Pedro Santana

primer presidente constitucional de la República Dominicana
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Pedro Santana Familias, I marqués de las Carreras (29 de junio de 1801, Concepción de Hincha, Departamento Norte-14 de junio de 1864, Ciudad de Santo Domingo, Distrito de Santo Domingo) fue un hacendado, febrerista, militar, político, exmasón, noble y caudillo hispano-dominicano que se destacó en la guerra de independencia dominicana infligiendo derrotas decisivas a las fuerzas haitianas, se desempeñó en tres ocasiones como presidente constitucional de la República Dominicana, siendo el primero en ejercer el cargo y fue el artífice de la reincorporación de Santo Domingo a la monarquía hispánica. Fue condecorado como caballero de la Orden de Isabel la Católica y de Carlos III.

Pedro Santana
I marqués de las Carreras

Ilustración del Excmo. Sr. teniente general don Pedro Santana, marqués de las Carreras en El Museo Universal.


1.º, 4.º y 8.º Presidente Constitucional de la República Dominicana[a]
14 de noviembre de 1844-4 de agosto de 1848
(3 años y 264 días)
Vicepresidente Vacante
Predecesor Él mismo
Presidente de la Junta Central Gubernativa
Sucesor Domingo de la Rocha y Angulo, José Caminero y Ferrer, Félix Mercenario y Manuel Jimenes
Consejo de Secretarios de Estado

15 de febrero de 1853-26 de mayo de 1856
(3 años y 101 días)
Vicepresidente
Ver lista
Vacante (1853-1854)
Felipe Alfau y Bustamante (1854)
Manuel de Regla Mota (1854-1856)
Predecesor Buenaventura Báez
Sucesor Manuel de Regla Mota

28 de julio de 1858-18 de marzo de 1861
(2 años y 233 días)
Vicepresidente
Ver lista
Vacante (1858-1859)
Antonio Abad Alfau (1859-1861)
Predecesor José Desiderio Valverde
Sucesor Él mismo
Gobernador Superior Civil y Capitán General de Santo Domingo


1.º Gobernador Superior Civil y Capitán General de la Provincia de Santo Domingo[b]
18 de marzo de 1861-20 de julio de 1862
(1 año y 124 días)
Monarca Isabel II
Presidente Leopoldo O'Donnell
Predecesor Él mismo
Presidente Constitucional de la República Dominicana
Sucesor Felipe Rivero y Lemoine


5.º Presidente de la Junta Central Gubernativa de la República Dominicana[c]
16 de julio-14 de noviembre de 1844
(151 días)
Predecesor Francisco del Rosario Sánchez
Sucesor Él mismo
Presidente Constitucional


1.º Jefe Supremo de la República Dominicana
30 de mayo-23 de septiembre de 1849
(116 días)
Predecesor Manuel Jimenes
Presidente Constitucional
Sucesor Buenaventura Báez
Presidente Constitucional


Senador del Reino
por Santo Domingo
18 de octubre de 1861-14 de junio de 1864
(2 años y 240 días)


General en Jefe de los Ejércitos de Tierra y Mar de la República Dominicana
18 de julio de 1849-18 de marzo de 1861
(11 años y 273 días)

Información personal
Nacimiento 29 de junio de 1801
Bandera de Francia Concepción de Hincha, Departamento Norte, Colonia de Saint-Domingue, República Francesa
Fallecimiento 14 de junio de 1864
(62 años)
Bandera de España Ciudad de Santo Domingo, Distrito de Santo Domingo, Provincia de Santo Domingo, Imperio Español
Causa de muerte Inflamación cerebral
Sepultura Panteón de la Patria Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Santa Cruz del Seybo y la Ciudad de Santo Domingo
Nacionalidad
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Francesa (1801-1809)
Española (1809-1821)
Dominicana (1821-1822)
Haitiana (1822-1844)
Dominicana (1844-1861)
Española (1861-1864)
Religión Católica
Familia
Padres Pedro Santana
Petronila Familias Carrasco
Cónyuge
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Información profesional
Ocupación Político Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activo (18441864)
Rama militar Ejército Libertador
(1844-1861)
Ejército Real
(1861-1864)
Rango militar Teniente General
Conflictos

Guerra de Independencia Dominicana

Revolución del 7 de julio de 1857

Guerra de Santo Domingo

Título Don
Excelentísimo Señor
Miembro de Francmasonería (1857-1861)
Distinciones Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Americana de Isabel la Católica
Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III
Firma

Firmaría el manifiesto del 16 de enero y proclamaría la independencia dominicana el 27 de febrero de 1844, asumiría la jefatura de la armada expedicionaria de la frontera sur y comandaría la batalla del 19 de marzo donde saldría derrotado el ejército haitiano. Dirigió un golpe de Estado contra la Junta Central Gubernativa y se convirtió en presidente de ella bajo carácter de provisional. Durante su Gobierno se promulgaría la primera constitución del Estado, se le designaría como el primer presidente constitucional de la República Dominicana y renunciaría al cargo en 1848 por intrigas palaciegas.

En 1849 el Congreso le encomendó repeler la hasta entonces exitosa invasión del presidente haitiano Faustino Élie Soulouque y le vencería en la batalla de Las Carreras, seguidamente depondría al presidente Manuel José Jimenes González y ejercería la jefatura del Estado bajo el título de Jefe Supremo en calidad de provisional hasta que se eligiera un nuevo presidente. El Congreso le otorgaría el cargo de general en jefe de los ejércitos de la República Dominicana y el título de Libertador de la Patria por su victoria en Las Carreras.

En 1853 retomaría la presidencia, promulgaría una nueva constitución en 1854, conseguiría el reconocimiento de la independencia del Estado dominicano por muchos países y en 1856 nuevamente renunciaría. Medio año después de renunciar al cargo fue desterrado del país por el presidente Ramón Buenaventura Báez Méndez pero volvería meses después tras iniciarse la guerra civil, uniéndose en el bando alzado y días después acabada la guerra volvería a hacerse con la magistratura del Estado cuando consiguió deponer al presidente José Desiderio Valverde Pérez en 1858.

En 1861 durante su última presidencia constitucional proclamó la anexión de Santo Domingo a la monarquía española, convirtiéndose en el último presidente de la primera república, pasando a ser el trasantepenúltimo gobernador superior civil y capitán general de Santo Domingo. También se le nombraría como senador del Reino.

En 1862 la reina Isabel II de las Españas le otorgó el título del marquesado de las Carreras por la reincorporación de Santo Domingo a la nación española.[1]

Primeros años

Nacimiento y familia

 
Escudo de Armas de la familia Santana.

Nació el 29 de junio de 1801 en la ciudad de Concepción de Hincha, la tercera mayor ciudad de la antigua parte española de Santo Domingo, meses después de la ocupación francesa de la Capitanía General de Santo Domingo.

Sus padres fueron Petronila Familias Carrasco y de Pedro Santana, ambos de origen canario y propietarios de tierras en el valle del Artibonito. Durante la reconquista de Santo Domingo, su padre destacó al perseguir por cuatro horas al gobernador general de la Colonia de Saint-Domingue, Jean-Louis Ferrand, después de la batalla de Palo Hincado, hasta que Ferrand se suicidó. Santana decapitó el cadáver y llevó la cabeza como trofeo a la ciudad de Santa Cruz del Seybo, donde se la entregó al caudillo Juan Sánchez Ramírez. En 1818 fue nombrado Comandante de Armas de Concepción de Hincha por el gobernador, intendente y capitán general de Santo Domingo, Carlos de Urrutia y Montoya.[2]​ Tuvo un hermano gemelo llamado Ramón y otro hermano llamado Florencio, que era discapacitado (mudo, demente y paralítico).[3][2]

Los terribles sucesos de los que la región cercana a la ciudad de Hincha fue teatro finales del siglo XVIII determinaron que su familia que era una de las más mejor acomodadas se trasladara a la región del Cibao y luego radicándose en Santa Cruz del Seybo, donde finalmente se dedicarían a la ganadería.[4]

Juventud y matrimonio

Pedro se dedicaría en haciendas y cortes de madera, tras haber asistido a la escuela seybana donde aprendió a leer de corrido, la caligrafía y realizar operaciones matemáticas básicas. Durante su adolescencia, solo leyó el catecismo.

En 1821, la parte española de la isla se independizó de España gracias a la revolución liderada por José Núñez de Cáceres, no obstante, Jean-Pierre Boyer, presidente de la vecina República de Haití, aprovechó la falta de un Gobierno sólido y las divergencias de opinión entre los dominicanos para apoderarse del territorio. Según relata Pedro en una carta de 1848, el pueblo dominicano se vio obligado a someterse a la dominación haitiana: «para sustraerse de las fatales consecuencias de una guerra civil, que hubiera estallado a finales del año 1821».[5]​ Los haitianos oprimieron a los dominicanos, especialmente a los blancos, y Pedro fue uno de los más impacientes ante estos ultrajes y no permitió que los haitianos cometieran robos en su hacienda. Se dice que el Gobierno haitiano lo reprendió por las quejas de los haitianos sobre su comportamiento. Los haitianos oprimieron a los dominicanos, especialmente a los blancos, y Pedro fue uno de los más impacientes ante estos ultrajes y no permitió que los haitianos cometieran robos en su hacienda. Se dice que el Gobierno haitiano lo reprendió por las quejas de los haitianos sobre su comportamiento.[6]

Pedro fue incorporado en la guardia nacional haitiana, ya que era obligatorio, y debido en la caballería, llegando a ascender a capitán. También obtuvo el cargo de vocal del consejo de notables o regidor del ayuntamiento de la ciudad del Seybo.

Siendo muy joven, tuvo su primer amor a María del Carmen Ruiz, también conocida como Maruca, una mujer hermosa y simpática que lo amaba profundamente. Desafortunadamente, cuando todo estaba listo para su matrimonio, María del Carmen viajó a la villa de San Dionisio de Higüey para cumplir una promesa a Nuestra Señora de la Altagracia y durante su viaje de regreso a Seybo, su caballo se asustó en un lugar llamado Cuesta Prieta, estrellándose contra una roca y muriendo. La muerte de su prometida sumió a Pedro en una profunda tristeza y cada vez que visitó el Seybo, iba al cementerio a prender velas en la tumba de su amada.

Su hermano Ramón para alejarlo de aquella pena decidió llevarse consigo a Pedro todas las noches a la casa de Micaela Antonia Rivera de Soto, viuda del capitán de milicias Miguel Febles Valenilla (uno de los hombres más ricos de la parte española) y madre de Froilana Febles Rivera, la esposa de Ramón. Pedro se terminaría enamorando de la suegra de su hermano y se casó con ella en 1828. Este matrimonio fue muy infeliz pero le otorgó a Pedro poder e influencia en el sureste de la parte española.[7]

La Reforma y la conspiración independentista

Santana, el verdadero señor feudal del Seybo. Todo el mundo habla aquí del carácter noble, del coraje y de las proezas caballerescas de este bravo español, victima de las persecuciones poco corteses del General Riviere, llevado hacia a Puerto Príncipe y encarcelado arbitrariamente (...) Santana puesto en libertad mas tarde, juro públicamente vengarse de esa afrenta y de no dejar impune este acto de despotismo brutal.
—Carta de Saint-Denys a Guizot, marzo de 1844.[8]

El año 1843, la isla experimentó por una revolución conocida como la Reforma, liderada por el general Charles Rivière-Hérard para derrocar a Boyer. La insurrección se inició en la ciudad de Los Cayos de San Luis y se extendió a la parte española, contando con la participación de Pedro, quien ya ocupaba el cargo de coronel de la guardia nacional del Seybo. Pedro hizo referencia a su papel en la Reforma en un manifiesto emitido en mayo de 1844, donde expresó:[9]

todo el mundo sabe, que no tuvimos otros, que las persecuciones, calumnias y atropellamientos. Yo mismo (como otros muchos) os lo compruebo, recordandoos que despues que adherido à su causa, hice pronunciar las comunes de Higuey, Seybo y Llanos que les hubieran sido imposibles contar con ellas, cuanto obtuve, fue persecucion y desprecio; y estas mismas comunes que tan de buena fé como yo, procedieron, se pusieron bajo el duro mando de los suyos para que las oprimieran y subyugaran mas y mas.

El 3 de mayo de 1843, el capitán Juan Pablo Duarte y Díez reclutó a Ramón para la conspiración que buscaba la separación de Santo Domingo de la República Haitiana, aceptando este último sumarse a la conspiración independentista y sería nombrado coronel de las tropas del Seybo, pero este expresó: «El jefe debe ser mi hermano Pedrito, que le gusta mandar y sabe entender bien a la gente; yo me conformo con servir bajo sus órdenes».

A través de Juan Esteban Aybar y Bello, se transmitió a Pedro el plan independentista y se le solicitó su cooperación. Pedro contestó: «Sí, estoy dispuesto a contribuir a la Revolución, pero yo mando».

Debido a un conflicto con la familia haitiana Richiez, el nuevo presidente haitiano, Charles Rivière-Hérard, obligó a los hermanos Santana a ir a la ciudad de Santo Domingo frente a la Plaza de Armas. Desde entonces, los hermanos Santana tenían que asistir diariamente al Palacio. Al conocer a Pedro, Charles Hérard dijo ante sus oficiales que podría ser el único capaz de intentar un movimiento separatista. El líder haitiano dictó que los hermanos Santana fueran apresados, pero lograron evadir a sus vigilantes y escapar a Sabana Buey, cerca de la ciudad de Baní, donde se escondieron en Los Médanos, en una propiedad de la pareja Luis Tejeda y Rosa Pimentel. De allí pasaron a Loma del Pinto. El jefe de Estado haitiano ofreció una recompensa de 200 gourdes por la delación de ambos, pero no lograron ser capturados.

