Paulo IV

223.° papa de la Iglesia católica y 131.° soberano de los Estados Pontificios
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Paulo IV o Pablo IV (en latín: Paulus PP IV), de nombre secular Gian Pietro Carafa (Capriglia Irpina, 28 de junio de 1476Roma, 18 de agosto de 1559) fue el 223.º papa de la Iglesia católica y el 131.º soberano de los Estados Pontificios desde 1555 hasta su fallecimiento.

Paulo IV


Papa de la Iglesia católica
23 de mayo de 1555-18 de agosto de 1559
Predecesor Marcelo II.
Sucesor Pío IV.
Información religiosa
Ordenación episcopal 18 de septiembre de 1505.
Congregación Orden de Clérigos Regulares.
Información personal
Nombre secular Gian Pietro Carafa.
Nombre religioso Paulo IV.
Nacimiento 28 de junio de 1476.
Capriglia Irpina.
Fallecimiento 18 de agosto de 1559 (83 años).
Roma.
Padres Giovanni Antonio Carafa, Conte di Montorio y Vittoria Camponeschi
Alma máter Universidad de Nápoles Federico II

Escudo de Paulo IV

Datos biográficos

Sus inicios y su nombramiento episcopal

Gian Pietro (o Gianpietro/Giampietro o Giovanni Pietro) Carafa (o Caraffa) nació en Capriglia Irpina (actualmente en la provincia de Avellino) el día 28 de junio de 1476, entre la octava de San Juan y las primeras Vísperas de San Pedro, motivo por el cual le fueron impuestos como nombre propio los de estos santos.

Fue hijo de Giovanni Antonio (o Giannantonio) de los condes Carafa della Stadera († Flandes Occidental, 1516), —de una de las más nobles familias del reino de Nápoles[1]​—, y de Vittoria Camponeschi, hija, a su vez, de Pietro Lalle Camponeschi, último conde de Montorio al Vomano, y de Doña María de Noronha, portuguesa, de la familia noble de Pereira, Senhores dos Lagares de El-Rei y Senhores de Paiva, Baltar e Cabeceiras de Basto.

Además de su madre y su padre, sus tíos también fueron ardientes católicos. De hecho, dos de estos se contaban entre las más altas autoridades eclesiásticas: Alessandro era arzobispo de Nápoles y Oliviero cardenal de la Santa Iglesia.

A los catorce años hizo un primer intento de abandonar totalmente los privilegios y honores que le correspondían, poniéndose de acuerdo con su hermana mayor, María, de retirarse a la vida de clausura. El mismo día que su hermana se hizo conducir por su madre al convento de las dominicas, Giampietro se encierra en el de los dominicos, a ejemplo de lo que santo Tomás de Aquino había hecho tres siglos antes. Sin embargo, su padre, ayudado por un grupo de hombres armados, lo arrebató de aquel lugar.

Su calidad de miembro de una ilustre e influyente familia napolitana le permitió comenzar desde muy joven su carrera eclesiástica, en la cual fue iniciado por su tío, el cardenal Oliviero. Éste lo introdujo a la Curia Romana como cameriere pontificio de la corte de Alejandro VI en el año 1500, para pasar a ser después, bajo el pontificado de Julio II, protonotario apostólico en 1503, cargo durante el cual se esforzó por avanzar en el estudio, de modo que los clásicos latinos y griegos se volvieron para él tan familiares que podía recitar de memoria libros enteros.

Tras él, en Roma, corría el delicado perfume de la caridad: junto al genovés Ettore Varnaccia fundó el Hospital de Incurables que más tarde sería agrandado por el cardenal Salviati.

Obispado de Chieti

Giampietro fue promovido por su tío, el cardenal Oliviero, para ser obispo de Chieti en 1505. Habiendo recibido también el encargo de ser nuncio de paz ante el Rey Católico en Nápoles en 1506, ejercitó su función con éxito.

