesores de sanidad militar. Ya el marqués de las Carreras se encontraba fuera de razón y en delirio. Hasta las once de la mañana el desvarío del moribundo seguía hablando con claridad y todos los que se hallaban presentes estaban conmovidos, oyendo sus palabras de lealtad total al reino:

Díganles que se presente... que yo no tengo sino 180 hombres... Que les ofrezco la vida, y los recomendaré al capitán general... Que no crean á los vagabundos que dicen que los van á matar... Que la reina Isabel los perdonará, porque es muy buena, y repitió otra vez, la Reina es muy buena.
Pedro Santana

Luego siguió simulando ataques y dando voces de mando en la acción pero sin olvidar su idea fija, la base de su política en estos sucesos:

capitán, decía, vaya V. con esas compañías, ataquelos, y si se rinden, no los maten.
Pedro Santana

El presbítero Gabriel Moreno del Christo viendo qué entraba en la agonía le otorgó el sacramento de la extremaunción y alrededor de su lecho se encontraron todos sus antiguos amigos, inclusos aquellos que en los últimos tiempos se habían alejado de él.

El caudillo dominicano falleció a las cuatro y media de la tarde de inflamación cerebral.[35]

La noticia de su muerte sorprendería los ánimos en la capital. La noticia de su muerte fue la primera en ser transmitida por el telégrafo de la capital, causando tal sorpresa en Madrid que la prensa no se atrevería a darla como segura, pensándose que se refiriera a Antonio López de Santa Anna, (quien anteriormente fue presidente de los Estados Unidos Mexicanos), debido a que las noticias anteriores no daban sospecha a tal cosa pero se aclararía con la llegada del correo.[36]

En su testamento legó sus bienes a su viuda Ana Zorilla, su hermano demente y paralítico Florencio, su tía Dominga, sus hijastros Miguel y Loriana Febles, y su cuñada e hijastra Froilana Febles. También a sus sobrinos: Manuel, Francisco y Rafael; y sus ahijados: Pedro García, Francisco Robiou, Socorro de la Cruz Zorrilla y María de los Santos Núñez; los ahijados de sus sobrinos: Gerardo de la Cruz Zorrilla y Juan José de la Cruz Zorrilla; y el señor Valentín Familia.

Posteridad

Sus retos

Un túmulo de tres cuerpos, con las insignias del difunto marqués de las Carreras, fue erigido en la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación y a las seis de la tarde el cadáver quedó sepultado en la Torre del Homenaje, lugar que se consideró cómo el más honorífico por el momento a juicio de sus más adictos amigos.[36]

En 1865 tras el proceso de abandono de Santo Domingo hecho por el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros, Ramón María Narváez, duque de Valencia, el diputado Antonio Cánovas del Castillo, (futuro presidente del Consejo de Ministros y artífice del sistema político de la restauración borbónica) pediría que los restos del marqués de las Carreras fueran llevados a la península:

Yo ruego a los señores Diputados de la mayoría que llenen una obligación que tiene España y que nosotros no podremos llenar por la desconfianza natural, lo reconozco, que tienen los Gobiernos de las oposiciones. Yo ruego a los señores de la mayoría presente una enmienda, una proposición cualquiera, para que no queden expuestos al furor enemigo de aquella isla los restos de uno de los más insignes patricios, de una de las mayores glorias en fin que en este siglo ha tenido España, el General Santana. Es imposible recordar sus hechos, tener noticia completa de su patriotismo y haber podido apreciar por documentos auténticos todo lo que aquel noble corazón sintió y padeció por la causa de España, y no experimentar el sentimiento que me mueve a pronunciar estas palabras. No dejéis, no, expuestos a los instintos feroces de sus enemigos las reliquias venerables de Santana: ya han salido de Santo Domingo las cenizas de Colón y han hecho alto en Cuba! Dios quiera que por mucho tiempo! Sacad también las del General Santana, y éstas traedlas desde luego a España!

No obstante la petición de Cánovas no se llevaría a cabo.[30]

El de 9 de enero de 1879 durante la presidencia de Cesáreo Guillermo a petición de Froilana Febles fue exhumado y traslado a la Iglesia de Regina Angelorum para luego en 1890 ser llevados a la torre campanario de la Catedral por disposición de Meriño. En marzo de 1931 durante la presidencia de Rafael Leónidas Trujillo Molina fue llevado a El Seibo.

Desde 1978 sus restos yacen en el Panteón de la Patria por disposición del presidente Joaquín Balaguer y desde entonces se constituyó un grupo de presión, actualmente vigente que se empeña en exhumar de su tumba en el Panteón de la Patria al marqués de las Carreras y entre los abanderados de la causa se encuentra el Instituto Duartiano.[37][38]

Honores

 
Orden del Heroísmo Capitán General Santana.

El 24 de agosto de 1954 durante la presidencia de Héctor Trujillo se promulgaría la ley 3915, mediante la cual fue creada la Orden del Heroísmo Capitán General Santana.