Juan Contreras fue enviado al Seybo para que los hermanos Santana firmaran el manifiesto del 16 de enero de 1844.[10]

Campaña de 1844

Campaña del Este e interludio en la Capital

 
Proclamaron la independencia dominicana los hermanos Santana frente a la actual Basílica de la Santísima Cruz en El Seibo.

En la noche del 25 de febrero de 1844, la gente de la Candelaria, Magarín, Isabelita, San Francisco y de la Higuera, bajo el mando de Pedro penetraron en la población por el lado del Cementerio y por Asomante, asaltaron la Comandancia de Armas del Seybo al grito de «¡Viva la libertad!» y apresaron al comandante haitiano Félix Richiez, amarrándolo en la hamaca en la que dormía. Los haitianos se llenaron de pavor y los muertos rodaron sobre las calles erizas de guijarros. Ramón, movido de compasión exclamó «no maten más».

Proclamaron por primera vez la independencia frente a la vieja Iglesia del pueblo y fueron aclamados coroneles. Luego, emprendieron una operación contra San Dionisio de Higüey, que resistió inicialmente, pero finalmente cedió, consiguiendo que la villa se pusiera del lado de los rebeldes dominicanos. Además, hizo que las villas de San José de Los Llanos y Hato Mayor del Rey se pronunciaron a favor del movimiento.[6][11][9]

Marcharon los hermanos Santana al frente de 600 lanceros con dirección a Santo Domingo, ciudad donde también se declaró la insurrección de después que los rebeldes supieran que las tropas de los hermanos Santana se dirigían allí. La noticia fue comunicada en la ciudad por José Cedano y tres seybanos.

En la madrugada del 28 de febrero, los hermanos Santana entraron en Santo Domingo. Allí, fueron recibidos por el presidente de la Junta Central Gubernativa de la República Dominicana, Tomás Bobadilla y Briones, el jefe del Estado revolucionario. La llegada de aquellas tropas dieron lugar al regocijo en todas partes y la Junta Gubernativa se dio prisa en proveerles de armas para marchar lo más pronto para oponerse a las fuerzas haitianas. Desde su ciudad, Pedro visito al cónsul del Reino de Francia, Eustache Juchereau de Saint-Denys, para ponerse a la disposición de dicho país y expresó entusiasmado su devoción, adhesión y admiración por los franceses. Pedro y Ramón eran beneficios del protectorado francés en el país.[8]

El 7 de marzo la Junta ascendió a Pedro al rango de general de brigada y se le nombró como jefe de la Armada Expedicionaria de la frontera Sur, entregando el derecho de reclutar hombres en edad de integrarse a la milicia. Su nombramiento como jefe de la Armada Expedicionaria del Sur viene a raíz de que podía congregar en torno a su persona la mayor cantidad de hombres.[12][13]

El movimiento rebelde se dio a conocer rápidamente en la ciudad de Puerto Príncipe, donde se recibieron cartas del coronel Deo Hérard y del Consejo municipal de la ciudad de Compostela de Azua, presidido por el corregidor Ramón Buenaventura Báez Méndez. Gracias a estas cartas, la Asamblea haitiana autorizó a Hérard sofocar la rebelión en la parte española de la isla.[14]​ El 9 de marzo, la Junta fue convocada de urgencia para discutir la reconquista de Hérard y tomar los preparativos necesarios para defender el territorio bajo posesión del Gobierno revolucionario. En un ambiente tenso, Tomás Bobadilla preguntó: «¿cuál de los presentes se brinda a comandar las tropas dominicanas para tratar de repeler la invasión?». Todos los presentes guardaron silencio, y el jefe de Estado dominicano repitió la misma pregunta sin éxito. Entonces, Pedro respondió desde el fondo de la sala: «Si no hay quién vaya yo voy, mi ejército me acompaña».[11]

Expedición a Compostela de Azua

El 13 de marzo, después de dejar a su hermano en la capital, se dirigió hacia Compostela de Azua con un Ejército de 2 000 hombres, entre ellos hateros y monteros de las villas del Seybo, Hato Mayor e Higüey. Tres días después, los dominicanos recibieron la noticia de que el general haitiano Alexandre Souffront llegó a la villa de Santa Cruz de Neyba con 10 000 soldados. Un mensaje enviado al general Pedro Santana Familias desde El Maniel informó que el Ejército haitiano «invade ya el territorio» y así se entera de que las tropas del general Souffront han sido retrasadas por las emboscadas, pero las tropas de Hérard ya se encontraron cerca de la ciudad de Azua.

El 17 de marzo, a las cuatro de la madrugada, recibió una carta desde Azua informándole de la proximidad de las numerosas fuerzas haitianas. A la misma hora, envió una carta al comerciante anglo-judío Abraham Cohen, prestamista de la Junta y representante de la casa Rothschild en la isla, en la que comunicaba que Hincha y las villas de Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana no habían declarado la independencia debido a la llegada del Ejército de Haití y le pidió que intercediera ante Eustache de Saint-Denys, para que: «vea si hay posibilidad de poner a mi disposición las tropas francesas que necesitamos para contrarrestar los enemigos para cuando yo les avisé».

Al día siguiente, hizo presencia en Azua y ocupó la ciudad. Su coincidencia con la emboscada perpetrada a Hérard en el río Jura y con la batalla de Cabeza de Las Marías, comandada por los coroneles José María Cabral y Luna, Manuel de Regla Mota y Álvarez, y el capitán Francisco Soñe, contra la columna de Souffront. Las tropas insurrectas terminarían aglutinándose en Azua.

19 de marzo

A las tropas haitianas que ya estaban al principio en el campo de combate, se unieron más refuerzos recibidos desde la ciudad de Jacmel, que era la zona que más soldados había aportado al Ejército haitiano. La llegada de estos refuerzos indicaba que los haitianos estaban preparados para enfrentarse a los revolucionarios. Al amanecer del 19 de marzo tuvo lugar la batalla homónima en la que la vanguardia haitiana liderada por el general Tomás Héctor intentó un asalto contra los insurgentes dominicanos. Los haitianos pronunciaron su «¡Quién vive!» al que los insurgentes respondieron con el grito de «¡dominicanos libres!».

Los haitianos sufrieron grandes pérdidas debido a los disparos de los insurgentes dominicanos y los fusileros emboscados. La derecha de Tomás Héctor fue diezmada por el fuego de los fusiles dominicanos y se vio obligada a intentar desalojar a los tiradores rebeldes. Sin embargo, fueron sorprendidos por otra ráfaga de metralla de un cañón de menor calibre cerca del antiguo convento de Las Mercedes, lo que los llevó a retirarse desordenadamente. A pesar de las bajas sufridas, los haitianos, animados por la valentía de Héctor y otros oficiales, volvieron al ataque, extendiendo la lucha hasta abarcar toda la línea oeste, incluso llegando al recinto de la plaza por el camino del Barro. Allí, las tropas haitianas se enfrentaron a las tropas fusileras del coronel Antonio Duvergé Duval y el teniente Vicente Noble. En la retaguardia, el regimiento de macheteros del teniente Nicolás Mañón resistió los ataques haitianos en el Fuerte Resolí.[14]

Después de tres horas de combate las fuerzas haitianas se retiraron por órdenes de Hérard, siendo perseguidas por los pocos fusileros de Santana hasta el río Jura, donde se atrincheraron, llevándose sus heridos y dejando sobre el terreno unos 50 cadáveres de oficiales y tropas; de los hombres de Santana solo 800 entraron en acción, habiendo sido sus perdidas insignificantes, estando en total tres muertos, entre los que estuvieron Nicolás Mañón. Era la primera vez que Santana se vio dirigiendo operaciones militares, y sus disposiciones no pudieron corresponder con exactitud a las indicadas por el arte de la guerra; pero contaba con el esfuerzo común, con el anhelo de vencer y aquello que hizo que la victoria fuera espléndida.[15][16]

Interludio en Sabana Buey

 
Duarte y Santana en Sabana Buey.

En la noche del 19 al 20 de marzo, Pedro Santana abandono el campo de batalla de Azua y se replegó a Sabana Buey en Baní, después de dejar bien guarnecidos los puestos avanzados de El Número, El Memiso y El Maniel, posibles vías que utilizarían los haitianos en su marcha hacia la capital. La salida de Azua se vio motivada entre otros factores a la inferioridad militar y numérica de las tropas sublevadas y a su desesperante carencia de armamento. La actuación tomada por Santana en torno al abandono de Azua le valdría de reproches por parte de sus futuros enemigos.[d]

Al enterarse Hérard de la retirada, entraría en Azua junto a Souffront, reforzado por dominicanos fieles a Haití de la ciudad de San Gabriel de las Caobas, las villas de Las Matas, San Juan y Santa Cruz de Neyba. Se apodero de los cañones abandonados, algunas municiones y animales, provisiones secas y gran cantidad de azúcar en pilones.[15]

El 23 de marzo, Santana se reuniría con el general de brigada Juan Pablo Duarte (entonces líder de la facción de los filorios o duartistas), quien había llegado con órdenes expresas de la Junta de cooperar o reemplazarlo en caso de falta en la jefatura de la Armada Expedicionaria del Sur y de ayudar en la defensa del país. El líder de los duartistas sugirió que atacara a Hérard por la retaguardia, pero Santana le respondió que le comunicaría su decisión de consultar después con los jefes y oficiales bajo su mando. Los oficiales de Santana querían atacar a Hérard, pero sin la intervención del general Juan Pablo Duarte. El caudillo de los duartistas se impacientaría y se quejaría ante la Junta; sin embargo, la Junta lo cesaría de su trabajo.

Después de su ascenso al empleo de general de división, Santana se comunicó con Bobadilla en una carta del 14 de abril, donde le expresó con relación al ataque haitiano ocurrido en El Maniel:

Estoy seguro de que en la fuerza que los siguen hay una multitud de españoles; y posesionados ellos de seis pueblos españoles, nos harán la guerra con los nuestros ya nuestros gastos, en tanto que nosotros nos arruinamos, con nuestros trabajos todos paralizados y con la fatiga de un arte tan penoso como el de la guerra ya que los nuestros no están acostumbrados; y asi es que a mi modo de pensar mientras mas dure la lucha, mas incierta tenemos la victoria. Si como hemos convenido y hablado tantas veces, no nos proporcionamos un socorro de ultramar...

En Los Cayos de San Luis se inició una rebelión contra Hérard y este envió a los generales Jean-Baptiste Riché y Guillaume Fabre Nicolas Geffrard para sofocarla. No obstante, los generales Jean-Louis Pierrot y Philippe Guerrier se pronunciaron en contra de Hérard y Guerrier logró tomar el poder en Haití. Al saber que fue destituido, Hérard se marchó a Puerto Príncipe y dejó el mando de las tropas a Souffront y Héctor. El 9 de mayo, el Ejército haitiano se fue de Azua y la incendió junto a una parte de San Juan.[14]​ Después de que los haitianos se fueron de Azua, Santana cambió su postura de inseguridad y llegó a escribir en una proclama: «Ellos están impotentes y no pueden resistir. El triunfo es nuestro».[9]

Durante una corta visita a la capital, Santana se entrevistó con Saint-Denys el 19 de mayo. Santana declaró que él, su hermano y sus tropas estarían dispuestos a enfrentar cualquier propuesta que amenazara cambiar el proyecto de protectorado francés a su estado original, incluso mediante el uso de la fuerza, en caso de que Francia aceptara su oferta. Expresó su oposición a cualquier dominación extranjera que no fuera francesa, y también afirmó que el país sería feliz si fuera apoyado por Francia y administrado por sus consejos. Sin ella, el país solo tiene perspectivas de guerra civil, desorden y emigración.[8]

Primer ascenso al poder

Marcha a la Capital

El 9 de junio de 1844, la República Dominicana experimentó un evento tumultuoso cuando los duartistas liderados por su caudillo y apoyados por el general de división Manuel José Jimenes González y el coronel José Joaquín Puello Castro, perpetraron un golpe de Estado que destituyó al presidente José María Caminero y Ferrer. Aunque el golpe de Estado parecía ser anti-francés, en realidad no afectó la posición del protectorado francés en el país ni la de Saint-Denys, no obstante los duartistas hicieron propaganda en la región del Cibao diciendo que la parte española fue vendida a Francia. Esto creó una imagen negativa de los franceses en la ciudad de Santiago de los Caballeros, lo que afectó a algunos líderes militares de dicho origen como el general José María Imbert, jefe de la batalla del 30 de marzo.[17][18]

La nueva Junta nadie la quería obedecer, causando aquello que reinase la anarquía en el país e incluso nacería una corriente que buscaría independizar el Cibao de la república.[19]​ Seis días luego del golpe de Estado, falleció su hermano Ramón y a raíz de ello solicitaría a la Junta que le dieran de baja en su cargo de general en jefe del Ejército del Sur, para retirarse a la capital por algunos días a reponer su salud y encargarse de los negocios de su difunto hermano.[20]

El 3 de julio, en la Plaza de Armas de Azua, Santana se presentaría dispuesto a entregar su mando de jefe del Ejército del Sur al coronel José Esteban Roca y Comas, quien fue destinado provisionalmente a ejercer la jefatura hasta la llegada del ahora presidente Francisco del Rosario Sánchez, designado por la Junta para ocupar el cargo el 23 de junio; el traspaso no se pudo efectuar a causa de que las tropas del Ejército del Sur se negaban a consentir separase de Santana, como lo expresaría el coronel Manuel Mora con el grito: «¡No queremos al coronel Roca ni permitiremos que nos quiten a Santana!». Al no poder efectuarse el cambio de mando convinieron Santana y José Esteban Roca y Comas en suspenderlo para dar cuentas a la Junta.[13]​De forma espontánea, el Ejército acompañó a Santana y lo proclamó como Jefe Supremo de la república, aunque declino aceptar el título. Al día siguiente, se produjo la proclamación de Juan Pablo Duarte como presidente de la república en Santiago de los Caballeros, por parte del general de brigada Ramón Matías Mella Castillo, quien desconoció la autoridad de la Junta de su propio compañero.