Partió luego de Roma hacia su obispado, encontrándolo en gran ruina: sacerdotes que apenas sabían leer el Misal; monjes vagabundos que fuera del claustro realizaban acciones indecentes en el mundo, la mayoría con el bigote, la barba salvaje, armados, prepotentes, que habían olvidado sus obligaciones sagradas, que no vivían el celibato y ni siquiera residían en comunidad; laicos fanáticos aunque al mismo tiempo corruptos y violentos; nobles prepotentes y represores de la Iglesia.

En este ambiente, Carafa logró la obra de la reforma con carácter, firmeza y perseverancia, al grado de no querer asistir, en 1511, a la convocación del quinto Concilio Lateranense, para no despegarse de su diócesis y verse obligado a cuidarla a distancia por medio de cartas. Tampoco se apersonó a las sesiones del Concilio que tuvieron lugar en 1512. Lo hizo solo hasta 1513, trasladándose a Roma.

Ya en el Concilio fue llamado a formar parte de la comisión para la paz entre los príncipes cristianos y la extirpación de la herejía, en la cual desarrolló una labor enérgica y fecunda, contribuyendo a la reconciliación entre el nuevo papa, León X, y el Rey de Francia, Francisco I.

Entonces, de acuerdo con el papa León X, Carafa fue enviado en misión de paz por el Concilio como legado a latere a la Inglaterra de Enrique VIII, quien lo acogió con señales de estima. De hecho se logró la firma del tratado de paz entre Inglaterra y Francia. En esa misión Carafa recogió también el Óbolo de San Pedro. Permaneció allí hasta 1515.

Desde 1515 Carafa actuó como nuncio apostólico en España, en donde, aunque fue acogido con honores, halló dificultades no pequeñas. Fue nominado por Carlos V a la sede de arzobispal de Bríndisi en 1518,[2]​ la cual aceptó Carafa con una condición: que la conjunción de ambos episcopados durase solo 6 meses. El Papa haría, sin embargo, que pasado el semestre continuara rigiendo también esta otra arquidiócesis.

En 1519 se dirigió a Nápoles, dónde fundó junto con el genovés Vernaccia la Compagnia di carità dei Bianchi.

Después retornó a Roma, donde fue acogido por el Pontífice con afecto y trabajó con otros teólogos en la condena a Lutero. De hecho, publicaría en 1520 un tratado, intitulado De Justificatione, una vez difundida la bula condenatoria.

Renuncia y vocación

A la muerte de León X, Adriano VI, para llevar a cabo la reforma de la Iglesia en Roma, llamó a Carafa a cooperar con él en este trabajo tan amplio y difícil. A la breve estancia del Pontífice, le sucedió el papado de Clemente VII, en el que el Obispo de Chieti tuvo el mismo encargo reformador. Pronto se daría cuenta de que debido al carácter tímido y perplejo del nuevo Papa, poco habría podido llevar a conclusión en el ámbito de la reforma, por lo que Carafa decide renunciar a sus diócesis y retirarse del mundo hasta contemplar la idea de convertirse en camaldulense.

Carafa había conocido a monseñor Cayetano de Thiene, un protonotario noble que era admirado en la Urbe por su virtud y su celo al grado de ser apodado «cazador de almas», con quien participaba en el Oratorio del Amor Divino. Cayetano meditaba desde hacía tiempo la fundación de una asociación sacerdotal que celase la gloria divina y la salud de las almas. Carafa visitó entonces a Cayetano y le expresó su deseo de renunciar a todo, abandonar la corte pontificia y cooperar con él en la realización del diseño de dicha asociación sacerdotal. A monseñor Thiene le agradó la propuesta, pero se opuso; se narra que Carafa insistió al grado de arrodillarse y rogar que Cayetano no lo rechazase.

En 1524, tras no pocas dificultades el entonces papa Clemente VII le autorizó a renunciar a los privilegios y beneficios eclesiásticos que le otorgaban las dos diócesis.

Pudo dedicarse entonces al proyecto de fundación de una nueva congregación que sería llamada de Clérigos Regulares y cuyo objetivo sería el de tener sacerdotes píos que llevara a cabo todas las tareas del apostolado: predicar la palabra de Dios; administrar los sacramentos; cuidar la dignidad del culto y la meticulosidad en las ceremonias. En otras palabras, ayudar a la iglesia dándole santos presbíteros que sirviesen de ejemplo y de ayuda. Cuyos miembros serían pronto llamados «teatinos», porque ése es el gentilicio de la ciudad de la cual Carafa era obispo, –Chieti, (en latín Teate)–.