Espada del Libertador

Durante la visita del duque de la Torre a Santo Domingo cuando era gobernador de Cuba en agosto de 1861, el marqués de las Carreras creyó que no podía manifestar mejor el sentimiento de gratitud de que los más nobles dominicanos se sentían poseídos hacia España, que ofreciendo al duque de la Torre la espada que le había donado la república pero el duque de la Torre, se creía suficiente recompensado con la satisfacción de haber prestado a Isabel II y España un ilustre servicio, negándose a admitir la espada del marqués de las Carreras durante su vida y solo se prestó a aceptarla tras su muerte, y eso con la intención de presentarla entonces a Isabel II, por si se dignaba mandarla a colocar en la Real Armería de Madrid.

Tras la muerte del marqués de las Carreras su espada pasaría al duque de la Torre como quedaba estipulado en su testamento y en 1865 iría el coronel José María Velasco a Madrid para entregarle la espada. El 8 de marzo el duque de la Torre le entregó la espada a Isabel II, que acogió con gratitud y mando que fuese colocado en su Real Armería, como digno recuerdo de la anexión de Santo Domingo.[39][40]

El 17 de octubre de 1936 en Higüey después de la inauguración de los puentes General Santana y Juan Sánchez Ramírez, le fue otorgado al presidente Rafael Leónidas Trujillo por el anterior arzobispo de Santo Domingo, primado de Indias, Adolfo Alejandro Nouel, la espada del marqués de las Carreras. Al ponerse la espada en las manos del presidente Trujillo, Nouel le dijo:[41]

Yo le digo a Ud. ¡Salve Padre de la Patria! Conservad esta espada para que mañana, si es necesario- y Dios no lo quiera- podáis defender la patria de nuestros progenitores.

Descendencia colateral

De su sobrino Rafael Santana Febles (casado con Paula Bobadilla) descienden el cardenal Octavio Beras (tataranieto de su hermano Ramón), el comediante Freddy Beras Goico (chozno de su hermano Ramón) y la actriz y presentadora Ivonne Beras (bichozna o pentanieta de su hermano Ramón).

De su sobrina María de los Ángeles Santana Febles (casada con Isidoro Durán) descienden el ministro y senador José Ignacio Paliza (hexanieto de su hermano Ramón), la diplomática Patricia Villegas (chozna de Ramón) y el diputado Orlando Jorge Villegas (bichozno o pentanieto de Ramón).

Personalidad de Santana

Aspecto y carácter

 
Santana, fotografiado por A. Hartman en 1851.

El 16 de junio de 1861 en la revista El Panorama Universal se publicaría en una sección la biografía del marqués de las Carreras donde se les describía de la siguiente forma:[4]

La estatura del Excmo. Sr. D. Pedro Santana es lo que en términos vulgares se llama regular. Su cara revela mucha energía y resolución determinada, y su frente sombreada de pelo, no es abultada. Sus cejas son espesas y cubren un par de ojos penetrantes, que brotan fuego cuando se irritan sus pasiones. Tiene bozo, pero no usa bigote, y en su vestido muestra mucha sencillez. Es dulce y caballeroso, pero muy cauto en la conversación. Escucha y pesa bien sus palabras antes de dar una afirmacion; pero cuando se altera ó se anima, habla en el fuerte dialecto de su provincia con ruda entonacion, sin perder, sin embargo, el dominio sobre si mismo. Este hombre notable es en su casa enteramente moderado y enemigo de ostentacion. Su porte sério podria hacer creer á los extranjeros que es austero. Tiene autoridad y prestigio ilimitado sobre sus soldados. Gana su afecto con modales insinuantes, y les impone respeto con el aire de una autoridad de que le ha dotado la naturaleza.

El brigadier Antonio Peláez Campomanes, quien le visito en 1860, decía de él que:[31]

Con un valor de león reune un corazón noble y generoso, como pueden certificarlo los muchos huérfanos y desvalidos a quienes ha acogido en su casa, y establecido después. Su honradez es a toda prueba...

A principios de 1860 el estadounidense W. S. Courtney describiría al marqués de las Carreras de la siguiente forma:

Pedro Santana, es el actual Presidente, es un hombre de unos sesenta años de edad, un español que tiene rasgos del indio nativo, nativo de la isla, hombre de mucha integridad de carácter y sin duda alguna habitualmente honesto y sincero. Es un hombre sagaz, y aunque no tiene mucho bagaje intelectual, posee un buen sentido para apreciar las cosas y gran parte de las capacidades administrativas. Es siempre frió y circunspecto y muy popular con las masas y los viejos habitantes españoles de la isla. Aunque no es un hombre de gran estatura, es de constitución robusta y saludable y tiene gran parecido con el difunto General Taylor.