Desde que se supo de la partida y próxima llegada de Santana, la Junta se vio influenciada por el general de brigada José Joaquín Puello. Los rumores difundidos por los aliados de Santana, quienes aseguraban públicamente que él venía a enseñarles una lección, llevaron a la Junta a tomar una decisión: Santana sería recibido si llegaba solo, pero sería rechazado con fuerza militar si intentaba ingresar a la ciudad con sus tropas. Se realizaron preparativos secretos durante varios días en previsión de este posible enfrentamiento. La alarma se propagó rápidamente y los seguidores de Santana se apresuraron a buscar armas, aumentando así la probabilidad de un conflicto inminente. La situación se tornó crítica, especialmente para los ciudadanos franceses que se encontraban en peligro. El cónsul de Francia intervino enérgicamente, llegando incluso a amenazar con retirarse junto a los ciudadanos franceses si la Junta persistía en usar la fuerza contra Santana. Esta acción audaz tuvo un impacto significativo en la capital y llevó a la Junta y al general José Joaquín Puello Castro a adoptar una postura más moderada y conciliadora. Francisco Sánchez, tras hablar con Saint-Denys sobre la entrada de Santana, se dirigió a la villa de San Cristóbal para consensuar con él los preparativos de su entrada en la capital. El 12 de julio, ingresó a capital en medio de vítores y se sumó, junto al Estado Mayor del Ejército del Sur, a la ratificación de la Junta en relación al reconocimiento de la independencia y protección por parte de Francia.[8][18]

Golpe de Estado de julio

El 13 de julio, a las siete de la mañana se presentó Santana en la Plaza de Armas de la ciudad con todas sus tropas reunidas y les dirigiría una alocución de abnegado patriotismo. Hablo sobre su deseo de retirarse de la vida pública, ofreciendo su dinero y servicios si se requería defender el país nuevamente. Invito a todos los ciudadanos a la concordia y a la unidad, y al concluir expresó: «Yo no tengo ambición alguna, yo no deseo otra cosa que vuestra felicidad y la gloria de mi pais. Si mis charreteras pueden ser perjudiciales á los intereses de la patria, yo las entregaré á vosotros, mis compañeros de armas, que me las habéis confiado». Un grito de entusiasmo salió de todo el Ejército del Sur, enteramente devoto de Santana; este hizo el movimiento de arrancar de sus hombros las charreteras pero los oficiales de su Estado Mayor se opusieron; en la Plaza de Armas y por todos lados se oían los gritos de aclamaciones diciendo: «viva el general Santana! viva el salvador de la patria! viva el presidente Santana!». De inmediato miles gritaron «Abajo la Junta», y con el apoyo del Ejército del Sur y del pueblo se investiría a Santana con poderes dictatoriales ilimitados bajo el título de Jefe Supremo de la república, quedando desconocida la Junta. Tras consultar con su Estado Mayor declararía al pueblo que no quería gobernar solo el país y que iba a proceder inmediatamente a hacer un Gobierno provisional hasta la constitución de un Gobierno definitivo. La noticia de la declaración fue bien recibida.

El 14 de julio, Santana leyó entre vítores su proclama en la que declinaba la dictadura, llamándole: «el peligroso cargo de dictador, tan funesto a aquellos pueblos que se han visto en la necesidad de ensayarlo». Decidió también que se procedería sin demora a la convocatoria de los colegios electorales para nombrar una Asamblea constituyente y proceder a la formación del Gobierno definitivo. Finalizaría llamando a la unidad con el lema triádico: «¡Indulgencia, paz, unión!». Esto fue resultado de la conversación que tuvo en la noche pasada con Saint-Denys, quien le aconsejó volver a los principios del manifiesto del 16 de enero, rechazar la dictadura, restituir a los miembros de la Junta que habían sido expulsados por el golpe del 9 de junio, conservar la Junta y asumir la presidencia de la misma pero conservando sus poderes. A pesar de la oposición de sus consejeros íntimos que estaban a favor de una dictadura completa sin Junta, Santana se mantuvo firme en su decisión y redactó apresuradamente esa noche la proclama donde rehusaba la dictadura. El 15 de julio, Santana se reunió con la Junta para informarles de su reforma.[17][8]

Presidente de la Junta Central Gubernativa

El 16 de julio, se reorganizo la Junta y Santana ocupó la presidencia conservando el título de Jefe Supremo. La Junta se declaró permanente hasta que se restableciese el orden y estuvo compuesta por el general de brigada Sánchez, Bobadilla, Carlos Moreno, Toribio Mañón, José Ramón Delorve, Félix Mercenario, los generales Manuel Cabral Bernal y Manuel José Jimenes González, y el coronel Lorenzo Santamaría como secretario; el general Sánchez no permanecería mucho tiempo en la Junta debido a que se negó a enfrentarse a Duarte. La nueva Junta estaría implacablemente ocupada en restaurar el orden y la confianza, y al día siguiente ratificó el decreto del 1 de marzo anterior, referente a la esclavitud y la declaraba como «contraria a la libertad natural, a los principios eternos de la Religión, de la razón y de la sana política», y establecía la pena de muerte para cualquier ciudadano que participara en la compra o venta de esclavos africanos.

El 24 de julio, el vicario general de la arquidiócesis de Santo Domingo, el doctor Tomás de Portes e Infante, publicó una carta pastoral validando el régimen, afirmando que no obedecer a Santana y la Junta era una ofensa a Dios, amenazado con excomunión a quienes no lo obedecieran. Al mismo tiempo, la Junta convocó elecciones para un Congreso constituyente y reiteró su negativa a restaurar la esclavitud, ceder territorio a otros países y reconocer a Juan Duarte como presidente. En aquellos instantes Duarte contaba con la adhesión de las ciudades de Santiago, Moca, Puerto Plata y Concepción de la Vega, no obstante se veía desprovisto de soporte militar significativo y su facción era muy minoritaria. El día 28, Santana hizo una proclama acusando a Duarte de colombianófilo y le reprocharía su nula participación en la conformación de la república debido a que se hacia llamar como «libertador de los dominicanos»:[9]

ese libertador de nueva especie se encontraba en Curazao tranquilo y seguro, cuando el pronunciamiento de los dominicanos; ese libertador de nueva especie no ha contribuido ni con un solo maravedí para las exijencias de la República; ese libertador de nueva especie, se paseaba sosegadamente por las calles de la Capital, mientras que los buenos patriotas, los verdaderos héroes, hacian todo genero de sacrificios y arrastraban á la muerte en los combates para darnos patria y libertad.

El apoyo a Duarte en el Cibao fue retirado cuando Ramón Matías Mella Castillo dejó Santiago y fue arrestado. El general Francisco Antonio Salcedo, inicialmente leal a Duarte, promovió un pronunciamiento en Santiago y Moca que devolvió el control de esas ciudades a la Junta, y fue respaldado por el comandante Bartolo Mejía en la ciudad de La Vega. En agosto, la Junta declaró a los principales líderes duartistas (Ramón Matías Mella, Sánchez y Duarte) como «traidores e infieles a la Patria», destituyéndolos de sus cargos y condenándolos al exilio perpetuo junto con los últimos remanentes duartistas.[9][19]

 
Constitución de San Cristóbal.

Tras resolver las rencillas internas, se procedió a instalar el Congreso el 24 de septiembre en San Cristóbal, con el objetivo de redactar una nueva constitución que reemplazaría al manifiesto del 16 de enero, que hasta entonces fungía de constitución provisional. La nueva ley fundamental se vio influenciada por la constitución estadounidense, la española de 1812 y de la haitiana de 1843. El primer artículo de la constitución estableció que el Gobierno del Estado sería esencialmente civil, republicano, popular, representativo, electivo y responsable, no obstante Santana insistió en un Gobierno militar mientras dure la guerra, y la Asamblea condescendió mediante el artículo 144, permitiendo confiar a sus generales asumir las funciones de jefes políticos superiores (gobernadores) con atribuciones militares y civiles. Ya casi concluida la constitución se llegaría a incluir el controvertido artículo 210, que establecía: «Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna». Aunque hay varias versiones sobre su origen, el único que se atribuiría la autoría del artículo 210 fue Saint-Denys en su carta del 30 de noviembre dirigida al ministro de Asuntos Exteriores de Francia, François Pierre Guizot:

El proyecto de Constitución negaba al presidente, reservándolo exclusivamente al Congreso, el nombramiento de los oficiales de un grado superior al de teniente–coronel. Mis consejos han prevalecido y la Constitución definitiva le ha acordado no solamente atribuciones muy extensas, sino también un poder casi dictatorial y sin responsabilidad para el caso en que la salud de la República pudiera ser comprometida, hasta la conclusión de la paz con los haitianos. La contradicción que existe con motivo de la responsabilidad del presidente, entre el párrafo 13 del artículo 102 y el artículo 210 atestigua la precipitación con la cual han sido discutidos y votados los últimos artículos de esta carta constitucional de los dominicanos.

El artículo 210 transformó el régimen liberal original en un régimen híbrido. El 6 de noviembre de 1844 se promulgó la constitución, y dos días después Santana fue electo presidente constitucional por la Asamblea y de modo excepcional fue nombrado por dos períodos consecutivos de cuatro años, por lo que debía gobernar hasta el 15 de febrero de 1852.[8]

Primera Presidencia (1844-1848)

 
Retrato del General Pedro Santana. Obra de Tuto Báez.

El 13 de noviembre de 1844, Santana prestó juramento constitucional ante la Asamblea, jurando guardar y hacer guardar la constitución y las leyes del pueblo dominicano, respetar sus derechos, y mantener la independencia nacional. El 14 de noviembre, conformó su primer gabinete de Gobierno, que reemplazó la estructura de la Junta. Designó a Bobadilla, considerado por Saint-Denys como la personificación del gabinete, como ministro de Relaciones Exteriores, Justicia e Instrucción Pública; a Ricardo Ramón Miura Logroño en Hacienda y Comercio; a Cabral Bernal en la cartera de Interior y Policía; Manuel José Jimenes González como encargado de Guerra y Marina.[e]

Las festividades de la promulgación de la constitución comenzaron el 23 de noviembre, incluyendo desfiles cívico-religiosos y la restauración de las corridas de toros, que eran populares entre los dominicanos pero a Santana no le gustaban.

Durante su gestión se llevaron a cabo diversas acciones para establecer un Gobierno regular en la recién proclamada República Dominicana. Se convocaron los colegios electorales para elegir a los miembros del Tribunado y del Consejo Conservador, que comenzaron sus funciones en mayo de 1845. Durante esa legislatura, se promulgaron leyes fundamentales que abarcaban áreas clave como la organización electoral, la administración provincial, el sistema judicial, la educación pública y la abolición de patronatos y vinculaciones. Una de las medidas más destacadas fue la adopción de los códigos de la Restauración francesa, que eran una adaptación del Código napoleónico a la carta otorgada de 1814 de Luis XVIII de Francia. En ese momento, no era factible elaborar códigos específicos para el país, pero se procuró ajustarlos a las circunstancias locales. Esto dotó a la República Dominicana un marco legal que facilitó su consolidación y progreso.

Durante este periodo, la guerra con Haití continuaba, con enfrentamientos en el norte y el sur. Sin embargo, las tropas dominicanas lideradas por Francisco Antonio Salcedo, José María Imbert, José Joaquín Puello y el general de división Antonio Duvergé lograron repeler las invasiones haitianas gracias a su energía y valentía, lo cual contribuyó a mantener la tranquilidad interior y la seguridad del país. No obstante, Haití continuó ocupando diversas poblaciones, entre ellas las ciudades de Hincha, San Gabriel de las Caobas, San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura, a pesar de que se lograron breves intentos por parte de las fuerzas dominicanas para tomar el control de algunas de estas ciudades, no se logró mantener su dominio en ellas.

Durante su mandato, Santana se vio envuelto en intrigas palaciegas y conspiraciones. En febrero de 1845, enfrentaba dificultades debido a errores, impopularidad y ambiciones egoístas de sus ministros, así como amenazas de contrarrevolución. Consciente de su incapacidad para liderar el país y y preocupado por evitar derramamiento de sangre, buscaba apoyo en Francia, pero con menos certeza que antes. Durante ese mes, se descubrió una conspiración en la que estaban implicados la tía y el medio hermano del expresidente Sánchez, María Trinidad y Andrés. Fueron acusados de planear cambiar el gabinete y proclamar a Santana como dictador vitalicio, con el objetivo real de dar un golpe de Estado y traer de vuelta a los exgenerales Ramón Mella y Sánchez a la isla. Los conspiradores se negaron a revelar la identidad de otros implicados y fueron condenados a muerte, siendo ejecutados el 28 de febrero.[f]​ Aunque Santana fue acusado por sus enemigos de ser el autor e instigador de las muertes, Sánchez nunca culpó a Santana y, de hecho, lo elogió públicamente en 1853, llamándole: «el Padre del pueblo, el elegido de la Providencia por tantas veces para salvar la Patria».[21][g]​ Se presume que Manuel José Jimenes, el único ministro que no sería echado tras el cambio ministerial, estuvo detrás de esta conspiración.