Tras el Saco de Roma, en 1527, la Orden de los teatinos es trasladada a Venecia.

El cardenalato

El papa Paulo III convocó a Gian Pietro Carafa de Venecia a Roma, y en diciembre de 1536 lo creó cardenal, asignándole el título de San Pancracio extramuros.

En Roma el papa le encomendó la tarea de participar en una comisión de nueve miembros creada para la reforma de la corte papal y que, en 1537, produjo un documento importante, el Consilium de Emendanda Ecclesia (o Dictamen sobre la reforma de la Iglesia, en latín), que no se puso en práctica.

Ese mismo año (1537) se le confió de nuevo el gobierno de la diócesis de Chieti, la cual, mientras tanto, había sido elevada a sede metropolitana.

En 1542, habiendo recibido el encargo de prefecto de la Congregación del Santo Oficio, dedicó sus esfuerzos a reorganizar los tribunales de la Inquisición que entonces eran guiados por cada diócesis en particular, para que ejerciesen sus funciones de manera coordinada.

En 1549, fue nombrado arzobispo de Nápoles, pero delegó el gobierno de su diócesis a obispos auxiliares para atender sus ocupaciones en la Curia Romana, donde se distinguió tanto por su intransigencia contra las ideas protestantes como contra los reformistas del interior de la Iglesia. En este sentido, fue promotor del Índice de libros prohibidos, que sería promulgado el 30 de diciembre de 1558 y publicado al inicio de 1559.

En 1553 Carafa se convirtió en el decano del Colegio Cardenalicio.

Elección al Papado

El 1 de mayo de 1555, tras solamente veintiún días de pontificado, moría en Roma el papa Marcelo II; el 15 de mayo siguiente, los cincuentaiséis cardenales de que constaba entonces el Colegio Cardenalicio, nuevamente, se reúnen para elegir al sucesor; en el cónclave, contra todo pronóstico, fue elegido Carafa como Sumo Pontífice, siendo ya octogenario, escogiendo el nombre de «Paulo IV».

Cónclave del 15 al 23 de mayo de 1555

Los cardenales que participaron en el cónclave de mayo de 1555 fueron:

  1. Gian Pietro Carafa, obispo de Ostia y Velletri.
  2. Jean du Bellay, obispo de Porto-Santa Rufina.
  3. Louis de Bourbon de Vendôme, obispo de Palestrina.
  4. François de Tournon, obispo de Sabina.
  5. Juan Álvarez de Toledo, O.P., obispo de Albano.
  6. Rodolfo Pio di Carpi, obispo de Frascati.
  7. Francesco Pisani, obispo de Padua.
  8. Ercole Gonzaga, obispo de Mantua.
  9. Girolamo Doria, administrador apostólico de Tarragona.
  10. Claude de Longuy de Givry, obispo de Langres
  11. Odet de Coligny de Châtillon, administrador apostólico de Beauvais.
  12. Alejandro Farnesio, administrador apostólico de Monreale.
  13. Guido Ascanio Sforza, administrador apostólico de Parma.
  14. Reginald Pole, Arzobispo de Canterbury.
  15. Niccolò Caetani di Sermoneta, administrador apostólico de Quimper.
  16. Robert de Lénoncourt, administrador apostólico de Metz.
  17. Ippolito II d'Este, administrador apostólico de Auch.
  18. Antoine Sanguin de Meudon, administrador apostólico de Toulouse.
  19. Giacomo Savelli.
  20. Miguel de Silva, obispo de Massa Marittima.
  21. Giovanni Girolamo Morone, obispo de Novara.
  22. Cristoforo Madruzzo, obispo de Trento.
  23. Francisco de Mendoza y Bobadilla, obispo de Burgos.
  24. Bartolomé de la Cueva y Toledo.
  25. Georges d'Armagnac, obispo de Rodez.
  26. Jacques d'Annebaut, obispo de Lisieux.
  27. Otto Truchess von Waldburg, obispo de Augusta.
  28. Federico Cesi, obispo de Cremona.
  29. Durante de Duranti, obispo de Brescia.
  30. Girolamo Capodiferro, obispo de Saint-Jean de Maurienne.
  31. Tiberio Crispo, administrador apostólico de Sessa Aurunca y Amalfi.
  32. Pedro Pacheco Ladrón de Guevara, obispo de Jaén.
  33. Enrique de Portugal, arzobispo de Évora.
  34. Ranuccio Farnese, arzobispo de Bolonia.
  35. Carlo di Lorena, arzobispo de Reims.
  36. Giulio Feltre della Rovere.
  37. Charles de Bourbon de Vandôme, arzobispo de Rouen.
  38. Girolamo Verallo.
  39. Bernardino Maffei.
  40. Innocenzo del Monte.
  41. Cristoforo Ciocchi del Monte, obispo de Marsiglia.
  42. Fulvio della Corgna, O.S.Hier., administrador apostólico de Spoleto.
  43. Giovanni Michele Saraceni Girifalco, arzobispo de Acerenza e Matera.
  44. Giovanni Ricci.
  45. Giovanni Andrea Mercurio, arzobispo de Messina.
  46. Giacomo Puteo, arzobispo de Bari e Canosa.
  47. Pietro Bertani, O.P., obispo de Fano.
  48. Fabio Mignanelli.
  49. Giovanni Poggio, obispo de Tropea.
  50. Giovanni Battista Cicala.
  51. Girolamo Dandini.
  52. Luigi Cornaro.
  53. Pietro Tagliavia d'Aragonia, arzobispo de Palermo.
  54. Louis de Lorraine de Guise, obispo de Albi
  55. Roberto de' Nobili.
  56. Girolamo Simoncelli.

Papado

Política temporal

Apenas pocos meses después de acceder al papado, se firmó la Paz de Augsburgo, el 25 de septiembre de 1555, por la cual se resolvía el conflicto religioso que se había desatado tras la Reforma protestante. Sin embargo, Paulo IV, de carácter rígido, severo e inflexible, acérrimo enemigo del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, expropió los bienes de la familia Colonna y, aliándose con Enrique II de Francia que había enviado a un cuerpo de expedición bajo el comando de Francisco I de Lorena, duque de Guisa, entabló la guerra contra el reino de Nápoles.

 
Paulo IV papa 1555-1559

La guerra (septiembre de 1556 - septiembre de 1557), paralela al conflicto entre franceses y españoles en Flandes, concluyó tras la derrota de los franceses en la batalla de San Quintín, pero tuvo un éxito relativo, debido a que las tropas del Gran Duque de Alba, a la sazón virrey de Nápoles, llegaron a las puertas de Roma, al grado de que se temiera un nuevo “saco”, como el que había acontecido en 1527.

Paulo IV promovió a sus sobrinos a cargos honoríficos: Carlo Carafa fue hecho cardenal nepote y Giovanni Carafa, capitán general de la Iglesia y duque de Paliano, mientras que otros parientes recibieron favores y prebendas, muchas veces sustraídas de quienes apoyaban a los españoles. De cualquier modo, hacia el final de su pontificado, el papa avergonzó en público a sus sobrinos y los expulsó de su corte.

En total, el papa Carafa creó 19 cardenales en 4 consistorios.

La Inquisición

El pontificado de Paulo IV tuvo una importancia fundamental en el desarrollo de la Inquisición romana, que había sido creada por Paulo III en 1542. El mismo cardenal Carafa fue comisario general de la Inquisición.

Antes de ser elegido papa, Carafa se había distinguido por su lucha contra la herejía protestante, tanto por lo que toca a la política reformadora (véase el documento «Consilium de Emendanda Ecclesia», ya citado) como, y sobre todo, por su obra de represión de la difusión de la herejía.

Durante los pontificados de Paulo III y Julio III, su fuerte personalidad se había impuesto sobre la de los otros cardenales miembros de la Congregación del Santo Oficio, contribuyendo de ese modo a alcanzar una decisiva e importante estructuración de la misma a partir de 1540.

