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Abderramán I

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[[Imagem:Capilla-de-Villaviciosa.jpg|thumb|300px|right|Detalle de la mezquita de Villaviciosa construida por Abderramán I]] Abd Ar-Rahman ibn Mu`awiya ibn Hisham ibn Abd al-Malik (en árabe, عبدالرحمن بن معاوية بن هشام بن عبد الملك), conocido en la historiografía española como Abderramán I o Abd al-Rahmán I (n. Damasco, actual Siria, 734 - Córdoba, 788) fue el primer emir independiente del emirato de Córdoba.

Historiografía clásica

Infancia y juventud

Nieto de Hisham ibn Abd al-Malik, el décimo califa omeya, y príncipe de la dinastía omeya, fue uno de los escasos miembros de esa dinastía que consiguieron escapar a la matanza de Abú Futrus, que llevó al poder a los abasidas en el año 750.

Cuando los omeyas fueron derrocados en el este por los abasidas Abderramán tenía menos de veinte años. Junto con su hermano Yahya se refugió junto con tribus beduinas en el desierto. Los abasidas persiguieron a sus enemigos sin piedad; los soldados mataron a su hermano, y él se salvó huyendo primero a Siria y después al norte de África, el refugio común para aquellos que querían escapar de los abasidas.

En la confusión general producida por el cambio de dinastía, África había caído en manos de caciques locales, antiguos emires o tenientes de los califas omeyas, que ahora buscaban independencia. Después de un tiempo Abderramán descubrió que su vida estaba amenazada y huyó aún más lejos hacia el oeste, refugiándose entre las tribus bereberes de Mauritania. En medio de estos peligros mantuvo sus ánimos gracias a su confianza en una profecía de su tío abuelo Maslama, según la cual él restablecería la fortuna de su familia. Fue seguido por algunos clientes de los omeyas.

Llegada a la Península

En 755 se ocultaba cerca de Ceuta, y desde allí envió un agente a España para buscar los apoyos de otros clientes de la familia, descendientes de los conquistadores de España, que eran numerosos en la provincia de Elvira, actualmente Granada. El país estaba en un estado de confusión debido al débil liderazgo del Emir Yusef, una simple marioneta en manos de una facción, y estaba dividido por las tensiones tribales entre los árabes y los conflictos raciales entre árabes y beréberes. Esto dio a Abderramán la oportunidad que no había encontrado en África. Bajo invitación de sus partisanos llegó a Almuñécar, al este de Málaga, en septiembre de 755.

Durante un tiempo Abderramán se dejó guiar por sus seguidores, que eran conscientes de los riesgos de su empresa. Yusef comenzó negociaciones, y ofreció a Abderramán una de sus hijas en matrimonio y tierras. Esto era mucho menos de lo que el príncipe esperaba conseguir, pero probablemente se habría visto forzado a aceptar la oferta si la insolencia de uno de los mensajeros de Yusef, un renegado español, no hubiera ultrajado a uno de los jefes leales a la causa omeya, llamado Obeidullah, mofándose de su incapacidad de escribir bien en árabe. A causa de esta provocación Obeidullah saco su espada.

Durante 756 se lucho una campaña en el valle del Guadalquivir, que terminó el 16 de mayo, con la derrota de Yusef fuera de Córdoba. Las tropas de Abderramán eran muy débiles ya que el era casi el único que montaba un buen caballo de guerra; no tenía bandera, y se improviso una con un turbante verde y una lanza. El turbante y la lanza se convirtieron en la bandera de los omeyas españoles.

El largo reinado de Abderramán transcurrió en una lucha para traer a sus anárquicos árabes y beréberes al orden. Nunca habían pretendido tener un maestro, y se resistieron a su mandato, que se fue haciendo cada vez mas duro. En 759 aplastó una rebelión encabezada por el antiguo emir, que acabó con la ejecución de éste. En 763 tuvo que luchar en las mismas puertas de su capital con rebeldes que actuaban por cuenta de los abasidas, y gano una señal de victoria; corto las cabezas de los líderes, las lleno con sal y alcanfor y las envió como desafío al califa del este.

En sus últimos años, Abderramán tuvo que lidiar con una sucesión de conspiraciones de palacio, que reprimió brutalmente. A pesar de ello, fundo la dinastía que aseguro el control omeya de España hasta 1031, e inició la construcción de la mezquita de Córdoba, que quedaría para la posteridad como símbolo de aquel primer esplendor de la España musulmana.

Historiografía crítica con la tesis de la invasión islámica

Ignacio Olagüe Videla en su célebre La Revolución islámica en Occidente (1974), propone que este guerrero que unifico la Península, por más señas pelirrojo y de ojos azules, era visigodo. Los crónistas árabes posteriores lo denominaron Abd Al Ramán y le atribuyeron la condición de omeya.


Predecesor:
Yûsuf 'Abd al-Rahmân al-Fihrî
Emir de Córdoba
756 - 788
Sucesor:
Hisham I


Véase también