Bobadilla, por su parte, mostró desconfianza hacia los gestos de simpatía francesa por su país y pasó de ser un ardiente partidario de Francia a defender los intereses de España. Según Saint-Denys, se debió a su creciente impopularidad y a su deseo de presentarse como víctima de su devoción al para ganarse el favor del Gobierno de la isla de Puerto Rico. Este cambio coincidió con la llegada de su padre y hermano desde aquella isla. Posteriormente, en diciembre de 1845, la falta de confianza y unidad en el gabinete condujo a la indecisión del líder dominicano, generando descontento y esperanza entre sus opositores. Santana, desconfiando cada vez más de Bobadilla, intentó distanciarse de él sin apartarlo abiertamente al nombrar a Joaquín Puello como ministro del Interior, pero esto solo aumentó la división. Bobadilla finalmente reconoció el fin de su tiempo en el poder y presentó su renuncia en abril de 1846. Santana comenzó a perder prestigio y fue culpado por las dificultades y desgracias que enfrentaba el pueblo y el Ejército. Mientras tanto, Manuel Jimenes aprovechó la oportunidad para ganar seguidores, aunque a pesar de su creciente influencia, mostraba poca ambición y prefería mantener la paz y el orden.[22]

A finales de 1847, se descubrió otra conspiración, ahora encabezada por Puello, ministro de Hacienda, con el objetivo de derrocar a Santana. Varios conspiradores, incluyendo al exministro Puello, fueron condenados a muerte y ejecutados. Ante el hecho, el presidente de Haití, Faustino Élie Soulouque, expresó su asombro diciendo: «Saben Ustedes que ese hatero tiene carácter! Ha hecho fusilar a su primer Ministro. Si, ese hatero tiene carácter!». Esta conspiración era peligrosa debido a la influencia de su líder en el Ejército y en la población negra, y se sospechaba de su intención de establecer una federación con los haitianos. Sin embargo, hay discrepancias sobre su participación y se afirma que Jimenes estaba detrás de la conspiración, mientras que Puello fue víctima de intrigas internas.[5]

En 1848, se aprobaron varias leyes importantes. Entre ellas se destacan la Ley Orgánica de Tribunales, necesaria para aplicar correctamente el código de procedimientos de la Restauración borbónica adoptado por la República Dominicana. Además, el presidente tomó medidas para combatir el agio del papel moneda, realizando un cambio de papel por metálico en el tesoro, lo cual generó una acusación contra el ministro de Hacienda que fue desestimada.

A pesar de que se han calificado algunas de las medidas tomadas por Santana como arbitrarias y violentas, especialmente por sus opositores, se argumenta que estas decisiones respondían a la necesidad de mantener el orden y la paz pública frente a conspiraciones que buscaban socavar las instituciones y apoderarse del poder. Santana demostró su disposición a regirse por las leyes generales cuando fue posible, como se evidencia en la derogación de un decreto sobre policía y comisiones militares cuando consideró que las leyes ordinarias eran suficientes para abordar las causas penales.[6]

Política Exterior (1844-1848)

 
Caricatura de un republicano con gorro frigio pateando al depuesto rey de los franceses don Luis Felipe de Orleans a través del Canal de la Mancha hacia Inglaterra y le grita: «¡Hazte ahorcar en otro lugar!».

En el mes de diciembre del año 1844, Santana remitió la constitución dominicana a diversos Gobiernos. Las cartas fueron despachadas a los Estados Unidos de América, Venezuela, Nueva Granada, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, la Capitanía General de Puerto Rico perteneciente al Imperio español, la Colonia de Curazao y Dependencias de los Países Bajos, la isla de Santo Tomás gobernada por Dinamarca, y también a Haití.[23]​ Este acto buscaba demostrar la independencia de la parte española y afirmar la soberanía de la recién creada nación. En el mes de marzo de 1845, la constitución fue enviada también a los Estados Pontificios.[24]

No obstante, el Gobierno del rey Luis Felipe I de Francia, se negó a reconocer la independencia dominicana hasta que Haití lo hiciera. Según el tratado de 1838, Francia había reconocido la independencia de toda la isla como una entidad haitiana, y por ende, consideraba al Gobierno de la parte española como un Gobierno insurrecto. François Guizot sugirió que la República Dominicana asumiera parte de la deuda contraída por Haití con Francia, dado que el territorio dominicano había sido parte de dicha nación hasta 1844. Esta propuesta beneficiaría los intereses económicos y la influencia de Francia en el Caribe, y a su vez, disminuiría las posibles preocupaciones del Reino de Gran Bretaña e Irlanda. A pesar de que Santana rechazó en abril de 1845 las condiciones propuestas, el Gobierno dominicano posteriormente consideró la posibilidad de una compensación económica. En dicho año 1845, Francia rechazaría la propuesta de protectorado.

En mayo de 1846, se envió una misión a Europa con el fin de buscar el reconocimiento de la independencia por parte del Reino de España, Gran Bretaña e Irlanda y Francia. Sin embargo, tras un año de infructuosas negociaciones, en agosto de 1847 se tomaron nuevas medidas para buscar la intervención extranjera y poner fin a la guerra.

Fue después de la revolución francesa de 1848, que llevó a la abdicación del rey Luis Felipe I y a la proclamación de la República Francesa, cuando Santana vio la oportunidad de establecer un contacto directo con los miembros del Gobierno provisional francés en de abril de 1848. Su objetivo era solicitar ayuda para evitar una inminente agresión por parte de Haití. Los emisarios del Gobierno dominicano, incansables en sus gestiones, lograron alcanzar un éxito inicial en mayo del mismo año, cuando el vizconde de Palmerston, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, concedió credenciales como cónsul británico en Santo Domingo a Robert Hermann Schomburgk, un ciudadano prusiano. Se le otorgaron poderes para negociar el reconocimiento de la república, tras las discusiones preliminares planteadas por los emisarios dominicanos en la ciudad de Londres.

Aunque Santana ya no se encontraría al frente del Gobierno desde agosto, sus esfuerzos diplomáticos lograron resultados positivos, obteniendo el reconocimiento de la independencia del Estado dominicano por parte de una nación por primera vez. Fue Francia quien tuvo el honor de hacerlo el 22 de octubre de 1848.[25]

Política Religiosa (1844-1848)

 
Portes fue opositor a la constitución y partidario de reformarla por socavar los derechos de la Iglesia.

Santana siempre fue muy católico y gran devoto de la patrona de la isla, Nuestra Señora de las Mercedes; en muchas de sus proclamas vitoreaba a la religión y en diciembre de 1846 realizó una visita a Higüey con el propósito de contemplar la imagen de la Virgen de la Altagracia, no obstante eso no lo liberaría de tener encontronazos con la Iglesia católica, siendo su principal adversario el vicario Tomás de Portes e Infante. La férrea oposición de Tomás de Portes e Infante se originaba a causa de los artículos 38, 94, 208 y 211 de la constitución que abolían las capellanías, privilegios de fuero y los bienes eclesiásticos, los cuales eran contrarios y perjudiciales a la religión y la Iglesia. Aunque Santana no era anticlerical, no cedió ante las demandas del jefe del clero dominicano debido a su personalidad y ruda concepción del orden, que no permitían poner la posición de la Iglesia por encima de la constitución.

El 26 de marzo de 1845, Santana envió una carta al papa Gregorio XVI, junto con una copia de la constitución, en la que solicitaba que Tomás de Portes fuera designado arzobispo de Santo Domingo, primado de Indias, (como lo dispuso la Junta en 1844) incluyendo darle a Portes u otro presbítero, las facultades para un Concordato en los términos: «que está previsto por el articulo 208 de nuestro Pacto Fundamental, para arreglar el modo de presentación de las prebendas y para la organización del régimen espiritual».

La solicitud de Santana no sería respondida por Gregorio XVI, pero después de su muerte y la ascensión del papa Pío IX, Santana envió una carta similar con la constitución al nuevo pontífice.

El 22 de febrero de 1848, el papa enviaría una carta a Santana anunciándole la elección de Portes como arzobispo de Santo Domingo. En la carta, el papa expresó su preocupación por algunos artículos del código constitucional de 1844, enviado por Santana, los cuales contradecían la autoridad y la libertad de la Iglesia. Con su lenguaje diplomático y paternal, el papa instó a Santana para que, en su condición de católico devoto, hiciera todo lo posible por corregir o eliminar los artículos, confiando en su piedad y deferencia hacia la Santa Sede Apostólica.

A pesar de las suplicas del papa y Portes, Santana no realizó cambios en la constitución, pero continuó persiguiendo un acuerdo concordatario.[24]​ Las relaciones entre Santana y Portes se volvieron tensas, pero el gobernante, con el objetivo de obtener reconocimiento por parte de la Sede de Roma, hizo que el Congreso de la República Dominicana promulgara el Decreto-Ley del 13 de julio de 1848, que establecía la obligatoriedad del matrimonio canónico, disposición que se mantuvo vigente hasta 1897.[26]

Renuncia de 1848

El 24 de febrero de 1848, Santana emitió una resolución en la que, habiendo sido aconsejado por los médicos de la ciudad, se trasladarse a su hacienda, llamada El Prado en el Seybo para recibir tratamiento por la escarlatina que había padecido el mes anterior. En virtud del artículo 99 de la constitución, el poder ejecutivo sería ejercido por el Consejo de Secretarios de Estado durante su ausencia, a partir del 28 de febrero.

La situación política se agudizo con la renuncia del ministro de Interior, Policía, Justicia e Instrucción Pública, Ricardo Ramón Miura. Dicha dimisión fue causante del último cambio de gabinete el 31 de julio, en el que se ingreso el doctor José María Caminero en el ministerio de Relaciones Exteriores; Mercenario en la Secretaría de Interior y Policía; y el general Domingo de la Rocha y Angulo como ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Sin embargo, más allá de sus de salud, las intrincadas intrigas políticas dentro de su propio gabinete, donde los miembros eran enemigos mortales entre sí, llevaron a Santana a presentar su renuncia al Gobierno. Estas intrigas políticas y el creciente descontento popular, impulsado principalmente por la miseria generalizada, jugaron un papel importante en su decisión de renunciar. A pesar de no haber cumplido ni siquiera la mitad de su período presidencial de ocho años, Santana otorgó un carácter irrevocable a su renuncia, sin prestar atención al deseo del Congreso de la república de que desistiera de su propósito.

El Congreso dominicano, en respuesta a la renuncia, expresó su profundo dolor y dijo que la enfermedad aducida por el presidente no era motivo suficiente probado para aceptar su dimisión. Argumentaron que, según el artículo 99 de la constitución, Santana podría haber confiado temporalmente la dirección del poder a los Secretarios de Estado, lo que hubiera permitido conciliar su interés personal con los intereses generales. Además, el Congreso estimaba que las circunstancias actuales de la república no eran adecuadas para aceptar la renuncia de Santana. El país aún estaba en medio de la lucha contra el enemigo que los había obligado a levantarse en masa para liberarse del yugo de la tiranía y reclamar sus derechos. El Congreso nacional temía que la separación de Santana del poder condujera a divisiones públicas, descontento y un estado casi disolutivo. También temían que su renuncia pudiera ser aprovechada por los enemigos de la nación para intensificar sus esfuerzos de desestabilización.

A pesar de los argumentos presentados por el Congreso, Santana mantuvo su decisión de renunciar. Pese al esfuerzo de sus amigos, Francisco Javier Abreu, Manuel Joaquín Delmonte y Torralba y Francisco Sardá Carbonell, de que retirase la dimisión, el presidente les respondió: «¿Y qué quieren ustedes, que haga yo para sostenerme en la Presidencia; que acabe con la juventud de Santo Domingo? Quieren gobernar; pues dejemos que se ensayen».[13]

El 4 de agosto de 1848, el Congreso finalmente aceptaría su renuncia. En la misma fecha, Santana emitió una proclama dirigida a los dominicanos, informándoles sobre su dimisión y exhortándolos a mantener la unidad y el patriotismo:[27]

Dominicanos: El estado de enfermedad en que me encuentro hace ya más de dos años, y la tranquilidad que goza la República, me han hecho determinar a dimitir y renunciar solemnemente el cargo de Presidente de la República (...) Funcionarios públicos, ciudadanos todos, y vosotros mis compañeros de armas, formemos una cadena tan sólida que sea capaz de alentar a todos los dominicanos, y de aterrar a nuestros enemigos, que sólo por medio de nuestra desunión podrían mejorarse y aun vencernos; cerremos los oídos a cualquiera sugestión de los que se propongan, por miras particulares, turbar nuestra paz, para hacernos fuertes y poder decir con orgullo, soy dominicano, y sin más auxilio que nuestro patriotismo, hemos reivindicado nuestros derechos y formado una Patria que nos habían usurpado.

Según lo dispuesto en el artículo 99 de la constitución le sucedería provisionalmente el Consejo de Ministros en la jefatura del Estado, siendo integrado por los ministros Domingo de la Rocha y Angulo, Mercenario, José María Caminero y Jimenes (el único ministro original del gabinete de 1844). Santana pasaría a retirarse a El Prado. El Consejo de Ministros convocó a los colegios electorales y Jimenes resultó elegido como presidente. El nuevo presidente disolvió las fuerzas armadas, especialmente la infantería de línea, y otorgó amnistía a todos los duartistas expulsados en 1844. Duarte fue el único amnistiado que no regresó al país.

Campaña de 1849

Llamado del Congreso

Tras la muerte del presidente haitiano Riché en febrero de 1847 se designó por el Senado para desempeñar el cargo al general Faustino Soulouque y el 6 de marzo de 1849 emprendió con sus tropas que ascendían a 18 000 hombres una expedición hacia la parte española con el propósito de adelantarse por una acción fulminante a las gestiones diplomáticas exitosas con que la República Dominicana daba sus primeros pasos para obtener el reconocimiento de su independencia e iniciaría su ofensiva en Las Matas de Farfán, la cual fue abandonada por los generales Mella, Remigio del Castillo y Valentín Alcántara; seguirían los haitianos su marcha ocupando a la también abandonada San Juan de la Maguana.

El 2 de abril, el coronel Báez, quien presidía el Congreso dominicano, aprovecharía que el presidente Jimenes se encontraba ausente en la capital y ordenaría que el general Santana se pusiera como cabeza del ejército libertador con todas las fuerzas que pudiera movilizar de la Provincia Santa Cruz del Seybo pero con el retorno de Jimenes al día siguiente se anularía la ordenanza. El general Santana llegaría a la capital cuando llegó la noticia de la victoria haitiana en el asedio de Compostela de Azua que ocurrió tras ser abandonada, tras lo cual el presidente Soulouque entraría, lo que causaría consternación en la capital.