Al suceder en el solio pontificio al papa Marcelo II, Carafa tuvo la oportunidad de tomar personalmente las riendas de la Iglesia para continuar y reforzar su política antiprotestante. De ese modo, utilizó eficazmente esta institución para reprimir las infiltraciones de luteranos y reformistas en los reinos de Italia.

Procesos contra cardenales y obispos

Ya desde el periodo en que presidía la Congregación del Santo Oficio, siendo todavía cardenal, Carafa había promovido y, en parte, también encausado procesos por herejía que involucraban a grandes personalidades de la Iglesia. El cardenal Carafa había puesto especial atención en el grupo de los llamados “espirituales”, quienes sostenían tesis muy próximas a las de los protestantes. En su celo, Carafa había llegado a investigar incluso a miembros tan prominentes como el cardenal Giovanni Morone y el obispo Vittore Soranzo.

Se habían reunido voluminosos expedientes también sobre algunos cardenales que, por el contrario, no fueron nunca procesados, debido a la oposición del papa Julio III a una política tan represiva hacia personajes principales en la Iglesia. Entre éstos estaba el inglés Reginald Pole, quien había sido un fuerte candidato junto con el propio Carafa al solio pontificio que ahora ocupaba éste. Pole, último arzobispo católico de Canterbury bajo el reinado de María Tudor, estaba ahora interviniendo eficazmente en el retorno de Inglaterra a la comunión con Roma, y, sin embargo, no secundaba las inflexibles demandas del papa de restitución de los bienes de la Iglesia anteriormente confiscados. Inicialmente el cardenal Pole fue, por eso, llamado a Roma a comparecer ante la Inquisición, pero esto no fue permitido por la reina María Tudor que bloqueó el requerimiento, impidiendo así que al final Pole se personase ante el tribunal religioso.

Una vez que Carafa fue elegido papa, nada le impedía llevar adelante su idea de “limpieza” entre las altas personalidades del la Iglesia, para lo cual reemprendió los antiguos procesos e inauguró otros nuevos.

Uno de los obispos que se halló en la obligación de enfrentar un segundo proceso fue el obispo de Bérgamo, Vittore Soranzo,[3]​ quien había ya estado condenado en una primera ocasión al grado de perder toda jurisdicción en su diócesis, siendo sustituido por un vicario nombrado por el Santo Oficio. Si bien la ausencia de fuentes no dejan claros los caminos de este segundo proceso llevado a cabo entre 1556 y 1557, está probado que el obispo Soranzo que había sido llamado varias veces a Roma no pudo presentarse por motivos de salud. En efecto, murió el 13 de mayo de 1558, pocos días después de la conclusión del proceso que le había condenado a verse privado de su obispado.

Pero el proceso contra Vittore Soranzo fue solo el preludio de un proceso mucho más importante, el que se levantó contra el cardenal Giovanni Gerolamo Morone,[4]​ quien por años había estado en la mira de Carafa, que ahora podía actuar en su contra. El cardenal Morone fue arrestado en 1557, hecho prisionero por dos años en castillo Sant'Angelo y fue continuamente interrogado por los cardenales del Santo Oficio, entre quienes figuraba también el cardenal Michele Ghislieri, futuro papa san Pío V. No obstante que Paulo IV había prometido una condena rápida para el cardenal “reformado”, no alcanzó a ver el final del proceso, el cual llegó hasta 1560 cuando Pío IV le liberó tras fuertes presiones por parte del rey Felipe II de España.

Estas importantes personalidades, protagonistas de la corriente “moderada” y “reformada” del catolicismo del siglo XVI, no fueron las únicas en ser procesadas durante su pontificado. En efecto, fue una operación mucho más extensa y generalizada. Entre los obispos que fueron investigados, se pueden citar: Alberto Duimio, obispo de Veglia; Andrea Centanni, obispo de Limasol, Pietro Antonio Di Capua, arzobispo de Otranto y Egidio Foscarari, obispo de Módena.