Ancestros

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿? Santana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pedro Santana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pedro Santana Familias, marqués de las Carreras
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Santiago Familias
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Petronila Familias Carrasco
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María Carrasco
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Notas y referencias

Notas

  1. La titulación empleada al inicio de su tercer mandato era «por la soberana voluntad del pueblo, encargado de restaurar el imperio de la Constitución y las Leyes etc. etc. etc.» hasta el 31 de enero de 1859.
  2. La denominación del cargo no fue uniforme, entre una de ellas se uso «Gobernador General de la isla» y se denomina también como capitanía general a la provincia. No fue juramentado en el cargo hasta el 8 de agosto por el capitán general de Cuba y no fue confirmado como capitán general por Isabell II hasta el 13 de octubre.
  3. La titulación completa era «Presidente de la Junta Central Gubernativa y Jefe Supremo por la voluntad del pueblo y del ejército».
  4. En 1852 publicó en Londres Teodoro Stanley Heneken bajo el seudónimo de Britannicus un folleto titulado "La República Dominicana y el Emperador Soulouque" donde dice: “El Presidente Hérard, con el ejercito principal, había llegado anticipadamente a Azua, donde fue recibido por el mortífero fuego de los seibanos al mando de Pedro Santana, por quien fue vigorosamente atacado el 19 de marzo y rechazado; pero estando los dominicanos escasos de municiones y no considerándose todavía bastante fuertes para resistir fuerzas tan superiores, evacuaron a Azua el siguiente día”.
  5. En la carta del cónsul Saint Denys al ministro de Relaciones Exteriores, François Guizot, del 30 de noviembre de 1844 dice: “Los ministros han sido nombres; lamentablemente la elección hecha por el Presidente no ha merecido aprobación general. El mismo lo había previsto, pues los hombres capacitados y consagrados son muy raros aquí, y su elección no podía hacerla sino entre cinco o seis personas, a lo más”. “Bobadilla es la personificación de ese Gabinete. Es el Presidente de la antigua Junta derrocada por el 18 brumario del General Duarte. Aparentemente guarda para mi toda clase de consideración y de aprecio. Le prestó algunos servicios personales después de su desgracia, pero se le tiene generalmente por un hombre ávido y poco accesible a la gratitud. Creo que Santana lo estima poco; lo utiliza porque sus servicios le son necesarios por el momento.”
  6. El historiador Alfau Durán sostiene que los fusilamientos se produjeron el 28 de febrero y no el día 27: “Una errada tradición dice que el ajusticiamiento tuvo efecto el 27 de febrero, pero un documento auténtico, que funge de defunción, evidencia que el repugnante fusilamiento fue el día 28”.
  7. El 18 de octubre de 1956 en el diario El Caribe, aparece una carta-documento bajo la firma del licenciado Carlos Sánchez y Sánchez, nieto del general Francisco Sánchez: “Afirmo que es cierto que mi padre muriera creyendo que Santana no había tenido culpa en el fusilamiento de María Trinidad Sánchez porque así me lo dijo repetidas veces, y mi abuelo (Sánchez) comprendiendo que con ello aceptaba el hecho, tuvo también la misma creencia, que transmitió a su familia, porque la verdad se guardó cuidadosamente por mucho tiempo, parece que hasta la publicación hecha en La cuna de América, por don Emiliano Tejera, el 22 de mayo de 1914”.

Referencias

  1. Fernández-Mota de Cifuentes, María Teresa (1984), Relación de títulos nobiliarios vacantes, y principales documentos que contiene cada expediente que, de los mismos, se conserva en el Archivo del Ministerio de Justicia, Ediciones Hidalguía. ISBN 8400057805, 9788400057800.
  2. a b «Copia archivada». Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 13 de noviembre de 2015. 
  3. La muerte de Ramón Santana
  4. a b «Biografía del Excmo. Señor D. Pedro Santana». El Panorama Universal. 16 de junio de 1861. 
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    (...) mandé dar sepultura eclesiástica al cadáver del Excmo. Sor. Teniente General Don Pedro Santana, Marqués de las Carreras, de sesenta y tres años de edad, natural de Hincha, esposo en segundas nupcias de Doña Ana de Zorrilla, e hijo legítimo de Don Pedro y Doña Petrona Familias: Falleció ayer de inflamación cerebral; habiendo recibido el Sacramento de la extremaunción; hizo testamento ante el Notario Don José Ma. Pérez. (...)».
     
  36. a b «FALLECIMIENTO DEL GENERAL DOMINICANO EXCMO. SEÑOR DON PEDRO SANTANA, MARQUÉS DE LAS CARRERAS». El Mundo Militar. Panorama Universal. 7 de agosto de 1864. 
  37. http://www.docelinajes.org/2010/11/el-general-pedro-santana-primer-marques-de-las-carrerasy-la-identidad-dominicana-ii/
  38. «La Restauración: Instituto Duartiano pide derogar decretos 1383 y 3473 que mantienen a Pedro Santana en el Panteón Nacional». 
  39. «PARTE POLITICA». La Época (Madrid). 27 de febrero de 1865. 
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  41. Rodríguez Demorizi, Emilio (1955). LA ERA DE TRUJILLO. 25 AÑOS DE HISTORIA DOMINICANA. Tomo I. Ciudad Trujillo. 

Bibliografía

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