En un inicio Jimenes no quería que el general Santana fuera al combate pero la amenaza haitiana hizo que se le encomendara ir a la frontera aunque no se encontrara allá ninguna tropa. Reunió 300 seybanos de los derrotados en Compostela de Azua con que saldría de la capital rumbo al teatro de los acontecimientos y se acuartelo en Sabana Buey.[14][28]

Las Carreras

 
Litografía de la batalla de Las Carreras.

Saldría victorioso el día 17 el general de división Duvergé en la batalla de El Número pero se replegaría a Las Carreras, rebasando el río Ocoa, donde amaneció el día 18 y entregó el mando al general de brigada Abad Alfau.

El día 19, informaría el general Santana que los haitianos se encontraban frente a Las Carreras en asechanza, y hasta la madrugada del día siguiente permaneció en el cuartel general de Sabana Buey. Se le informaría que el día anterior fueron derrotadas las fuerzas haitianas en su tentativa de forzar el paso y su campamento en Las Carreras donde amanece esperando acometidas haitianas.

El día 21, los haitianos iniciaron un cañoneo con una pieza de a 12, bajando después tres piezas más, que colocadas en batería, abrieron cerrado fuego sobre las cuatro divisiones apostadas en orden de batalla por el general Santana, en la margen oriental del río Ocoa y los haitianos protegidos por el fuego de su artillería que no pudo ser devuelto por los dominicanos porque carecían de ella, se lanzaron a la carga concentrando el vigor de su ataque por los flancos del ejército libertador; bajo el cañoneo haitiano, los generales dominicanos iniciaron el contraataque a las cinco y media de la tarde. En el momento culminante, el general Santana lanzó a la batalla a su escolta personal, y la caballería que mandaba el coronel Pascual Ferrer, en imponente carga de lanceros.

Soulouque iniciaría su retirada, protegido por destacamentos de retaguardia reforzada, mientras que el general Santana enviaría para hostilizarle guerrillas por los flancos y al caer la tarde del día 22, y durante la noche las fuerzas haitianas aterrorizadas abandonaron sus últimas posiciones en terrible desbandada. Avanzó en la madrugada en persecución de los haitianos el general Santana, y a las seis de la mañana del día 23, planto su campamento en El Número y dejaría una guarnición bajo el mando del teniente coronel Marcos Evangelista, y luego regresaría a Sabana Buey, restableciendo el cuartel general.[25]

Segundo ascenso al poder

Alzamiento contra Jimenes

El 6 de mayo el Gobierno le ordenaría al general Santana entregar las fuerzas que mandaba y que se reintegrara al Estado Mayor de la capital.

Los militares del cuartel general de Compostela de Azua comenzarían el día 9 una insurrección abierta contra Jimenes a la que se uniría el general de división Manuel Mota y el jefe de la flotilla dominicana, el almirante sardo Juan Bautista Cambiaso, propagándose la rebelión en todo el país. El general Santana avanzaría rumbo a la capital el día 13 expidió en su cuartel general de Baní un manifiesto desconociendo el Gobierno de Jimenes y proseguiría su avance, empezando a asediar la ciudad el día 19 con tres columnas de soldados aguerridos bajo el mando de oficiales veteranos y estableció su cuartel general en Guibia donde le exigió al Gobierno como único medio de evitar derramar sangre que Jimenes deponga el mando. Jimenes lo acusaría de querer causar la guerra civil, y ordenaría que se le juzgare de «conspirador y traidor a la patria».

Después de un intercambio epistolar incendiario que duro varios días, se inicia desde los fuertes de la ciudad el bombardeo sobre las villas sitiadores y que ocasiono la destrucción por el fuego de una parte de la villa de San Carlos de Tenerife el día 22. Sin esperanzas Jimenes de vencer en se avino a una convención, por intermedio del agente comercial estadounidense, y los cónsules francés y británico que fue firmada en el cuartel general de Guibia el día 29, por el cual Jimenes renunciaba al cargo y saldría del país en el bergantín británico Hound junto al coronel Pina, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Justiniano Bobea, Tomás Troncoso, Santiago Barriento, Tomás Sánchez y el general Alcántara, quien desertaría del ejército libertador poniéndose bajo servicios de Haití.

Jefe Supremo

 
Billete de un peso de 1849.

El general Santana realizó el día 30 su entrada triunfal a la capital, aclamado por el pueblo y reverenciado en la exaltación de su prestigio. Con su llegada a la Plaza de Armas de la capital, el general Marcano, le aclama diciéndole: «¡Viva el Libertador! ¡Viva el Libertador!». Asumió la jefatura del Estado como Jefe Supremo. Su primer decreto sería anular los rangos concedidos por el general Jimenes desde el 13 de abril al 29 de mayo y convocaría el 4 de junio que se eligiese un nuevo presidente, siendo electo el 5 de julio Santiago Espaillat pero una semana después presentó su renuncia al Congreso, diciendo que tomaba la decisión por razones de edad y de salud que no le permitían ser investido jefe del Estado.[29]

Asistió Santana a la sesión extraordinaria del Congreso del día 6, y rindió cuenta de su campaña contra los haitianos, y de sus gestiones como Jefe Supremo. Plantearía la necesidad, y conveniencia de iniciar la guerra ofensiva contra Haití como única medida de la cual podrían esperarse resultados más duraderos y positivos. Dicho plan a finales año fue empleado por la armada dominicana.

Nuevamente convocaría a que se eligiese un presidente y durante aquel transcurso el día 18 el Congreso le confirió el título de Libertador de la Patria, el cargo de general en jefe de los ejércitos de la república y una casa en la calle El Conde. También se colocaría su retrato en el Palacio Nacional junto a los de Cristóbal Colón y Sánchez Ramírez.

En el extranjero, el senado haitiano hizo la proclamación del Imperio de Haití, convirtiendo a su presidente en emperador bajo el nombre de Faustino I de Haití y en medio de la guerra civil venezolana (1848-1849) el general José Antonio Páez le escribiría a Santana pidiendo ayuda militar, ofreciéndole su alianza política pero no fue corespondido. Fue Santana al Cibao a final de mes, pasando por Santiago de los Caballeros, y las villas de San Lorenzo de Guayubín y San Ignacio de Sabaneta, de donde regresaría enfermo.[6]​ Finalmente fue elegido para la presidencia el coronel Báez, quien fue sugerido por Santana pero no asistiría a la sesión del Congreso del 24 de septiembre, en la cual prestaría el juramento constitucional el coronel Báez, alegando encontrarse indispuesto.[25]

Segunda Presidencia (1853-1856)

 
Ilustración de Santana en Gleason's Pictorial de 1854.

El 15 de febrero de 1853 se llevaron a cabo elecciones en las que Santana ganó la presidencia para el período 1853-1857. Su nuevo gobierno no fue muy diferente al anterior, caracterizándose por ser despótico y arbitrario. En un gesto conciliador, Santana decretó una absolución para gran número de exiliados políticos.

Santana, al igual que Báez, se dedicó a hacer gestiones para lograr un protectorado de Estados Unidos. España, que hasta entonces no había mostrado gran interés en República Dominicana, se preocupó por el espacio que Estados Unidos podía ganar en el país. Esto motivó que España se apresurara a firmar varios reconocimientos.

Antonio María Segovia, cónsul español, se dedicó a entorpecer las negociaciones de Santana con Estados Unidos, apoyó a los sectores enemigos del gobierno. Además, en 1856 ofreció la nacionalidad española a todos los dominicanos que la solicitaran. Una avalancha de opositores se beneficiaron de la llamada Matrícula de Segovia, pasando a actuar libremente bajo el amparo español.

Los problemas diplomáticos con España, la crisis financiera y el descenso de la popularidad de Santana hicieron que este renunciara el 26 de marzo de 1856. El vicepresidente Manuel Mota, ocupó la presidencia de la República y por un acuerdo político, Báez fue nombrado nuevo vicepresidente, para luego proceder a la renuncia del presidente, y Báez asumir el poder. Báez estaba fuera del país desde 1853 por órdenes de Santana. Báez retornó al país para asumir el cargo gracias a las gestiones realizadas por el cónsul Segovia.

Política Exterior (1853-1856)

Reconocimiento internacional

Jefes de Estado que reconocieron al Estado Dominicano durante el mandato de Santana

En el Gobierno de su predecesor se había logrado el reconocimiento del Estado dominicano en 1850 por parte de Victoria I durante el Gobierno del primer ministro John Russell, conde de Russell y en 1851 el rey Federico VII de Dinamarca se sumaria al reconocimiento de la república bajo el Gobierno del primer ministro Adam Wilhelm Moltke.

Santana siguiendo la política de conseguir el reconocimiento formal de la independencia por naciones enviaría nuevamente diplomáticos: a Europa se enviaría para que se reconociera la independencia a José Fontana para conseguirlo de parte del Reino de Cerdeña y al venezolano Rafael María Baralt para que España hiciera lo correspondiente; en América el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Manuel Joaquín Delmonte, se le encomendó ir a Curazao para el tratado con los Países Bajos, mientras que para los Estados Unidos estarían Bobadilla y Jacinto del Rosario de Castro.

El primer jefe de Estado con el que conseguiría estrechar relaciones diplomáticas Santana sería con el rey Guillermo III de los Países Bajos el 30 de noviembre de 1853 por medio del gobernador de Curazao, Isaac Joahnnes Rammelman. En el año 1854, reconocería la independencia dominicana el rey Víctor Manuel II de Cerdeña el 22 de marzo bajo el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros Camillo Benso, conde de Cavour y luego el presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce lo hizo el 5 de octubre. En el año 1855, Isabel II de España reconoció el Estado el 18 de febrero durante el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros Baldomero Espartero, duque de la Victoria, duque de Morella, conde de Luchana y vizconde de Banderas; los últimos jefes de Estado que reconocerían la soberanía dominicana en el año 1855 fueron los alcaldes de las Ciudades Libres y Hanseáticas de Bremen y Hamburgo (miembros de la Confederación Germánica), Johann Smidt y Nicolaus Binder, siendo este tratado hecho en la república debido a que los cónsules de dichas ciudades se hallaban en el país y se ordenaría que Domingo Daniel Pichardo firmara el tratado, siendo firmado el 12 de mayo.[23][30]

Campaña de 1855-56

 
Caricatura donde don Faustino I deseoso de hacer la guerra contra sus vecinos y sin dinero para comprar armas, trae de Francia un maestro especial que les enseñó cómo pasar la pierna a un ejército enemigo.

Faustino I tenía preparada otra expedición contra la parte española y a pesar de la oposición del Reino Unido, el Imperio Francés y España, en noviembre de 1855 organizó otra vez su ejército y lo dividió en dos cuerpos: uno comandado por el general Garat, conde de La Petite Riviere Rousseaux, que saldría de Verrettes con dirección a Santa Cruz de Neyba y otro comandado por el mismísimo Faustino I que saldría de San Gabriel de las Caobas hacia Cachimán.

Santana conocedor de aquella expedición dejaría a Mota encargado del Poder Ejecutivo el 28 de noviembre y se trasladaría al cuartel general de Compostela de Azua para organizar la defensa. Encomendaría la defensa de la línea de San Juan de la Maguana al general de brigada Contreras y ordenaría auxiliar al general de brigada Francisco Sosa en Santa Cruz de Neyba.

El ejército libertador vencería a los haitianos el 22 de diciembre en las batallas de Santomé y Cambronal. Santana al conocer lo acontecido le comunicaría al ministro de Guerra y Marina el día 26 lo siguiente:

Señor ministro: Me cabe la gloria de anunciar al Gobierno, por el órgano de usted, que ya la nube oscura que venía cubriendo nuestro territorio, ha desaparecido enteramente; y nuestras tropas se hallan posesionadas de nuestros puntos fronterizos. De ese ejército de vándalos, el que ha escapado va bien escarmentado, pues no lleva consigo sino el pellejo; así es que hoy podemos contar con la existencia de la República Dominicana: no necesitamos de más paz, porque ya está garantizada y afianzada por el triunfo de nuestras armas: ¡Viva la religión! ¡Viva el Ejército vencedor! ¡Viva la República Dominicana!

El 26 de enero de 1856, los haitianos serían vencidos nuevamente en Sabana Larga, siendo esta la última acción que cesaría definitivamente las hostilidades beligerantes de Haití contra la república, más esto no significaba que no se siguiera reclamando la totalidad de la parte española por el Imperio Haitiano.[31][14]

Durante la segunda presidencia de Báez

Apresamiento

El 2 de enero de 1857, el Consejo de Ministros presidido por Báez acusó al general Santana de la rebelión ocurrida en Santa Cruz de Neyba, de ocultar en su casa una gran cantidad municiones junto a otros objetos y que «la sociedad, que aún no ve completamente derrocada la tiranía, mientras el tirano pueda a mansalva causar trastornos», decretándose seguidamente que el general división Cabral llevase a la capital al general Santana. El 8 de enero, la caballería encabezada por los generales Cabral y Santana entraron a la capital. El Comandante de Armas y gobernador de la Provincia de Santo Domingo, Sánchez, le ofrecería por prisión al general Santana su alojamiento de la Comandancia de Armas.[32]

Destierro

El día 11, el Gobierno decidió expulsar del país al general Santana; en la madrugada del otro día fue llevado por el ministro de Guerra y Marina, Aybar, los generales José Antonio Hungría, Antonio Batista y Sánchez a la goleta Ozama, siendo embarcado hacia la isla de Martinica (Francia) junto a su sobrino Manuel, bajo la custodia del coronel Simón Corso, los comandantes Jacinto Peynado Tejón, Juan Andrés Gatón y José María Moreno. Su salida de la isla fue un día de júbilo para sus enemigos, mientras que para él fue amargo y triste. Tras su salida sus enemigos lanzaron contra él burlas e insultos en el Boletín Oficial y en El Eco del Pueblo incluso lo calumniaron diciendo que estaba desecho llorando y en lamentaciones afeminadas, que en las batallas se encontraba en la retaguardia para protegerse, que recibía de forma indiferente madres y esposas de hombres desterrados, y que su maldad era superior a la de Juan Manuel de Rosas y José Gaspar Rodríguez de Francia.