Medidas contra los judíos

El 14 de julio de 1555, el papa Carafa emitió la bula Cum nimis absurdum, por la cual, junto a una nueva serie de restricciones y limitaciones, se instituía en Roma el gueto que ya existía en otras ciudades europeas.[cita requerida] Los judíos se vieron de pronto obligados a vivir recluidos en una zona específica del rione Sant'Angelo, además de verse obligados a vender sus propiedades a un precio inferior, impedidos de tener servidumbre cristiana, de que las mujeres cristianas amamantaran a los bebés judíos e, incluso, de jugar, comer, tratar con familiaridad o conversar con fieles de la cristiandad. También fueron obligados a llevar públicamente señales distintivas en sus vestimentas que permitieran identificarlos facilmente. Los hombres debían llevar sombreros glaucos, esto es, verde claro,[5]​ y las mujeres velos o mantones del mismo color. Paulo VI envió, además, a Ancona dos comisarios extraordinarios, Giovanni Vincenzo Falangonio, jurista napolitano, y Cesare della Nave con órdenes de arrestar y procesar a todos los judíos apóstatas. Éstos, —que después recibirían el apelativo de “marranos”—, fueron sometidos a proceso por el tribunal de la Inquisición y algunos fueron condenados a ser quemados en la hoguera mientras que otros fueron condenados a tirar de los remos de las galeras de por vida. Se cuenta que, después de haber sido torturados, veinticinco marranos fueron quemados en Ancona entre marzo y junio de 1556.[6]

Medidas de censura literaria

En 1558 el Santo Oficio elaboró el primer Índice de libros prohibidos cuyo alcance se extendió a toda la cristiandad cuando fue publicado por decreto pontificio el 30 de diciembre y que serviría de base al Index librorum prohibitorum que años más tarde se promulgaría para la Iglesia universal a petición del Concilio de Trento. Aquel primer índice universal no tuvo, sin embargo, efectos prácticos en los territorios bajo jurisdicción de la Inquisición española, que ya contaba con anterioridad con su propio Índice. Las prohibiciones allí establecidas estaban divididas en tres clases:

  • La primera comprendía una serie de autores cuya producción estaba vetada en su totalidad.
  • La segunda comprendía una serie de títulos.
  • La tercera todos aquellos volúmenes que no contenían indicaciones tipográficas, a las que no se les había concedido permiso eclesiástico, y todos los libros de astrología y magia.

En total, teniendo en cuenta posibles errores y descuidos, el Índice se componía de títulos de 550 autores, entre los cuales había incluso autores católicos.

Enfrentamiento con España

La acerva antipatía de Gian Pietro Caraffa contra España se explica por la oposición connatural a la presencia de los españoles en su Nápoles natal, sentimientos que se reafirmaron durante su estancia en la corte española como nuncio del Papa León X.

Su animadversión hacia todo lo español, representado por su rey, Carlos V, y después por Felipe II, le llevó a oponerse tenazmente a la política exterior de ambos monarcas, en un intento apasionado de expulsar a los españoles de Italia y acabar con la hegemonía europea de la Casa de Habsburgo. Pese a ello eligió como confesor a un español, el cardenal Juan Álvarez y Alva de Toledo.

Emulando a Julio II en su grito de «fuera los bárbaros» y utilizando sus mismos procedimientos, este papa, que no estaba en condiciones de enfrentarse por la fuerza a los ejércitos españoles, apremió a Francia para que atacase las posesiones españolas en Italia, aprovechando que Carlos I había abdicado en su hijo Felipe II.

Así pues la intrigas papales consiguieron terminar con la paz de Vaucelles (1556) que España había acordado con Francia. Enrique II dirigió contra las posesiones hispanas en el sur de Italia un ejército al que se sumaron tropas pontificias al mando del duque de Guisa. Pero allí les esperaba, prevenido, el virrey de Nápoles, Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, quien al frente de un nutrido y bien adiestrado ejército español no esperó a que el enemigo llegase hasta él, sino que tomó la iniciativa y marchó hacia Roma. Batió a los franceses en todos sus encuentros ocupando diversas plazas pertenecientes a los Estados Pontificios, entra ellas la misma Anagni, dejando constancia de que la ocupación era temporal y que las retendría sólo hasta que el Papa Caraffa fuese depuesto y sustituido.