Al llegar a Martinica no se encontraba allí el gobernador Louis Henri, conde de Gueydon, a cuya disposición se pondría al general Santana; el coronel Corso al no serle posible desembarcarlo se vio en la necesidad de regresar a la capital pero al llegar no se aceptó el desembarco del general Santana, decidiéndose nuevamente que zarpe la Ozama pero que se mantuviera barloventeando sin rebasar la isla Saona. Tras varios días retorno la Ozama a la capital y el general Santana se le trasbordo a la fragata francesa Iphignemie que salió rumbo a la isla de Guadalupe (Francia); saldría el 26 de abril de Guadalupe con destino a Saint Thomas, donde estaría acompañado durante sus primeros días por el británico Teodoro Stanley Heneken, y teniendo como compañero de paseos y tertuliano a Robles de los Rothschild; decidiría escribirle el 1 de junio a Báez para decirle que solo quiere retirarse a su hogar.

El Gobierno dominicano por temor a las actividades del general Santana enviaría para investigarlo a José María González y mandaría sus informes al ministro de Relaciones Exteriores, Félix María Del Monte. En sus comunicaciones González diría que «Santana aquí, pasa por un verdadero caído» y también declararía: «no deja percibir en su conducta nada que revele a un hombre ocupado en conspirar y que al contrario parece más bien dispuesto a suplicar por su vuelta al país». El día 18, el general Santana para poder conversar con González mentiría sobre estar enfermo; el general Santana lo había llamado para preguntarle sobre si era cierta la noticia de la muerte de su esposa, Micaela Antonia Rivera, pero González diría desconocer si era cierto y en seguida el general Santana le contaría sobre su travesía, lo fastidioso que era Saint Thomas y concluiría pidiéndole a González que interpusiera su valimiento con el Gobierno para que le permitiesen retornar porque solo quería vivir en el país sin involucrase en política, no obstante González le mentiría sobre que no tenía valimiento del Gobierno pero que hablaría sobre su situación; el general Santana no caería en la trampa debido a que Robles en la noche le diría sobre la misión de espionaje de González. Ese mismo día el general Santana ingresaría en la secta de la francmasonería, conformada en su mayoría por jóvenes. Aquello lo calificaría González como: «un movimiento reaccionario que dará por resultado el triunfo de Santana».[32]

Tercera Presidencia (1858-1861)

 
Retrato de Santana portando la banda presidencial.

En agosto de 1858 Santana dio un golpe de Estado al gobierno de Valverde, en Santiago de los Caballeros. Bajo este gobierno de facto que se extendió hasta enero de 1859, el general Santana procedió a reubicar la sede del gobierno en la Ciudad de Santo Domingo y luego a legitimar su mandato, convocando a unas elecciones en las que resultaron elegidos como presidente Santana y vicepresidente Abad Alfau, iniciando su nuevo mandato constitucional el 31 de enero de 1859.

Durante este gobierno, el país enfrentó una grave crisis económica como resultado de la Revolución de 1857. Los cortes de madera, que eran el principal renglón de exportación, se redujeron considerablemente. La explotación era la principal forma de recaudación del pueblo dominicano, por lo que el gobierno estaba sin recursos.

Un problema económico, heredado por Santana de la gestión de Báez, era la gran cantidad de papel moneda devaluada circulante. Este dinero había sido emitido por Báez para estafar a los tabaqueros de El Cibao, en 1857.

ESantana siguió haciendo en secreto grandes cantidades de emisiones monetarias sin respaldo, perjudicando las finanzas nacionales. La justificación para estas emisiones era la necesidad de prepararse militarmente para resistir una posible invasión haitiana.

Política Exterior (1858-1861)

Masonería

Antes de integrarse en la masonería tuvo encontronazos con ella en su primera presidencia, durante la cual no fue bien vista. El masón haitiano y delegado del Supremo Consejo de Francia, Juan Hipólito Fresnel, intento convencer a Santana de iniciarse pero este se negó, no obstante en 1846 Hipólito Fresnel lo colocaría en una lista de masones como si de un miembro se traste y figurando con el grado 18. Fresnel y su delegado en San Felipe de Puerto Plata harían propaganda para reclutar miembros diciendo que Santana era masón y que les protegía. Aquello causaría que Santana hiciese el 16 de diciembre de 1847 un documento dirigido a todas las autoridades, con el propósito de desmentir lo dicho por los masones:

Enemigo por mis principios de todo lo que, tenga hasta el mas mínimo viso de engaño, no he podido menos de indignarme al saber que el Sr. J. H. Fresnel, haitiano acogido en esta ciudad, y el Sr. Josué Naar, como agente suyo en Puerto Plata, con el objeto de hacer prosélitos para la Masonería, hacen creer a los que quieren atraer a su gremio, que yo no solo pertenezco a esa asociación, sino que soy su Gran-Protector en esta República de sus Logias, lo que es totalmente falso.
Conforme lo que dicta la prudencia, me guardaré bien de calificar la Masonería, cuyos principios ignoro; pero tampoco puedo dejar de advertir a los incautos, que se guarden de unos hombres, que en vez de dejar a cada seguir en esa materia las inspiraciones de su conciencia, se valen para reclutar prosélitos de una impostura que a la vez compromete mi nombre, burla la buena fé de los que sencillamente le presten crédito, y excita la indignación de todos los hombres honrados, sobre todo de aquellos que por su convicción, y sin miras interesadas de ninguna clase, perteneciendo a esa Sociedad, han renunciado a ella por semejantes abusos.

Fresnel se le hizo prisionero, suceso que descabezo a la masonería en el país, la cual quedó disuelta el 16 de marzo de 1848. Al estar integrado Santana en la masonería les brindo protección y cedió en 1858 un local a la Logia Cuna de América, anexo a la Iglesia de Las Mercedes. En 1859 se le confirió el grado 32 por José Díez Jiménez (tío de Duarte), José María Leyba Ramírez, Gabriel José de Luna, David León y el venezolano Antonio Delfín Madrigal. Nuevamente José Díez, José María Leyba, Gabriel de Luna, León y Antonio Madrigal elevarían a Santana de grado con autorización Andrés Cassard, siendo para dicha ocasión al grado 33, el escalalón más alto de la masonería. Jacinto de Castro se referiría aquel acto con lo siguiente.[33]

…fue más un plan político el que les movió; con el fin de dar estabilidad y fuerza a la Masonería combatida por el clero y un pueblo, como todo pueblo latino de origen, supersticioso y enemigo del Arte Real.

El 16 de febrero de 1861, fundó el Supremo Consejo del Grado 33 junto a Madrigal, De Castro, Joaquín Delmonte, José Leyba, De Luna, León, Díez y el ministro Miguel Antonio de Jesús Lavastida Fernández Palomares, adoptando las constituciones del rito escocés antiguo y aceptado, sancionadas en 1786 por el rey Federico II de Prusia.[34]​ A pesar de que Santana fuera parte de la sociedad secreta se conspiraba en las logias contra él.[35]

Política Exterior (1858-1861)

Protectorado (1858-1861)

En 1859, Miguel Antonio de Jesús Lavastida le manifestaría al cónsul sardo, el almirante Cambiaso, sobre que tenía la intención de pedir la protección de Cerdeña sobre la república y el 24 de octubre del mismo año el cónsul sardo le escribió al ministro de Negocios Extranjeros de Cerdeña sobre la idea. Dicha idea fue apoyada por los cónsules francés y británico de la república que hicieron llegar a sus respectivos países sobre la viabilidad de aquel protectorado como solución a la supervivencia del Estado dominicano desde el punto de vista económico y de su seguridad frente a Haití pero la guerra austro-sarda relacionada con los sucesos de la unificación italiana truncaron dicho proyecto.[36][37]

De Protectorado a Anexión

 
Legación española en la capital.
 
Entrevista de Santana y el brigadier Peláez en San José de Los Llanos. Obra de José Alloza.
 
Serrano tuvo un papel relevante para la anexión de Santo Domingo.

El 20 de mayo de 1859 el general de división Felipe Alfau viajó a España como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante la villa y corte de Madrid para gestionar un protectorado con España para sostener la independencia del Estado dominicano.

El 14 de febrero de 1860 el general Alfau dice en recepción con Isabel II:

Como colonia de España hizo Santo Domingo por ella, a principios del siglo, tales sacrificios, que la historia los recuerda como ejemplo inimitable de fidelidad, abnegación y afecto, y aunque libre, independiente y soberano, no ha cambiado de sentimiento respecto de ella ni de su gloriosa dinastía, pues si ha sido leal como colonia, lo es y quiere serlo como aliado a su antigua Metrópoli, siempre fiel y agradecido.

El 27 de abril, Santana escribió una carta a Isabel II en la que le expresaba su interés, no en un simple protectorado, sino en la anexión.

Tregua y conflicto con Haití

El 15 de enero de 1859 Faustino I fue destronado por el general Guillaume Fabre Nicolas Geffrard, duque de Tabara, proclamándose la República de Haití y volviéndose él en presidente de la misma. El presidente Fabre Nicolas Geffrard le ofreció espontáneamente a los cónsules británico y francés en Puerto Príncipe concluir con una tregua de cinco años con la República Dominicana y estaba dispuesto a restablecer las relaciones comerciales entre ambos países, sin embargo no era una reconciliación definitiva. El Gobierno dominicano no había aceptado la oferta de inmediato, sino que había manifestado algunas dudas acerca de cómo responder a la misma, y en vez de una tregua por cinco años se exigía por diez pero finalmente Miguel Lavastida, comunicó al cónsul francés de la capital que Santana aceptaba la proposición, respuesta que había transmitido a su homólogo en Puerto Príncipe.

En cuanto a la posibilidad de alcanzar un tratado de paz y comercio por parte del cónsul francés de la capital lo consideraba difícil, debido que la República Dominicana no se querían a ningún precio relaciones comerciales por la frontera, ante el temor de una propaganda haitiana. De parte de los cónsules británico y francés en Puerto Príncipe buscaban el reconocimiento del Estado dominicano pero tenían como obstáculo el artículo cuarto de la constitución de 1846 y vigente en Haití que establecía que la isla era una e indivisible.

Si bien el Gobierno haitiano había manifestado la mejor voluntad de no retomar la parte española de momento no por eso fue menos activo y eficaz el género de hostilidades que emprendió contra el estado dominicano, proponiéndose Fabre Geffrard llevar a cabo sus fines de conquista por otros medios que no habían practicado sus predecesores, y sin haber pasado un año desde la tregua dominico-haitiano el 4 de abril de 1860 el Gobierno dominicano dirigió la primera reclamación a los cónsules británico y francés por el tráfico ilícito que tenía lugar en las fronteras de Las Matas de Farfán, con el apoyo y la protección del jefe haitiano de San Gabriel de las Caobas. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores dominicano, Francisco Pedro Ricart y Torres, informó también a los agentes europeos de que los dominicanos que explotaban sus cortes de caoba en la zona de Petit-Trou eran con frecuencia víctimas de invasiones por parte de los haitianos, que entraban en el territorio dominicano para llevarse bueyes, caballos y todo lo que encontraban. Francisco Pedro Ricart comunicó estos hechos a fin de que convenio fuese cumplido por Haití igual como lo hacia República Dominicana, y añadió que entender por armisticio simplemente como la quietud de las armas, y que mientras tanto pudieran hostilizarse las partes beligerantes por los demás medios a su alcance, sería absurdo. Haití pasaría después de sonsaca y proselitismo de las poblaciones fronterizas con objeto de hacerse amigos entre los dominicanos, y así facilitarse el medio de invadir la parte española con probabilidades de buen éxito. Tales razones habían llevado al Gobierno dominicano a movilizar sus tropas con Santana a la cabeza para poner fin a aquella situación. Los haitianos además con promesas y dinero hicieron desertar a los generales dominicanos Domingo Ramírez y Morillo, quienes obedeciendo a las pretensiones haitianas se sublevaron en sus puestos de mando pero fueron reprimidos por el Gobierno dominicano.[23]

Gabinete (1858-1861)

  
Ministerios del Tercer Gobierno de
Pedro Santana
Cartera Secretario Período
Ministerio de Interior, Policía y Agricultura Domingo de la Rocha
Jacinto de Castro
Felipe Dávila Fernández de Castro
30 de julio de 1858 - 20 de julio de 1859
20 de julio de 1859 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Relaciones Exteriores Juan Nepomuceno Tejera
Miguel Lavastida
30 de julio de 1858 - 17 de agosto de 1858
17 de agosto de 1858 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Hacienda y Comercio José Mateo Perdomo
Jacinto de Castro
Pedro Ricart y Torres
30 de julio de 1858 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 11 de enero de 1860
11 de enero de 1860 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Justicia e Instrucción Pública Juan Nepomuceno Tejera
Francisco Xavier Fauleau
Domingo de la Rocha
Felipe Dávila Fernández de Castro
30 de julio de 1858 - 17 de agosto de 1858
17 de agosto de 1858 - 20 de julio de 1859
20 de julio de 1859 - 9 de noviembre de 1859
9 de noviembre de 1859 - 18 de marzo de 1861
Ministerio de Guerra y Marina Miguel Lavastida 30 de julio de 1858 - 18 de marzo de 1861

Gobernación de Santo Domingo

Anexión a la monarquía isabelina

 
Ilustración de Santana en El Museo Universal de 1862 y que tuvo por leyenda: «el general santana, ultimo presidente de la república dominicana».
La rojigualda en la Torre del Homenaje desde la perspectiva oeste.
La rojigualda en la Torre del Homenaje desde la perspectiva sur.

El 18 de marzo de 1861, día señalado para la proclamación de la reincorporación a la monarquía española, desde el amanecer circulaba por todos lados de las calles de la capital un numeroso gentío. A las siete de la mañana en la plaza de Armas, habían personas de toda clase, y poco después empezaron a llegar las tropas para guarnecer la ciudad, sin armas, y acompañadas de sus respectivos jefes, oficiales y se presentaría el Comandante de Armas de la capital con su Estado Mayor. Luego aparecería Santana y su séquito de ministros, senadores, generales, la oficialidad y las demás personas de distinción que debían asistir al acto. Poco después se presentó Santana en el balcón principal del Palacio de Justicia, desde el cual proclamaría la reincorporación al Reino de España a sus conciudadanos con la siguiente alocución:[38]

Dominicanos: No hace muchos años que os recordó mi voz, siempre leal y siempre consecuente, y al presentaros la reforma de nuestra Constitución política, nuestras glorias nacionales, heredadas de la grande y noble estirpe á que debemos nuestro origen.

Al hacer entonces tan viva manifestación de mis sentimientos, creia interpretar fielmente los vuestros, y no me engañé: estaba marcada para siempre mi conducta; mas la vuestra ha sobrepujado á mis esperanzas.

Numerosas y espontáneas manifestaciones populares han llegado á mis manos; y si ayer me habéis investido de facultades extraordinarias, hoy vosotros mismos anheláis que sea una verdad lo que vuestra lealtad siempre deseó.

Religión, idioma, creencias y costumbres, todo aún conservamos con pureza, no sin que haya faltado quien tratara de arrancarnos dones tan preciosos; y la nación que tanto nos legara, es la misma que hoy nos abre sus brazos cual amorosa madre que recobra su hijo perdido, en el naufragio en que ve perecer á sus hermanos.

Dominicanos: solo la ambición y el resentimiento de un hombre nos separó de la madre patria: dias después el haitiano dominó nuestro territorio; de él lo arrojó nuestro valor; !los años que desde entonces han pasado, muy elocuentes han sido para todos!

¿Dejaremos perder los elementos con que hoy contamos, tan caros para nosotros, pero no tan fuertes como para asegurar nuestro porvenir y el de nuestros hijos?

Antes que tal suceda; antes que vernos, cual hoy se ven esas otras desgraciadas Repúblicas, envueltas incesantemente en la guerra civil, sacrificando en ella valientes generales, hombres de Estado, familias numerosas, fortunas considerables y multitud de infelices ciudadanos, sin hallar modo alguno de constituirse sólida y fuertemente; antes que llegue semejante dia, yo que velé siempre por vuestra seguridad; yo que, ayudado por vuestro valor, he defendido palmo á palmo la tierra que pisamos; yo que conozco lo imperioso de vuestras necesidades, ved lo que es nuestro en la nación española, ved lo que ella nos concede.

Ella nos da la libertad civil que gozan sus pueblos, nos garantiza la libertad natural y aleja para siempre la posibilidad de perderla; ella nos asegura nuestra propiedad, reconociendo válidos todos los actos de la República; ofrece atender y premiar el mérito, y tendrá presentes los servicios prestados al país; ella, en fin, trae la paz á este suelo tan combatido, y con la paz sus benéficas consecuencias.

Sí, dominicanos; de hoy más descansareis de la fatiga de la guerra y os ocupareis con incesante afán en labrar el porvenir de vuestros hijos.

La España nos protege, su población nos cubre, sus armas impondrán á los extraños; reconoce nuestras libertades, y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una sola familia, como siempre lo fuimos; juntos nos prosternaremos ante los altares que esa misma nación erigiera; ante esos altares que hoy hallará cual los dejó, intactos, incólumes y coronados aún con el escudo de sus armas, sus castillos y leones, primer estandarte que al lado de la cruz clavó Colon en estas desconocidas tierras, en nombre de Isabel I, la Grande, la Noble, la Católica; nombre augusto que al heredarle la actual Soberana de Castilla, heredó el amor á los pobladores de la isla Española: enarbolemos el pendón de su Monarquía, y proclamémosla por nuestra Reina y Soberana.

¡Viva Doña Isabel II! ¡Viva la libertad! ¡Viva la religión! ¡Viva el pueblo dominicano! ¡Viva la nación española!

Jura y renuncia como Capitán General

 
Jura del gobernador capitán general de Santo Domingo, don Pedro Santana (1862). Obra de Wenceslao Cisneros (Museo del Prado, Madrid).

El 8 de agosto durante su juramentación como teniente general de los reales ejércitos, gobernador superior civil y capitán general de Santo Domingo estuvieron presentes Serrano, quien le estaba tomando juramento a Santana, Pedro Ricart, De Castro, Abad Alfau, Modesto Díaz, Eusebio Puello y Lavastida, Eugenio Gómez Molinero, el brigadier Antonio Peláez de Campomanes y Uría del Llano, Carlos de Vargas y Cerveto, José Malo de Molina y Fernando Arturo de Meriño.[39]

El 18 de marzo de 1861, cuando se proclamó la anexión a España, el pueblo dominicano confirmó los rumores que habían corrido durante meses. Inmediatamente empezaron a salir los manifiestos de apoyo, tal y como había sido acordado por los seguidores de Santana. Santana fue nombrado gobernador de Santo Domingo, pero pronto descubrió que las cosas no serían como él había planeado, ya que las directrices españolas tomaban todas las decisiones.

El descontento alcanzó incluso a los sectores anexionistas que no lograron conseguir los beneficios que esperaban. El mismo Santana se sentía incómodo con la pérdida de su influencia y autoridad. Alegando quebrantos de salud, renunció a su cargo el 20 de julio de 1862.

Directorio general (1861)

  
Directores generales de
Pedro Santana
Cartera Secretario Período
Director general de Gobernación Felipe Dávila Fernández de Castro 19 de marzo - 10 de junio de 1861
Director general de Hacienda y Negocios internacionales Pedro Ricart y Torres 19 de marzo - 10 de junio de 1861
Director general de Justicia e Instrucción Pública Jacinto de Castro 19 de marzo - 10 de junio de 1861
Director general de Gobierno de Guerra y Marina Miguel Lavastida 19 de marzo - 10 de junio de 1861

Secretaría de Gobierno (1861-1862)

  
Secretaría de Gobierno de
Pedro Santana
Cartera Secretario Período[40]
Secretaría de Gobierno de Gobernación Felipe Dávila Fernández de Castro
Victoriano García Paredes
10 de junio de 1861 -16 de diciembre de 1861
16 de diciembre de 1861 - 20 de julio de 1862
Secretaría de Gobierno de Capitanía General Miguel Lavastida 10 de junio de 1861 - 20 de julio de 1862

Postura de Santana

Causas por la que hizo la anexión

 
Santana portando la rojigualda como banda, fotografiado por Epifanio Billini en 1861.

El 10 de octubre de 1863 Santana desde su campamento en Guanuma le envió al ministro de Ultramar, Francisco Permanyer y Tuyet, una carta donde manifiesta cuales fueron las causas que lo llevaron a tomar la decisión de la anexión de la Provincia de Santo Domingo. En la carta Santana expresaba lo siguiente:[41]

Yo comprendí desde luego cuáles eran mis compromisos, y de lleno entré a ejercer el mando, con la patriótica intención, de realizar las esperanzas de mi pueblo, de hacerlo feliz a la sombra del pabellón español.

Últimos años

Agonía y muerte

 
Ilustración del marqués de las Carreras en El Mundo Militar de 1864.

El marqués de las Carreras desde hace años cargaba con muchas enfermedades y algunas heredadas por las fatigas de la guerra de independencia. Las certificaciones médicas de los doctores Pedro Antonio Delgado, André, Federico Illas, Rotellini y Carlos Jacobs de agosto y diciembre de 1861, quienes le trataron durante largo tiempo decían que entre las enfermedades que padecía había fiebres inflamatorias, discrasia humoral, (de repetidos ataques de reumatismo poliarticular que le dejaron lesionados el brazo derecho y en completa parálisis los dedos anular y meñique de la mano derecha) disentería; y unas tantas veces diarreas, fiebre intermitente de diferentes tipos y desde hace más de veinte años, una gastritis inveterada.

El 14 de junio de 1864 fue atacado el marqués de las Carreras por una violenta fiebre. Pedro Delgado convocaría a junta médica, y el mariscal de campo Juan José del Villar hizo que fuera el primer médico y dos profesores de sanidad militar. Ya el marqués de las Carreras se encontraba fuera de razón y en delirio. Hasta las once de la mañana el desvarío del moribundo seguía hablando con claridad y todos los que se hallaban presentes estaban conmovidos, oyendo sus palabras de lealtad total al reino:

Díganles que se presente... que yo no tengo sino 180 hombres... Que les ofrezco la vida, y los recomendaré al capitán general... Que no crean á los vagabundos que dicen que los van á matar... Que la reina Isabel los perdonará, porque es muy buena, y repitió otra vez, la Reina es muy buena.

Luego siguió simulando ataques y dando voces de mando en la acción pero sin olvidar su idea fija, la base de su política en estos sucesos: «Capitán, vaya V. con esas compañías, ataquelos, y si se rinden, !no los maten!».

Gabriel Moreno del Christo viendo qué entraba en la agonía le otorgó el sacramento de la extremaunción, y después llegó Jaime Agustí i Milà, quien le auxilió espiritualmente con los rezos sagrados hasta su deceso.[42]

El caudillo dominicano falleció a las cuatro y media de la tarde de inflamación cerebral.[43]​ Alrededor de su lecho se encontraron todos sus antiguos amigos, inclusos aquellos que en los últimos tiempos se habían alejado de él.

La noticia de su muerte sorprendería los ánimos en la capital. La noticia de su muerte fue la primera en ser transmitida por el telégrafo de la capital, causando tal sorpresa en Madrid que la prensa no se atrevería a darla como segura, pensándose que se refiriera a Antonio López de Santa Anna, (quien anteriormente fue presidente de los Estados Unidos Mexicanos), debido a que las noticias anteriores no daban sospecha a tal cosa pero se aclararía con la llegada del correo.[44]

En su testamento legó sus bienes a su viuda Ana Zorilla, su hermano demente y paralítico Florencio, su tía Dominga, sus hijastros Miguel y Loriana Febles, y su cuñada e hijastra Froilana Febles. También a sus sobrinos: Manuel, Francisco y Rafael; y sus ahijados: Pedro García, Francisco Robiou, Socorro de la Cruz Zorrilla y María de los Santos Núñez; los ahijados de sus sobrinos: Gerardo de la Cruz Zorrilla y Juan José de la Cruz Zorrilla; y el señor Valentín Familia.

Posteridad

Sus restos

 
Aviso fúnebre del marqués de las Carreras.

Un túmulo de tres cuerpos, con las insignias del difunto marqués de las Carreras, fue erigido en la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación y a las seis de la tarde el cadáver quedó sepultado en la Torre del Homenaje, lugar que se consideró cómo el más honorífico por el momento a juicio de sus más adictos amigos.[44]

En 1865 tras el proceso de abandono de Santo Domingo hecho por el Gobierno del presidente del Consejo de Ministros, Ramón María Narváez, duque de Valencia, el diputado Antonio Cánovas del Castillo, (futuro presidente del Consejo de Ministros y artífice del sistema político de la restauración) pediría que los restos del marqués de las Carreras fueran llevados a la península:

Yo ruego a los señores Diputados de la mayoría que llenen una obligación que tiene España y que nosotros no podremos llenar por la desconfianza natural, lo reconozco, que tienen los Gobiernos de las oposiciones. Yo ruego a los señores de la mayoría presente una enmienda, una proposición cualquiera, para que no queden expuestos al furor enemigo de aquella isla los restos de uno de los más insignes patricios, de una de las mayores glorias en fin que en este siglo ha tenido España, el General Santana. Es imposible recordar sus hechos, tener noticia completa de su patriotismo y haber podido apreciar por documentos auténticos todo lo que aquel noble corazón sintió y padeció por la causa de España, y no experimentar el sentimiento que me mueve a pronunciar estas palabras. No dejéis, no, expuestos a los instintos feroces de sus enemigos las reliquias venerables de Santana: ya han salido de Santo Domingo las cenizas de Colón y han hecho alto en Cuba! Dios quiera que por mucho tiempo! Sacad también las del General Santana, y éstas traedlas desde luego a España!

No obstante la petición de Cánovas no se llevaría a cabo.[32]

El de 9 de enero de 1879 durante la presidencia de Cesáreo Guillermo a petición de Froilana Febles fue exhumado y traslado a la Iglesia Regina Angelorum para luego en 1890 ser llevados a la torre campanario de la Catedral por disposición del arzobispo Meriño. En marzo de 1931 durante la presidencia de Rafael Leónidas Trujillo Molina fue llevado a El Seibo.

Desde 1978 sus restos yacen en el Panteón de la Patria por disposición del presidente Joaquín Balaguer y desde entonces se constituyó un grupo de presión, actualmente vigente que se empeña en exhumar de su tumba en el Panteón de la Patria al marqués de las Carreras y entre los abanderados de la causa se encuentra el Instituto Duartiano.[45][46]

Honores

 
Orden del Heroísmo Capitán General Santana.

El 24 de agosto de 1954 durante la presidencia de Héctor Trujillo se promulgaría la ley 3915, mediante la cual fue creada la Orden del Heroísmo Capitán General Santana.

En 1963 la Fortaleza México de San Pedro de Macorís pasaría a denominarse Fortaleza General Pedro Santana.[47]

Espada del Libertador

Durante la visita del duque de la Torre a Santo Domingo cuando era gobernador de Cuba en agosto de 1861, el marqués de las Carreras creyó que no podía manifestar mejor el sentimiento de gratitud de que los más nobles dominicanos se sentían poseídos hacia España, que ofreciendo al duque de la Torre la espada que le había donado la república pero el duque de la Torre, se creía suficiente recompensado con la satisfacción de haber prestado a Isabel II y España un ilustre servicio, negándose a admitir la espada del marqués de las Carreras durante su vida y solo se prestó a aceptarla tras su muerte, y eso con la intención de presentarla entonces a Isabel II, por si se dignaba mandarla a colocar en la Real Armería de Madrid.