En abril de 1557 obtuvo un resonado triunfo en Civitella del Tronto donde el ejército franco-papal quedó seriamente desgastado. Su mermada fuerza se desmoronó finalmente cuando el 10 de agosto de ese año las tropas de Felipe II infligieron a las francesas el rotundo descalabro de San Quintín y el duque de Guisa fue llamado precipitadamente a la defensa de su propio país. El duque de Alba entró en Roma sin oposición; allí encontró al Papa destrozado y rendido que suplicaba la paz. Se le concedió a cambio de que Paulo IV se comprometiera a no fomentar ni hacer la guerra al monarca español y a no fortificar nuevas plazas de los Estados Pontificios.

Después de esta lección, Paulo IV se apartó de los asuntos políticos y desistió de continuar anteriores acciones bélicas. Y más cuando el 3 de abril de 1559, se firmaba la paz de Cateau-Cambrésis entre Felipe II y Enrique II, que daban por concluidas las guerras italianas entre sus respectivos países. No obstante, tanto el retirado emperador Carlos, como su hijo Felipe, fueron objeto de sendos anatemas papales al ser excomulgados por Paulo IV.

Muerte

Paulo IV murió el 18 de agosto de 1559 sus restos fueron colocados en la basílica de san Pedro y trasladados posteriormente a la basílica de Santa Maria sopra Minerva.

El haber desarrollado excepcionalmente la Inquisición romana, le atrajo la animadversión de los ciudadanos de Roma. Los mismos que habían celebrado su nombramiento pontificio con la erección, en su honor, de una estatua suya en la Colina Capitolina, un lugar eminente de la ciudad, al día siguiente de su muerte, la derribaron y mutilaron y, no conformes con este simbólico acto de repudio, incendiaron el palacio de la Inquisición, saquearon el convento de los dominicos y pusieron en libertad a los reos inquisitoriales.[cita requerida]

La profecía de San Malaquías refiere para este papa el apelativo de «De fide Petri» (De la fe de Pedro), calificativo que haría referencia tanto a su nombre (Pedro) como a su apellido (Carafa, que significa fe).[cita requerida]

En el cine

Año Película Director Personaje
1998 Elizabeth Shekhar Kapur John Gielgud

Condecoraciones

  Gran Maestro de la Suprema Orden de Cristo.

Véase también

Notas y referencias

  1. Collier, Theodore Freylinghuysen (1911). «Paul IV». The Encyclopædia Britannica (en inglés) XX (11 edición). New York: The Encyclopædia Britannica Company. p. 956. Consultado el 23 de enero de 2014. 
  2. Loughlin, James Francis (1913). «Paul IV». The Catholic Encyclopedia. An International Work of Reference on the Constitution, Doctrine, Discipline, and History of the Catholic Church (en inglés) XI. New York: The encyclopedia press. Consultado el 24 de enero de 2014. 
  3. Del Col, Andrea (2006). L'Inquisizione in Italia: dal XII al XXI secolo [La Inquisición en Italia. Del siglo XII al XXI] (en italiano). Milano: Mondadori. pp. 399-400. 
  4. Del Col, Andrea (2006). L'Inquisizione in Italia: dal XII al XXI secolo [La Inquisición en Italia. Del siglo XII al XXI] (en italiano). Milano: Mondadori. pp. 400-401. 
  5. Real Academia Española. «glauco : verde claro.». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  6. Ioly Zorattini, Pier Cesare (2001-2002). Ancora sui giudaizzanti portoghesi di Ancona (1556) (5). Zakhor. Rivista di storia degli ebrei d'Italia. pp. 39-51: 49. 