Tras la muerte del marqués de las Carreras su espada pasaría al duque de la Torre como quedaba estipulado en su testamento y en febrero de 1865 iría el coronel José María Velasco a Madrid para entregarle la espada. El 8 de marzo de aquel año, el duque de la Torre le entregó la espada a Isabel II, que acogió con gratitud y mando que fuese colocado en su Real Armería, como digno recuerdo de la anexión de Santo Domingo.[48][49]

El 17 de octubre de 1936 en Higüey después de la inauguración de los puentes General Santana y Juan Sánchez Ramírez, le fue otorgado al presidente Rafael Leónidas Trujillo por el arzobispo retirado, Adolfo Alejandro Nouel, la espada del marqués de las Carreras. Al ponerse la espada en las manos de Trujillo, Nouel le dijo: «Yo le digo a Ud. ¡Salve Padre de la Patria! Conservad esta espada para que mañana, si es necesario- y Dios no lo quiera- podáis defender la patria de nuestros progenitores».[50]

Descendencia colateral

De su sobrino Rafael Santana Febles (casado con Paula Bobadilla) descienden el cardenal Octavio Beras (tataranieto de su hermano Ramón), el comediante Freddy Beras Goico (chozno de su hermano Ramón) y la actriz y presentadora Ivonne Beras (bichozna o pentanieta de su hermano Ramón).

De su sobrina María de los Ángeles Santana Febles (casada con Isidoro Durán) descienden el ministro y senador José Ignacio Paliza (hexanieto de su hermano Ramón), la diplomática Patricia Villegas (chozna de Ramón) y el diputado Orlando Jorge Villegas (bichozno o pentanieto de Ramón).

Personalidad de Santana

Aspecto y carácter

 
Santana, fotografiado por A. Hartman en 1851.

El 16 de junio de 1861 en la revista El Panorama Universal se publicaría en una sección la biografía del marqués de las Carreras donde se les describía de la siguiente forma:[51]

La estatura del Excmo. Sr. D. Pedro Santana es lo que en términos vulgares se llama regular. Su cara revela mucha energía y resolución determinada, y su frente sombreada de pelo, no es abultada. Sus cejas son espesas y cubren un par de ojos penetrantes, que brotan fuego cuando se irritan sus pasiones. Tiene bozo, pero no usa bigote, y en su vestido muestra mucha sencillez. Es dulce y caballeroso, pero muy cauto en la conversación. Escucha y pesa bien sus palabras antes de dar una afirmacion; pero cuando se altera ó se anima, habla en el fuerte dialecto de su provincia con ruda entonacion, sin perder, sin embargo, el dominio sobre si mismo. Este hombre notable es en su casa enteramente moderado y enemigo de ostentacion. Su porte sério podria hacer creer á los extranjeros que es austero. Tiene autoridad y prestigio ilimitado sobre sus soldados. Gana su afecto con modales insinuantes, y les impone respeto con el aire de una autoridad de que le ha dotado la naturaleza.

El brigadier Antonio Peláez de Campomanes, quien le visito en 1860, decía de él que:[36]

Con un valor de león reune un corazón noble y generoso, como pueden certificarlo los muchos huérfanos y desvalidos a quienes ha acogido en su casa, y establecido después. Su honradez es a toda prueba...

A principios de 1860 el estadounidense W. S. Courtney lo describiría de la siguiente forma:

Pedro Santana, es el actual Presidente, es un hombre de unos sesenta años de edad, un español que tiene rasgos del indio nativo, nativo de la isla, hombre de mucha integridad de carácter y sin duda alguna habitualmente honesto y sincero. Es un hombre sagaz, y aunque no tiene mucho bagaje intelectual, posee un buen sentido para apreciar las cosas y gran parte de las capacidades administrativas. Es siempre frió y circunspecto y muy popular con las masas y los viejos habitantes españoles de la isla. Aunque no es un hombre de gran estatura, es de constitución robusta y saludable y tiene gran parecido con el difunto General Taylor.

El general Luperón escribiría acerca de él en la última década del siglo XIX:

Como hombre moral y honrado, ninguno ha podido serlo más que el General Santana en su país. Como soldado tuvo, desde el primer día de su carrera, maravillosa penetración, gran perspicacia, admirable entereza, gallardo valor y extraordinaria energia.

Era un táctico de notable superioridad, con espíritu verdaderamente organizador, amante de la disciplina, con peculiar pericia, gran serenidad y actividad infatigable. Era austero, probo, sincero y apasionado por el orden hasta ser inexorable. Constituía una especie de modelo de los grandes hombres del siglo pasado, sin poder entrar en derecho entre los modernos.

Para el Gral. Santana, la libertad del siglo XIX era el rayo que calcinaba su frente y fatigaba su espíritu. La democracia lo asustaba como el desierto al peregrino, y el liberalismo era su horror. Jamas pudo levantar su espíritu sobre las tinieblas de su tiempo ni seguir los adelantos de la civilización. Para él la verdadera política consistía en la autocracia, y el despotismo fué su cetro. En aquella puso todo su pensamiento, y por su régimen daba su vida con verdadera devoción.

Gobernó cuatro veces constitucionalmente la nación, la salvó de las invasiones haitianas con gran dignidad, pujanza y valor. Fundo el ejercito, la marina, la probidad en la Hacienda Pública, la equidad en la justicia, el respeto a las leyes y a las propiedades; infundio verdadera moralidad y honradez en las masas y fué el mandatario de más prestigio y popularidad que se ha conocido.

Ancestros

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿? Santana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pedro Santana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pedro Santana Familias, marqués de las Carreras
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Santiago Familias
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Petronila Familias Carrasco
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María Carrasco
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Notas

  1. La titulación empleada al inicio de su tercer mandato era «por la soberana voluntad del pueblo, encargado de restaurar el imperio de la Constitución y las Leyes etc. etc. etc.» hasta el 31 de enero de 1859.
  2. La denominación del cargo no fue uniforme, entre una de ellas se uso «Gobernador General de la isla» y se denomina también como capitanía general a la provincia. No fue juramentado en el cargo hasta el 8 de agosto por el capitán general de Cuba y no fue confirmado como capitán general por Isabell II hasta el 13 de octubre.
  3. La titulación completa era «Presidente de la Junta Central Gubernativa y Jefe Supremo por la voluntad del pueblo y del ejército».
  4. En 1852 publicó en Londres Teodoro Stanley Heneken bajo el seudónimo de Britannicus un folleto titulado "La República Dominicana y el Emperador Soulouque" donde dice: “El Presidente Hérard, con el ejercito principal, había llegado anticipadamente a Azua, donde fue recibido por el mortífero fuego de los seibanos al mando de Pedro Santana, por quien fue vigorosamente atacado el 19 de marzo y rechazado; pero estando los dominicanos escasos de municiones y no considerándose todavía bastante fuertes para resistir fuerzas tan superiores, evacuaron a Azua el siguiente día”.
  5. En la carta del cónsul Saint Denys al ministro de Relaciones Exteriores, François Guizot, del 30 de noviembre de 1844 dice: “Los Ministros fueron ya nominados, pero desgraciadamente la elección del Presidente no ha merecido el consentimiento general. El mismo lo había previsto, pues los hombres capaces y leales son raros aquí, y su elección debía hacerse sobre cinco o seis personas, no más”. “El Sr. Bobadilla es la personificación de ese ministerio poco popular. Es el antiguo Presidente de la Junta, derrocada por el 18 brurnario dominicano del General Duarte. Me ha demostrado mucha deferencia y aparente adhesión hacia mi y Francia. Le he rendido algunos servicios personales despues de su desgracia, pero se le conoce como un hombre ansioso y poco accesible al reconocimiento. Santana, a mi juicio, lo estima poco. Lo emplea porque sus servicios son por el momento necesarios. ”
  6. El historiador Alfau Durán sostiene que los fusilamientos se produjeron el 28 de febrero y no el día 27: “Una errada tradición dice que el ajusticiamiento tuvo efecto el 27 de febrero, pero un documento auténtico, que funge de defunción, evidencia que el repugnante fusilamiento fue el día 28”.
  7. El 18 de octubre de 1956 en el diario El Caribe, aparece una carta-documento bajo la firma del licenciado Carlos Sánchez y Sánchez, nieto del general Francisco Sánchez: “Afirmo que es cierto que mi padre muriera creyendo que Santana no había tenido culpa en el fusilamiento de María Trinidad Sánchez porque así me lo dijo repetidas veces, y mi abuelo (Sánchez) comprendiendo que con ello aceptaba el hecho, tuvo también la misma creencia, que transmitió a su familia, porque la verdad se guardó cuidadosamente por mucho tiempo, parece que hasta la publicación hecha en La cuna de América, por don Emiliano Tejera, el 22 de mayo de 1914”.

Referencias

  1. Fernández-Mota de Cifuentes, María Teresa (1984), Relación de títulos nobiliarios vacantes, y principales documentos que contiene cada expediente que, de los mismos, se conserva en el Archivo del Ministerio de Justicia, Ediciones Hidalguía. ISBN 8400057805, 9788400057800.
  2. a b «Copia archivada». Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 13 de noviembre de 2015. 
  3. «La muerte de Ramón Santana». Archivado desde el original el 24 de noviembre de 2018. Consultado el 2 de abril de 2014. 
  4. «Biografía del Excmo. Señor D. Pedro Santana». El Panorama Universal. 16 de junio de 1861. 
  5. a b Rodríguez Demorizi, Emilio (1996). Correspondencia del cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850. Edición y Notas de Rodríguez Demorizi. Traducción de Mu-Kien Adriana Sang. Santo Domingo. 
  6. a b c d Rodríguez Demorizi, Emilio (1952). Papeles del General Santana. Roma. 
  7. Lugo Lovatón, Ramón (1953). «El Carácter de Pedro Santana». Boletín del Archivo General de la Nación. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 25 de abril de 2018. 
  8. a b c d e f Rodríguez Demorizi, Emilio (1996). Correspondencia del cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846. Edición y Notas de Rodríguez Demorizi. Traducción de Mu-Kien Adriana Sang. Santo Domingo. 
  9. a b c d e «HISTORIA PATRIA. DOCUMENTOS HISTORICOS DEL ARCHIVO DE DUARTE.». Academia Dominicana de Historia. 
  10. Manifiesto de 16 de enero de 1844
  11. a b «Santana y la independencia». HOY. 10 de febrero de 2004. 
  12. Antonio Duvergé (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el .htm historial, la .htm primera versión y la .htm última). enlace irrecuperable
  13. a b c Rodríguez Demorizi, Emilio (1969). SANTANA Y LOS POETAS DE SU TIEMPO. Santo Domingo: Editora del Caribe. 
  14. a b c d e Llenas, Alejandro. Vol. 41. Apuntes históricos sobre Santo Domingo. 
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  17. a b «MEXICO, NOVIEMBRE 2 DE 1844. REPUBLICA DOMINICANA». Diario del Gobierno de la República Mexicana (Ciudad de México). 18 de noviembre de 1844. 
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  43. Alfau Durán, Vetilio (1949). «Documentos Históricos (Colección y notas de V. A. D.)». Clío (Ciudad Trujillo: Academia Dominicana de la Historia) (83): 17. Consultado el 5 de junio de 2016. «(...) comparecieron de la una parte el señor General Libertador Don Pedro Santana, de cincuenta y ocho años de edad, hijo legítimo de los difuntos Pedro Santana y Petronila Familia, viudo de la difunta Micaela de Riveras, habitante domiciliado en esta ciudad; y de la otra parte la señora Ana Zorrilla, de sesenta años de edad, hija legítima de los difuntos Juan Zorrilla y Faustina Lauriano, viuda del difunto Juan Rodríguez, habitante domiciliada de esta ciudad (...)
    (...) mandé dar sepultura eclesiástica al cadáver del Excmo. Sor. Teniente General Don Pedro Santana, Marqués de las Carreras, de sesenta y tres años de edad, natural de Hincha, esposo en segundas nupcias de Doña Ana de Zorrilla, e hijo legítimo de Don Pedro y Doña Petrona Familias: Falleció ayer de inflamación cerebral; habiendo recibido el Sacramento de la extremaunción; hizo testamento ante el Notario Don José Ma. Pérez. (...)».
     
  44. a b «FALLECIMIENTO DEL GENERAL DOMINICANO EXCMO. SEÑOR DON PEDRO SANTANA, MARQUÉS DE LAS CARRERAS». El Mundo Militar. Panorama Universal. 7 de agosto de 1864. 
  45. http://www.docelinajes.org/2010/11/el-general-pedro-santana-primer-marques-de-las-carrerasy-la-identidad-dominicana-ii/
  46. «La Restauración: Instituto Duartiano pide derogar decretos 1383 y 3473 que mantienen a Pedro Santana en el Panteón Nacional». 
  47. «6ta. Brigada de Infantería ERD». 
  48. «PARTE POLITICA». La Época (Madrid). 27 de febrero de 1865. 
  49. «PARTE POLITICA». La Época (Madrid). 10 de marzo de 1865. 
  50. Rodríguez Demorizi, Emilio (1955). LA ERA DE TRUJILLO. 25 AÑOS DE HISTORIA DOMINICANA. Tomo I. Ciudad Trujillo. 
  51. «Biografía del Excmo. Señor D. Pedro Santana». El Panorama Universal. 16 de junio de 1861. 

Bibliografía

  • Peña Blanco, Joaquín Guillermo. "Anexión y Guerra de Santo Domingo". Editorial EAS. Madrid.2018