Bibliografía

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  • ——— (1999). Paolo IV. Politica, Inquisizione e storiografia (en italiano). Firenze: Le Lettere. 
  • Brunelli, Giampiero (2011). Il Sacro Consiglio di Paolo IV (en italiano). Roma: Viella. 
  • Cenci, Pio. Il papa Paolo IV. Riformatore della Chiesa. Vindice dell'emancipazione d'Italia (en italiano). Roma: Lucci. 
  • Collier, Theodore Freylinghuysen (1911). «Paul IV». The Encyclopædia Britannica (en inglés) XX (11 edición). New York: The Encyclopædia Britannica Company. p. 956. Consultado el 23 de enero de 2014. .
  • Del Col, Andrea (2006). L'Inquisizione in Italia: dal XII al XXI secolo [La Inquisición en Italia. Del siglo XII al XXI] (en italiano). Milano: Mondadori. 
  • Firpo, Massimo (2005). Inquisizione romana e Controriforma. Studi sul cardinal Giovanni Morone (1509-1580) e il suo processo d'eresia (en italiano). Brescia: Morcelliana. 
  • Loughlin, James Francis (1913). «Paul IV». The Catholic Encyclopedia. An International Work of Reference on the Constitution, Doctrine, Discipline, and History of the Catholic Church (en inglés) XI. New York: The encyclopedia press. Consultado el 24 de enero de 2014. .
  • Monti, Gennaro Maria (1923). Ricerche su papa Paolo IV Carafa (en italiano). Benevento. 
  • Paschini, Pio (1926). San Gaetano Thiene, Gian Pietro Carafa e le origini dei chierici regolari teatini (en italiano). Roma. 
  • von Pastor, Ludwig (1922). Storia dei Papi dalla fine del Medio Evo. Storia dei Papi nel periodo della Riforma e Restaurazione cattolica: Giulio III, Marcello II e Paolo IV (en italiano) VI. Roma. 
  • Vanni, Andrea (2010). “Fare diligente inquisitione”. Gian Pietro Carafa e le origini dei chierici regolari teatini (en italiano). Roma: Viella. 

Enlaces externos


Predecesor:
Bernardino Carafa
 
Obispo de Chieti

1505 - 1524
Sucesor:
Felice Trofino

Predecesor:
Domingo Idiocáiz
 
Arzobispo de Bríndisi-Oria

1518 - 1524
Sucesor:
Girolamo Aleandro

Predecesor:
Francesco Corner
 
Cardenal presbítero de San Pancracio extramuros

1537
Sucesor:
Federico Cesi

Predecesor:
Guido de' Medici
 
Arzobispo de Chieti

1537 - 1549
Sucesor:
Bernardino Maffei

Predecesor:
Nikolaus von Schönberg
 
Cardenal presbítero de San Sixto

1537 - 1541
Sucesor:
Juan Álvarez de Toledo

Predecesor:
Girolamo Ghinucci
 
Cardenal presbítero de San Clemente

1541 - 1543
Sucesor:
Rodolfo Pio

Predecesor:
Ninguno
 
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1542 - 1555
Sucesor:
Michele Ghislieri

Predecesor:
Philippe de la Chambre
 
Cardenal presbítero de Santa María en Trastévere

1543 - 1544
Sucesor:
Rodolfo Pio

Predecesor:
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Cardenal obispo de Albano

1544 - 1546
Sucesor:
Ennio Filonardi

Predecesor:
Giovanni Salviati
 
Cardenal obispo de Sabina-Poggio Mirteto

1546 - 1550
Sucesor:
François de Tournon

Predecesor:
Bernardino Carafa
 
Arzobispo de Nápoles

1549 - 1555
Sucesor:
Alfonso Carafa

Predecesor:
Philippe de la Chambre
 
Cardenal obispo de Frascati

1550 - 1553
Sucesor:
Jean du Bellay

Predecesor:
Giovanni Salviati
 
Cardenal obispo de Porto-Santa Rufina

1553
Sucesor:
Jean du Bellay

Predecesor:
Giovanni Domenico de Cupis
 
Cardenal obispo de Ostia

1553 - 1555
Sucesor:
Jean du Bellay

Predecesor:
Giovanni Domenico de Cupis
 
Decano del Colegio Cardenalicio

1553 - 1555
Sucesor:
Jean du Bellay

Predecesor:
Marcelo II
 
Papa

1555-1559
Sucesor:
Pío IV